La Gloriosa y el Reinado de Amadeo I: Crisis y Transformación en España (1868-1873)

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La Revolución de 1868 y la Monarquía de Amadeo I

La Revolución de 1868

Entre las causas de esta revolución encontramos, por una parte, el desgaste de los gobiernos isabelinos. La oposición a estos gobiernos se unió en el Pacto de Ostende, que agrupó a progresistas, demócratas e incluso sectores de la Unión Liberal. Además, se produjo una crisis económica que afectó a las finanzas, a la industria y, sobre todo, fue una crisis de subsistencias por una serie de malas cosechas.

En septiembre de 1868 se inició la revolución conocida como “La Gloriosa”. Comenzó con el pronunciamiento de la marina al mando del brigadier Topete en Cádiz, al que pronto se sumaron Serrano y Prim. El gobierno de Isabel II decidió defenderse haciendo uso de las armas. El general Serrano se enfrentó a ellos y derrotó al ejército isabelino en la batalla del Puente de Alcolea. Simultáneamente, estallaron revueltas en numerosas ciudades y se establecieron Juntas Revolucionarias. Isabel II partió hacia el exilio.

Serrano y Prim se hicieron con el mando de la situación y constituyeron el Gobierno Provisional. Su primera decisión fue disolver las Juntas Revolucionarias pues, aunque habían supuesto un apoyo en la revolución, también representaban un elemento de inestabilidad. Se convocaron Cortes Constituyentes mediante sufragio universal masculino. La coalición del gobierno logró una amplia victoria de 250 escaños, apareciendo los republicanos con 71 representantes y otros partidos minoritarios.

Estas cortes elaboraron la Constitución de 1869, la más avanzada del siglo XIX respecto a los derechos de los ciudadanos, la libertad religiosa y el sufragio universal, proponiendo una monarquía parlamentaria y el poder legislativo en las cámaras exclusivamente. Prim inició la búsqueda de un rey entre las casas reales europeas, resultando elegido Amadeo de Saboya.

La Monarquía de Amadeo I (1871-1873)

Una vez proclamada la Constitución de 1869 y con el trono vacante, las Cortes establecieron una regencia, que recayó en el general Serrano, mientras Prim era designado jefe de gobierno. Su tarea no fue fácil, pues los republicanos mostraron su descontento con la nueva situación, los carlistas volvieron a sublevarse, la situación económica era grave y, además, había que encontrar un monarca para la corona española.

El 2 de enero de 1871, Amadeo de Saboya fue proclamado rey. Pertenecía a la casa real italiana y tenía prestigio por su talante liberal. Era un rey extranjero, que desconocía el idioma, en un país con serios problemas. Por si fuera poco, quien había sido el principal apoyo del nuevo rey, el general Prim, murió como consecuencia de un atentado el mismo día que Amadeo de Saboya llegaba a la península.

Fue una etapa breve que encontró desde el primer momento la oposición de carlistas, de los moderados que pretendían la restauración de los Borbones, de la Iglesia, que no tenía simpatía alguna hacia el régimen nacido en 1869, de los republicanos y de los grupos populares que tampoco lo aceptaban. Además, en Cuba, tras el Grito de Yara de 1868, se había producido la insurrección, que suponía un grave problema.

La conjunción de todos estos factores provocó la desintegración de la coalición gubernamental. Incluso los partidarios monárquicos que habían traído a Amadeo de Saboya estaban desunidos. Un claro síntoma de esta falta de unidad e inestabilidad es que durante estos años se produjeron tres elecciones y seis gobiernos. En 1873, ante la falta de apoyos y la convulsa situación, Amadeo I renunció al trono. (Se puede mencionar la amarga cita de Amadeo sobre los enemigos de España).

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