El Helenismo y su influencia en la literatura antigua
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Producto de una cultura uniforme extendida por una vasta geografía, vinculada a marcos urbanos como Alejandría, Antioquia, Cos y Rodas. En todas ellas florecieron las ciencias y las artes, amparadas y controladas por dinastías y poderes establecidos. Este contexto explica el tono y el contenido de ciertas obras. Sin embargo, el cambio en la situación política tuvo muchas repercusiones en la literatura, siendo la principal la falta de libertad, que supuso el declive de la oratoria. Los grandes reyes helenísticos ejercieron de mecenas para los intelectuales de la época, siendo especialmente importante la acción evergética de Ptolomeo, quien promovió la reposición de textos clásicos y la creación de nuevas reglas artísticas. El arte helenístico es epigonal, parte de un conocimiento profundo de la literatura precedente. La creación es en realidad una recreación de materias poéticas, especialmente la mitología, sometidas a tratamientos que revelan una imposición de criterios estéticos sobre lo religioso, emotivo o ideológico. El Helenismo fue un movimiento en apariencia estéticamente revolucionario, pero en realidad muy aferrado a los cambios que transformaron el arte antiguo. Incluso en la comedia aristofánica se encuentran ideas esenciales del Helenismo. La cultura helenística se caracteriza por su sencillez y tecnificación, alejada del ornato oratorio. El cultivo de las ciencias y la literatura está vinculado al libro y las bibliotecas, que nacen y se acrecientan bajo el patrocinio regio y representan un claro síntoma del empeño helenístico por atesorar las letras y la sabiduría del pasado. La biblioteca más célebre es la de Alejandría, ubicada en el Museo, institución fundada por el primero de los Ptolomeos siguiendo las ideas del peripatético Demetrio de Falero, y con la Academia y el Liceo como modelos. Era un centro de estudio y creación, así como de vida cortesana y en cierto sentido religiosa, que promovía mucho el estudio científico en áreas como la medicina, la astronomía, las matemáticas, la ingeniería y la geografía. El erudito helenístico es con frecuencia un viajero y solo se asienta en la corte que le ofrece mecenazgo. El arte ya no es producto de una conciencia moral y política, sino un fenómeno con un alto grado de autonomía y un fin estético en sí mismo. El poeta ya no es un guía intelectual, sino que su campo es literario, emanado de reflexiones pragmáticas que se pueden ver en las propias composiciones. Se dejan de lado toda idea de inspiración y subjetivismo, y se actúa como profesional de las letras. La erudición libresca está acompañada por una gran curiosidad y un indiscutible sentido crítico. Al tener conocimiento de las formas genéricas antiguas y la conciencia de su obsolescencia, se rompen esos moldes y se rehacen con el resultado de un cruce o nivelación de géneros. Por ejemplo, quien compone un poema épico no tendrá reparo en incorporar elementos líricos o de la tragedia. Hay una cierta obsesión etiológica, con constante interés por la búsqueda de explicaciones, ligada a la consulta bibliográfica y a la tendencia didáctica de esta poesía. Se procede a la revalorización de aspectos, personajes, etc., y se le da un papel importante al humor y la ironía, a veces a la autoironía, que proceden del dominio de la lengua y de la perspectiva desmitificadora con la que se contemplan las figuras y temas de los antiguos relatos. Se tiende a la humanización de viejas glorias legendarias y a la pérdida del respeto a las tradiciones más o menos sagradas y a los nombres altisonantes de la anterior religiosidad. El aparato divino casi aparece como mera decoración poética. El amor y su problemática no solo inundan el epigrama, sino que también entran en la elegía e invaden la épica. Se prefiere el relato abreviado, que se da sobre todo en aquellos géneros cuyos textos no son especialmente extensos, como ocurre en el idilio bucólico, la elegía, el himno o la épica menor, aunque esta tendencia también se da en el relato amplio: la técnica de la narración seguida y morosa era ya estéticamente rechazada. Los poetas helenísticos no suelen disimular la procedencia de su inspiración, sino que tienen por hábito revelarla y mostrar un afán de precisión y rigor, tanto en las descripciones como en el uso de la lengua. Esto es lógico para aquellos que elaboran su poesía sobre una sólida base técnica y filológica.