La Guerra Carlista en España: Un Conflicto Dinástico y Político

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La Guerra Carlista en España

Antecedentes y Causas

Tras la muerte del rey Fernando VII en 1833, una guerra civil estalló en España. La nueva disposición legal, la Pragmática Sanción, permitía que la hija mayor del rey, Isabel, heredara el trono. Esto significaba la pérdida de todas las opciones al trono para el infante Carlos María Isidro, hermano del rey difunto y respaldado por los absolutistas más intransigentes.

Ante el aumento de la protesta de don Carlos, el rey Fernando VII lo obligó a exiliarse a Portugal, destituyó de sus cargos a destacados partidarios del infante y ordenó una amnistía política para todos los liberales presos o exiliados.

Después del fallecimiento de Fernando VII, Carlos reclamó sus derechos a la corona. Posteriormente, se produjeron numerosos levantamientos armados en favor de don Carlos, dando comienzo a una guerra civil que enfrentó a carlistas contra isabelinos.

Bandos en Conflicto

Bando Isabelino

El bando isabelino recibió el respaldo mayoritario de la clase media urbana, los empleados públicos y los grupos dirigentes más poderosos. María Cristina de Nápoles asumió temporalmente la regencia en nombre de su hija Isabel II.

Bando Carlista

Los carlistas fueron respaldados por los pequeños nobles rurales, el bajo clero y los oficiales más reaccionarios dentro del ejército. Estos grupos sociales preferían la estabilidad y la seguridad que encontraban en el tradicionalismo carlista. El programa político carlista se resumía en su lema "Dios, Patria, Fueros y Rey", que defendía:

  • El absolutismo regio
  • El integrismo religioso
  • El mantenimiento de los fueros vascos y navarros
  • El inmovilismo
  • La fidelidad a la patria

Etapas de la Guerra

Primera Etapa (1833-1835)

Tomás Zumalacárregui, al mando de los 35.000 hombres del ejército carlista, empleó tácticas guerrilleras y logró controlar grandes espacios rurales en las provincias vascas y Navarra, aunque no llegó a ocupar ninguna gran ciudad. Zumalacárregui murió mientras intentaba tomar Bilbao.

El general Ramón Cabrera dirigió a las tropas carlistas, formadas por unos 5.000 hombres, en la región valenciano-aragonesa.

Segunda Etapa (1835-1837)

Tras su éxito en Bilbao, el general liberal Baldomero Espartero accedió al mando supremo del ejército isabelino. Los carlistas realizaron varias expediciones, penetrando en el sur de la península para extender los combates a otros territorios.

Tercera Etapa (1837-1839)

El bando carlista, desmoralizado por los enfrentamientos internos entre sus jefes, se dividió en dos facciones opuestas: los ultras, que se negaban a aceptar cualquier intento de solución pacífica, y los moderados, que se mostraban favorables a un pacto con los isabelinos.

La guerra civil concluyó con la victoria de las tropas liberales isabelinas, la huida de don Carlos a Francia y la firma del Convenio de Vergara en 1839.

La Cuestión Foral

La guerra concluyó con la firma del Convenio de Vergara, que buscó la reconciliación entre ambos bandos y la reintegración de los carlistas en el sistema político. Los isabelinos reconocieron los grados de los oficiales y mandos que habían servido en el bando carlista para facilitar su reinserción.

En 1841, Navarra perdió su aduana, sus privilegios fiscales, sus exenciones militares y sus instituciones propias de autogobierno. Las tres provincias vascas también perdieron algunos de sus viejos privilegios forales tradicionales.

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