La Guerra y la Mujer en la Edad Media Castellana: Poder, Honor y Sociedad
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La Guerra: Sus Contradictorios Sentidos
Aunque los cristianos se sentían obligados por su fe a luchar contra el infiel, no fue suya la "guerra santa". El guerrero cristiano no ganaba el cielo simplemente por contender con enemigos de su fe, si antes no había recibido la absolución de sus pecados. Pero los castellanos eran realistas: la guerra no era solo una contienda espiritual, era también un asunto político y una aventura económica y lucrativa.
Se trataba de ir extendiendo las fronteras hacia el sur y, al mismo tiempo, enriquecerse rápidamente con el botín y las repartijas de los bienes muebles que quedaban abandonados o que eran tomados por la fuerza: caballos, armas, muebles, tiendas de campaña, vestiduras, telas preciosas, joyas, etc.
Esto hacía que se apreciara y valorara mucho más todo aquello que podía transportarse. Un buen vasallo costaba 100 sueldos, y con 100 sueldos se podían comprar 100 ovejas.
La Mujer en la Sociedad Medieval
El Honor Femenino
El honor de la mujer como doncella consistía en la guarda de su virginidad, y como casada, en la fidelidad absoluta a su marido. Los fueros (cartas municipales) castigaban con la muerte a quien ultrajara a una mujer y liberaban de responsabilidad penal al marido, padre o hermano que, habiendo encontrado culpable de adulterio a su mujer, hija o hermana, matase a ambos culpables. Este extremo se daba solo entre los nobles.
El Matrimonio y la Iglesia
El padre entregaba la novia a su futuro marido (ejemplo en el Poema del Cid, donde hay una ceremonia civil anterior a la ceremonia religiosa. Es Álvar Fáñez quien, en nombre del rey, entrega a las dos hijas del Cid a sus futuros maridos).
La Iglesia procuraba que la entrega de la novia se hiciera por mano del sacerdote, el cual la recibía de manos de los parientes.
Elección y Sumisión
En algunas situaciones límite, la novia podía elegir a su futuro marido. Ello ocurría cuando había sido raptada. Entonces era colocada entre sus padres o parientes, y el raptor elegía entre ambos. En algunos casos, esta elección podía ocasionar la misma venganza de la sangre mencionada anteriormente.
En este plano de las relaciones afectivas, la mujer aparece sumisa al varón, padre, hermano o marido. Está unida al hombre por un lazo de respeto, agradecimiento y fidelidad, más que por amor.
Bienes y Evolución Social
Sus bienes se administraban en común por el marido, pero permanecían jurídicamente separados. Unidos respondían de las obligaciones contraídas por la sociedad de gananciales. El desarrollo de la vida burguesa, es decir, la ampliación de las ciudades con su movimiento comercial, levantó en cierto modo la cláusula de la mujer encerrada en su casa o en su corte, y le permitió tomar también parte activa del juego amoroso. La "honrada" mujer infanzona ha dado paso a la inquietante mujer burguesa que tiene otros estímulos.