Giuseppe Garibaldi: El Héroe de Dos Mundos y la Forja de Italia
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Orígenes y Primeros Pasos
Giuseppe Garibaldi nació en Niza. Fue un destacado militar y político italiano. Durante su juventud, siguió los pasos de su padre, un marino de origen genovés, y estuvo embarcado durante más de diez años. En 1832, consiguió el título de capitán de buques mercantes. Mientras trabajaba al servicio de la marina sarda, tomó parte en un motín republicano en el Piamonte que resultó fallido. Si bien pudo escapar, fue condenado al exilio. Por aquel entonces, había entrado en contacto con la obra de Mazzini, el gran profeta del nacionalismo italiano, y la del socialista francés Saint-Simon.
Aventuras en Sudamérica: El Héroe de Dos Mundos
Entre 1836 y 1848, Garibaldi vivió en Sudamérica, donde participó en varios acontecimientos bélicos, siempre al lado de quienes combatían por la libertad o la independencia. En 1838, intervino voluntariamente como capitán de barco en la fracasada insurrección secesionista de la República Brasileña de Rio Grande do Sul. En 1842, fue nombrado capitán de la flota uruguaya en su lucha contra el dictador Juan Manuel de Rosas. Al año siguiente, durante la defensa de Montevideo, organizó una legión militar italiana, cuyos miembros fueron los primeros "Camisas Rojas".
El Regreso a Europa y los Primeros Intentos de Unificación
Noticias de su buen hacer como militar y estratega llegaron hasta Europa, adonde regresó en 1848 para luchar en Lombardía contra el ejército austriaco y dar un primer paso hacia la unificación de Italia, que fue su objetivo durante las tres siguientes décadas. Su intento de hacer retroceder a los austriacos no prosperó y debió refugiarse primero en Suiza y luego en Niza.
La Defensa de la República Romana (1848-1849)
A finales de 1848, sin embargo, el papa Pío IX, temeroso de las fuerzas liberales, abandonó Roma, adonde se dirigió Garibaldi junto a un grupo de voluntarios. En 1849, fue elegido diputado republicano en la asamblea constituyente, ante la cual defendió que Roma debía convertirse en una república independiente. En abril, se enfrentó a un ejército francés que intentaba restablecer la autoridad del papa, y lo propio hizo en mayo ante un ejército napolitano. Si bien no tenía opción alguna de evitar la caída de la ciudad, su lucha se convirtió en uno de los pasajes más épicos y recordados del Risorgimento.
Segundo Exilio y Retorno
El 1 de julio, Roma fue finalmente asaltada, y Garibaldi y sus hombres se refugiaron en el territorio neutral de San Marino. Condenado por segunda vez al exilio, residió en Tánger y Perú, donde regresó a su antiguo oficio de capitán de buque mercante.
Alianza con Cavour y la Campaña del Norte
En 1854, Cavour, el primer ministro piamontés, creyó que si le permitía volver a Italia, Garibaldi se alejaría del republicano Mazzini. Para ello, le concedió el mando de las fuerzas piamontesas en su lucha contra las austriacas. Venció en Varese y Como, ambas en mayo de 1859, y entró en Brescia al mes siguiente, con lo cual Lombardía fue anexionada al Reino de Piamonte-Cerdeña. Conseguida la paz en el norte del país, Garibaldi se dirigió a Italia central. Víctor Manuel II, rey piamontés, dio al principio su apoyo a un ataque contra los territorios papales, pero a última hora le pareció demasiado peligroso y le obligó a abandonar el proyecto.
La Expedición de los Mil y la Unificación del Sur
Garibaldi aceptó la renuncia y se mantuvo fiel, pero la cesión de Niza y Saboya a Francia por parte de Cavour y Víctor Manuel le pareció un acto de traición y decidió actuar por su cuenta. Como por el norte un acuerdo era imposible, decidió forzar la unificación conquistando el Reino de Nápoles, bajo soberanía borbónica. En mayo de 1860, al frente de un ejército de un millar de hombres, se apoderó de Sicilia y en septiembre entró en Nápoles, que cedió a Víctor Manuel II.
Últimos Años y Legado
En 1861, se proclamó el nuevo Reino de Italia, pero desde sus inicios Garibaldi se mantuvo en la oposición, pues Roma continuaba siendo ciudad papal. Con la consigna de "Roma o la muerte", intentó durante años luchar contra el poder pontificio, sin demasiado éxito, hasta que en 1862, en la batalla de Aspromonte, cayó herido y fue hecho prisionero. Tras ser amnistiado, pasó a presidir el Comité Central Unitario Italiano y ofreció sus servicios a Francia. Fue elegido diputado para la Asamblea de Burdeos (1871) y, posteriormente, diputado al Parlamento italiano (1875). Pocos años antes de su fallecimiento, el Parlamento le asignó una pensión vitalicia en reconocimiento a sus inestimables servicios.