El Fin de la Guerra del Peloponeso: Relato de la Rendición de Atenas
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13. Cuando estos estuvieron en Selasia, cerca de Laconia, y los éforos conocieron gracias a ellos lo que decían, que era lo mismo que le dijeron a Agis también, inmediatamente les ordenaron marchar y, si de algún modo solicitaban la paz, mejor que vinieran una vez tomada la decisión.
14. Cuando los embajadores llegaron a casa y comunicaron esto a la ciudad, el desánimo se apoderó de todos: pues creyeron que serían convertidos en esclavos, y que mientras enviaban nuevos embajadores, muchos morían de hambre.
15. Sobre la destrucción de las murallas, nadie quería deliberar, pues Arquestrato, que había dicho en el consejo que lo mejor era concertar la paz con los lacedemonios, en lo que propusieran, fue encarcelado. Y proponían derribar sobre diez estadios de cada uno de los muros largos. Se aprobó un decreto por el cual no era posible deliberar sobre esto.
16. Estando así las cosas, Terámenes dijo en la asamblea que, si querían enviarlo ante Lisandro, volvería sabiendo, respecto a los lacedemonios, si persistían en lo que a los muros se refiere porque querían esclavizar la ciudad o por confianza. Fue enviado y pasó junto a Lisandro tres meses y más, a la espera de cuando los atenienses, por estar todo el grano agotado, fueran a estar de acuerdo con cualquier cosa que uno dijera.
17. Cuando regresó al cuarto mes, comunicó en la asamblea que Lisandro le había retenido hasta entonces y que luego le ordenó ir a Lacedemonia, pues no era asunto suyo lo preguntado por él, sino de los éforos. Después de esto fue elegido embajador plenipotenciario ante Lacedemonia de un total de diez candidatos.
18. Lisandro envió a Aristóteles, que era un huido ateniense, a que anunciara a los éforos, junto a otros lacedemonios, que se había contestado a Terámenes que aquellos eran competentes en asuntos de guerra y de paz.
19. Cuando Terámenes y los otros embajadores estuvieron en Selasia y, preguntados por qué razón venían, dijeron que como plenipotenciarios en asuntos de paz, después de esto los éforos ordenaron reunirlos. Una vez llegaron, hicieron una asamblea, en la que los corintios y, sobre todo, los tebanos, y también muchos otros griegos, se opusieron a pactar con los atenienses, pero no a derruirlos.
20. Los lacedemonios, sin embargo, dijeron que no esclavizarían una ciudad griega que había realizado unos grandes beneficios en las más graves situaciones de riesgo ocurridas en Grecia, sino que concertaron una paz en las siguientes condiciones: destruir los muros largos y el Pireo, entregar las naves excepto doce, liberar a los fugitivos, considerar amigo y enemigo al mismo que los lacedemonios y seguirlos por tierra y por mar allí a donde quisieran llevarlos.
21. Terámenes y los embajadores que estaban con él contaron esto a Atenas. Al tiempo que entraban en la ciudad, un numeroso populacho los rodeaba, temerosos de que llegaran sin ninguna solución, dado que ya no cabía hacer ninguna dilación a la vista de la cantidad de gente que estaba muriendo de hambre.
22. Al día siguiente, los embajadores anunciaron las condiciones bajo las cuales los lacedemonios concertarían la paz. De ellos habló Terámenes diciendo que era necesario obedecer a los lacedemonios y derribar los muros. Al oponérsele muchos, pero muchos otros más le apoyaron, pareció bien a la asamblea aceptar la paz.
23. Después de esto, Lisandro navegó hacia el Pireo, los refugiados regresaron y se empezó a derribar los muros con gran ánimo al son de los flautistas porque consideraban que en aquel día daba comienzo la liberación para Grecia.
24. Y acabó el año en el que, a mediados del cual, ostentó la tiranía Dionisio, el siracusano, hijo de Hermócrates, previa derrota de los cartagineses en batalla a manos de los siracusanos, previa captura de Acragas por privación de alimento y abandono de la ciudad por parte de los siliciotas.
11. Los 30 fueron elegidos inmediatamente después de que los muros largos y los del Pireo fueron derribados. A pesar de ser elegidos bajo la condición de escribir las leyes bajo las cuales pudieran gobernarse, siempre retrasaban escribirlas y mostrarlas a la gente y el consejo, y el resto de mandos las dispusieron como les pareció oportuno.