Girasoles ciegos
Clasificado en Lengua y literatura
Escrito el en español con un tamaño de 10,83 KB
Primera derrota: 1939 o Si el corazón pensara dejaría de latir
Carlos Alegría había estudiado Derecho en Madrid y Salamanca, al empezar la guerra se unió al ejército sublevado y como no veían en él un espíritu guerrero, le destinaron a la Intendencia, donde luego ascendió a capitán.
A pesar de que su ejército era claramente el ganador de aquella masacre, Alegría no quería formar parte de aquella victoria ya que él no la consideraba como tal. Así que decidió rendirse a los republicanos quienes, incrédulos, le tomaron por loco y lo apresaron.
Cuando el ejército de Franco llego al pueblo donde estaba Alegría un oficial le declaró culpable y le condenaron a muerte. Carlos le escribía cartas a su novia Inés, gracias a las cuales han podido saber que Alegría le escribió una carta al general Franco, no para pedirle perdón, sino para decirle que ganar aquella guerra no significaba nada ya que nadie olvidaría tal masacre.
Después de su fusilamiento lo echaron a la fosa común, donde al cabo de unas horas despertó ya que la bala no le había tocado ningún órgano vital. Logró salir de aquel horrible lugar arrastrándose, algunas personas de los alrededores le dieron agua y abrigo. Al cabo de unos días emprendió su marcha hacia Huérmeces, donde nació y donde quería morir. Cuando llegó a Somosierra vio a dos oficiales que vigilaban el pueblo. Finalmente, el capitán Alegría muere, su segunda muerte la real.
Durante toda la historia el protagonista se muestra triste y en todas las páginas aparece la palabra rendido. El se siente mal porque la guerra está enfrentando a vecinos, amigos y familiares y sabe que por mucho luchar, su fin será el mismo y nadie le recordará.
Carlos Alegría dice que no se recordará a cada uno se esos muertos, que sus muertes no valen nada, sólo la de algún que otro miembro del ejército. Se describe a si mismo como un vencido por los vencidos.
Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido
Sabemos lo que le paso a estas personas gracias a que el protagonista escribió en un cuaderno todo lo que le sucedía. Al morir lo dejó debajo de una piedra para que algún día alguien lo cogiera y lo leyera. Según las fechas y los comentarios de la gente del pueblo de Caviedes, en Santander, Eulalio tenía dieciocho años cuando vivió esta etapa de tristeza y sufrimiento.
Eulalio Ceballos Suárez era un poeta que con tan sólo dieciséis años abandonó su pueblo para ir a la guerra, a Madrid. Estaba a favor de los republicanos y debido a sus creencias tuvo que huir de la ciudad para refugiarse en las montañas. A pesar de que él y sus familiares se negaron, su novia Helena, embarazada de ocho meses, huyó con él.
Helena murió en el parto y Eulalio no se hizo cargo del niño hasta pasados unos días.
El protagonista mostraba un rechazo absoluto por la muerte, no queria tenerla cerca, a pesar de que debía cazar animales para poder sobrevivir. Enterró a la chica y empezó a sentir algo por aquel bebé que no sabía si era culpable de la muerte de Helena o fruto de ella, pero de todas formas le hacía compañía.
Eulalio cuidaba a las vacas, que estaban enfermas porque nadie las ordeñaba, así podía obtener algo de leche para el niño. También cazó algunos lobos para conservar la carne en la fría nieve que se acumulaba durante el largo y duro invierno que sufrían en lo alto de aquella montaña.
Pero cada vez le resultaba más difícil cuidar de la vaca y del bebé. Cuando la vaca murió, alimentó al niño con su saliva y con la sangre del animal, pero resultó insuficiente.
Una vez muerto el bebé, su padre decidió llamarle Rafael, como su padre. Y durante muchos días estuvo escribiendo en su cuaderno el nombre del niño repetidas veces. Sabía que quizás habría sido todo más fácil si se hubieran quedado en el pueblo.
Tercera derrota: 1941 o El idioma de los muertos
Juan Senra está en la cárcel donde es interrogado por el coronel Eymar diariamente. Le preguntan cosas sobre su relación con Miguel Eymar ya que era hijo del coronel. Juan sabía que Miguel era un ladrón, un asesino y un estafador pero para mantenerse con vida le describe como un héroe, una bellísima persona que ayuda a los necesitados. Al cabo de unas cuantas sesiones, también asistía a los interrogatorios la madre de Miguel, Violeta. Juan contaba pocas cosas para así asegurarse no estar en la lista de condenados a muerte que cada mañana leían en el patio.
En sus tiempos libres, le escribía a su hermano para de alguna forma despedirse de él. Para conseguir papel y lápiz le cambiaban sus posesiones a Espoz y Mina. Ellos cogían palomas para cambiarlas a los presos por calcetines o ropa de abrigo.
Durante esos días que ganó, conoció a algunas personas, entre ellas Carlos Alegría, quien se suicido al intentar sublevarse en la cárcel. También conoció a Eugenio Paz, sólo tenía dieciséis años y estaba allí por declararse Republicano al quererle llevar la contraria a su tío, quien explotaba a su madre. Juan le ayudaba a quitarse las liendres que le estaban haciendo tantas heridas en la cabeza. Finalmente Eugenio fue condenado a muerte y ese hecho hizo que Juan Serna no quisiera seguir ganando días de vida.
En un interrogatorio dijo toda la verdad que sabía sobre Miguel Eymar a sus padres. Quienes le creyeron ya que nadie miente para morir. Al día siguiente Juan era el primero de la lista de condenados a muerte. Le tranquilizaba el pensar que su hermano recibiría su carta.
Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos
Salvador escribe una carta ya que ha pecado y necesita pedir perdón al Padre por lo que ha hecho. Decide finalmente que no volverá al convento y vivirá fuera del sacerdocio.
El hermano Salvador trabajaba como profesor en una escuela de Madrid. Consideraba a todos sus alumnos iguales, menos a uno. Lorenzo le parecía un chico especial, diferente, extraño. Mientras todos sus compañeros cantaban el himno a la Patria ‘Cara al sol’ Lorenzo se limitaba a mover los labios y ningún castigo le hacía cambiar de parecer.
Lorenzo tuvo una infancia difícil. Su vida estaba llena de secretos ya que su padre vivía escondido en su casa. Cuando tenían visitas se metía en el armario para no ser visto y lo reclutaran para ir a la guerra. Las tardes que pasaba con sus amigos se le hacían difíciles ya que no podía hablar de su padre ni de lo que él hacía. Pero el hermano Salvador no sabía nada de esto. Cuando el hermano le preguntaba al niño sobre su padre, el pequeño se limitaba a contestar que estaba muerto.
Los días que Helena, la madre de Lorenzo le acompañaba a la escuela, el profesor Salvador se quedaba hablando con ella. Le gustaba es mujer. Hablaron de su hija, Helena, que se fue a los dieciséis años con un poeta clandestinamente y de la que no sabían nada desde el día de su partida. Se obsesiono por esa familia, quería proteger a Helena así que cuando ella empezó a ausentarse en el camino hacia la escuela, empezó a seguir a Lorenzo hacia su casa.
Los padres de Lorenzo decidieron huir, vendieron la mayoría de los muebles para poder pagar un viaje hacia Almería y desde allí partir hacia Marruecos. Así que le escribieron una carta a la escuela explicando que Lorenzo no podría asistir durante dos semanas por una operación. El niño le dijo a su profesor que su madre también tenía anginas y que probablemente moriría.
El día del desenlace estaba Lorenzo en casa con sus padres cuando alguien llamó a la puerta así que, como cada día, el padre de Lorenzo se metió en el armario. Era Salvador quien entro en la casa sin ningún tipo de educación, fue a ver al niño y vio que estaba sano, después cogió Helena y le empezó a hacer daño. Frente a esta situación, el padre de Lorenzo salió del armario y se abalanzó sobre el hermano Salvador quien empezó a chillar para avisar a la policía.
Ante las miradas expectantes de Helena y Lorenzo, su padre se levantó y se tiró al vacio por la ventana.
Ahora Lorenzo ya era mayor y recordaba a su madre como una mujer anciana, cansada y dulce pero a su padre lo imaginaba como un joven alto, escuálido y vigoroso. Ya que todo lo que sobrevivió de la guerra alteraba los recuerdos al no congeniar con la memoria. Explica que todo lo que perdemos en el camino sigue congelado en el instante de su desaparición ocupando su lugar en el pasado.