Los Treinta Gloriosos: Expansión Económica, Fordismo y el Rol del Estado (1945-1973)
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Los Treinta Gloriosos: Una Era de Expansión Económica
Entre 1945 y 1973 se dio la expansión del modelo socioproductivo fordista y la formación de un modelo de trabajo estable. Los casi 30 años comprendidos en este periodo son denominados los Treinta Gloriosos. Estas tres décadas están marcadas por la expansión del modelo de desarrollo fordista, que se caracteriza por un papel muy activo del Estado en la regulación de la vida socioeconómica; por un crecimiento económico sostenido, basado en la producción y el consumo de masas y, finalmente, por una mejora del nivel de vida de amplias franjas de la población.
Fordismo y el Papel del Estado
Tras el final de la II Guerra Mundial, la estructura de las instituciones políticas estaba seriamente dañada. La intervención del Estado en esa Europa devastada se convirtió en uno de los pilares para la reconstrucción de un área geopolítica crucial para el desarrollo del capitalismo. El tipo y grado de intervención del Estado es una variable crucial para una economía de mercado en la que prima la iniciativa privada y la empresa. En la regulación fordista, la implicación estatal es muy intensa y el Estado se sitúa como garante del interés general frente a los excesos del mercado y de los intereses individuales o de las empresas. El mercado está guiado por la búsqueda de la rentabilidad y por la racionalidad económica.
Los dos procesos más representativos de esta dinámica desmercantilizadora que inciden en el trabajo son el desarrollo de políticas de bienestar y de política social, que hoy es llamado Estado de Bienestar, y la construcción de un sistema corporativista de mediación y regulación de los intereses de los grandes actores sociales: capital/trabajo.
El Círculo Virtuoso del Fordismo
Su funcionamiento se basaba en aprovechar la alta productividad del sistema y la elevada necesidad de mano de obra, lo cual conducía al pleno empleo estable y a la existencia de un reducido paro friccional, de baja intensidad. Los sindicatos organizaron con eficacia las reivindicaciones de los trabajadores y consiguieron alzas salariales considerables. Todo ello garantizó que amplias franjas de la clase obrera entrasen en el proceso de salarización y dispusieran de la posibilidad de consumir los productos que invadían el mercado. Así, los beneficios empresariales se acrecentaron y con ello la inversión. Esta permitió que se creasen nuevos puestos de trabajo y que se reprodujese el círculo de nuevo, reforzándose todos los eslabones de este esquema económico. Este círculo funcionaba en bucle, retroalimentándose y afianzando el modo de regulación fordista.
Las formas estables de relación salarial, que consolidaban una distribución entre capital y trabajo de los beneficios ligados a la productividad; la regularidad de los ingresos salariales; el horizonte temporal de los empresarios en cuanto a la expectativa de beneficios a largo plazo y los sistemas de crédito controlados por los bancos centrales muy ceñidos a las necesidades de la economía, todos estos aspectos completaban el modo de regulación fordista.