La Guerra de Sucesión Castellana: El Ascenso de Isabel la Católica

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ANEXO PÁG. 116

Las Dificultades Iniciales del Reinado

La Guerra de Sucesión en Castilla (1474-1479)

El problema de la sucesión al trono de Castilla se planteó desde que en 1464 una liga nobiliaria exigió a Enrique IV que nombrase heredero a su hermanastro Alfonso, en perjuicio de su hija Juana. El monarca accedió en principio, pero después se retractó, ante lo cual los nobles le depusieron en efigie en la humillante Farsa de Ávila y proclamaron rey a Alfonso.

Enrique IV se impuso a los rebeldes por la fuerza de las armas en Olmedo (1467). Al año siguiente murió Alfonso y la nobleza rebelde ofreció, entonces, la corona a su hermana Isabel, quien rehusó aceptarla mientras viviera el rey.

En cualquier caso, el monarca cedió a las presiones y nombró heredera a Isabel en el Tratado de los Toros de Guisando (1468), al parecer con la condición de que se casara con Alfonso V, rey de Portugal. Pero cuando descubrió que había contraído matrimonio en secreto con Fernando, hijo de Juan II de Aragón, la desheredó y nombró de nuevo sucesora a su hija Juana.

Al morir Enrique IV (1474), Isabel se proclamó de inmediato reina de Castilla en Segovia. Poco después, Alfonso V de Portugal invadió Castilla y reivindicó esta corona para Juana la Beltraneja, con la que se había comprometido en matrimonio (hija de Enrique IV).

Así pues, la guerra civil por la sucesión había comenzado:

  • Bando de Isabel: Contaba con el apoyo de los pueblos y ciudades en general, casi todo el clero, y la mayoría de los grandes linajes nobiliarios. Desde el exterior recibió la ayuda de su suegro, el rey de Aragón.
  • Bando de Juana: Contaba con el apoyo de un sector de la nobleza más turbulenta, de algunos miembros del clero más destacados como el arzobispo de Toledo, el intrigante Alfonso Carrillo, del rey de Francia (por su hostilidad hacia Aragón, que apoyaba a Isabel) y del rey de Portugal (interesado en la unión con Castilla por vía matrimonial).

La guerra se prolongó porque las fuerzas estaban muy equilibradas, pero finalmente se impuso el bando isabelino. En 1478, se acordó la paz con Francia y al año siguiente se firmó el Tratado de Alcaçovas con Portugal, que supuso, entre otras cuestiones, el reconocimiento de Isabel I como reina de Castilla.

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