Gorgias y Sócrates: Retórica, Verdad y Conocimiento en la Filosofía Antigua
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La Doctrina de Gorgias
Gorgias, ante las contradicciones ontológicas (sobre el ser) y epistemológicas (sobre el conocer) a las que había llegado la filosofía natural, concluyó lo siguiente:
- No existe el ser: Es imposible determinar qué es el ser y, por lo tanto, no se puede establecer una verdad fundamentada en él.
Ahora bien, si no podemos establecer qué es la verdad, la palabra adquiere autonomía propia. Al hablar, no estamos sujetos a instancias ontológicas o epistemológicas que nos limiten; no hay nada externo que determine o restrinja el discurso. En consecuencia, la palabra debe persuadir. Dado que no se puede establecer la verdad objetiva, el objetivo al hablar es hacer que el discurso parezca verdad y convencer de ello al auditorio.
La retórica se convierte así en el arte de la persuasión, destinada a construir discursos convincentes, que agraden a la gente y parezcan verdaderos, aunque no necesariamente lo sean.
Retórica y Política según Gorgias
De acuerdo con esto, un buen político será aquel que sea un buen retórico. Para Gorgias, político y retórico son sinónimos. Por eso, enseñaba a construir un buen discurso, entendido como aquel que tiene la capacidad de convencer para obtener votos. Un discurso retórico es, fundamentalmente, un discurso convincente. Por ello, para ser un buen político, es necesario dominar el arte de convencer a la gente, para lo cual Gorgias instruía en las artes y técnicas lingüísticas.
Paralelismo con la Actualidad
Hoy en día, podemos observar cómo los medios de comunicación a menudo nos convencen mediante el uso de diversos efectos retóricos.
La Doctrina de Sócrates
El método socrático se constituye, fundamentalmente, de dos momentos (aunque aquí solo se detalla el primero):
1. La Ironía Socrática
Para construir el saber auténtico, según Sócrates, es necesario partir primero de la ironía. Este momento consiste en suspender los saberes corrientes y las opiniones comunes sobre las cosas.
Sócrates consideraba que lo que la gente comúnmente cree saber sobre las cosas no constituye verdad. Es imprescindible darse cuenta de las opiniones falsas que uno alberga para poder alcanzar la verdad. Se trata de un proceso de vaciar la mente de información falsa para poder llenarla de conocimiento verdadero.
Esto equivale a reconocer la propia ignorancia. El objetivo de la ironía es que el individuo reconozca que es ignorante, porque solo cuando se admite la ignorancia, uno se abre a la posibilidad de aprender. Solo partiendo de la conciencia de no saber, se puede empezar a aprender genuinamente.
Este momento irónico tiene una dimensión crítica, ya que Sócrates, mediante el diálogo, hacía ver a su interlocutor que sus ideas eran a menudo infundadas o contradictorias, con el objetivo último de llevarle a reconocer su propia ignorancia.
La famosa frase de Sócrates resume esta actitud: “Solo sé que no sé nada”.