Guerra de la Independencia Española: Estrategias, Victorias y el Legado de Cádiz
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Tercera Fase de la Guerra de la Independencia (1809-1811)
Durante 1809, se produce la Batalla de Talavera, que termina con un resultado incierto frente a los ingleses, y la derrota en Ocaña, al mando del mariscal Soult. Como resultado de estos eventos, entre enero y febrero de 1810 se hace posible la conquista de Andalucía, donde solo Cádiz consiguió resistir, lugar al que se trasladó la Junta Central.
Desde ese momento, los británicos se limitaron a realizar desembarcos por sorpresa. Los españoles, por su parte, se centraron en evitar el enfrentamiento directo y comenzaron a emplear la táctica de la guerrilla. Las guerrillas, que comenzaron en 1808 como unidades de paisanos armados, terminaron siendo reconocidas en 1810 como unidades legales por la Junta Central, al haberse convertido en auténticas divisiones.
Su táctica consistía en evitar la batalla frontal, en la que eran claramente inferiores, y atacar solo cuando tenían la certeza de la victoria. Sus objetivos principales eran las líneas de comunicación, las retaguardias, los puntos de abastecimiento y los convoyes de armas. Esta estrategia minaba la moral de los soldados franceses, quienes debían permanecer siempre alerta y retirar efectivos de la guerra convencional para vigilar la retaguardia.
Cuarta Fase de la Guerra de la Independencia (1811-1813)
Esta fase se inicia en 1811 con la derrota de los franceses en Torres Vedras, lo que les obliga a abandonar definitivamente Portugal. En esta fase se producen numerosas victorias del general británico Wellington, como la liberación de Ciudad Rodrigo o la victoria en Arapiles, que le permitió entrar en Madrid. Estas victorias se debieron principalmente a la retirada de un total de 150.000 soldados franceses, que fueron enviados al frente ruso. Finalmente, en 1813, Napoleón firma el Tratado de Valençay, devolviendo la Corona a Fernando VII.
La Revolución Liberal: Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Las Cortes de Cádiz
Durante los primeros meses de la Guerra de la Independencia, se constituyen en España 13 Juntas Provinciales, dirigidas por personajes del Antiguo Régimen, a excepción de las de Asturias o Mallorca. Por debajo de estas, encontramos las Juntas Locales, que eran órganos de representación popular.
La Junta Suprema Central se forma el 21 de septiembre de 1808, principalmente para organizar los levantamientos y llenar el vacío de poder, ya que reconocían a Fernando VII como rey legítimo. Se estableció inicialmente en Aranjuez, más tarde en Sevilla y finalmente en Cádiz.
Ante la creación de esta Junta, se constituyen dos bandos principales: los afrancesados y los patriotas. Estos últimos, a su vez, se dividían en liberales, que pretendían un régimen político basado en las ideas de la Revolución Francesa, y los absolutistas, que combatían en nombre de la tradición.
La Junta Central convoca las Cortes, y ante esta decisión, surgen dos problemas principales:
- Primero, cómo se convocarían las Cortes: ¿por estamentos o en una sola cámara? Finalmente, se opta por la segunda alternativa: los varones mayores de 25 años (excluidos reos, quebrados y criados) eligen a los representantes de las ciudades más importantes, a razón de un diputado por cada 50.000 habitantes. También se nombran diputados que representan a América y a aquellos territorios controlados por los franceses.