El Héroe Ilustrado: Orígenes de la Novela de Aventura y la Escritura del Yo en el Siglo XVIII

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La Novela de Aventura: El Triunfo de la Razón y la Supervivencia

El héroe aventurero se sube a un barco que lo llevará a un mundo imaginario o real, pero que en cualquier caso le obligará a poner a prueba su inteligencia, capacidad de supervivencia y su habilidad. Este saber apañárselas en un ambiente adverso tiene doble función:

  • Por un lado, el protagonista recurre exclusivamente a su saber humano para salir airoso de cada prueba.
  • Por otro lado, se enfrenta a los nuevos problemas sin prejuicios, confiando en el uso de su razón.

Dos grandes relatos ilustran la actuación de este héroe, y ambos surgen en las islas británicas. A lo largo del siglo, conocido como la *Edad Augusta*, se desarrollaron las ideas del empirismo filosófico. Al mismo tiempo, el clima literario de la segunda mitad del siglo XVIII se interesaba ya por la intimidad y el suspense.

Ejemplos Canónicos de la Aventura Ilustrada

Robinson Crusoe (Daniel Defoe)

Daniel Defoe nació en Londres en 1660. En 1719 aparece publicada su obra *Robinson Crusoe*. Es una novela, ya que en ella el personaje principal posee una dimensión psicológica y evoluciona narrativamente.

Los Viajes de Gulliver (Jonathan Swift)

Publicada en 1726, esta obra dejará asombrada a la crítica. Gulliver, médico de profesión, narra con un estilo sencillo y en primera persona los hechos que se desarrollan en la isla de Lilliput tras el naufragio. Su autor nació en Dublín. Fue un prolífico escritor que conoció la miseria y que puso su pluma al servicio de la mordacidad y el humor negro.

Las Memorias y la Escritura del Yo

Cuando el autor cuenta en primera persona una época de su vida, se denomina *escritura del yo*. El pacto implícito entre escritor y lector en este tipo de obras es claro: debe partirse de la presuposición de que los hechos que se cuentan son reales y que el personaje principal coincide con el autor real.

El Desarrollo del Género Autobiográfico

Un ejemplo de esto son las memorias del aventurero ilustrado Giacomo Casanova, que fue encarcelado en la terrible prisión de los Plomos de la República de Venecia y declarado enemigo de su patria. Las memorias de Casanova son un ejemplo de memorias novelescas.

Entre 1782 y 1789 se publicó la obra que alumbró una nueva forma de hacer memoria de la propia vida: nos referimos a las *Confesiones* de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), amigo de Diderot y enemigo intelectual y personal de otros muchos filósofos. Fue autor de varias obras importantes como *Emilio* o *La Nueva Eloísa* (novela epistolar).

Tanto Rousseau como Casanova, y cualquier autor que se propusiera poner sobre un papel la verdad de su vida, sabían que se exponían a la opinión del público. La reacción del público era imprevisible, lo que explica que en los prólogos se explicase hasta dónde quería llegar su sinceridad.

La Ficción y las Memorias

El género de las memorias no se dejó encasillar fácilmente. Pronto su estructura y su forma fueron aprovechadas por los escritores para escribir narraciones ficticias, hecho que se producirá sobre todo en la novela inglesa, la cual, a mediados del siglo XVIII, se encuentra en plena madurez y es el género preferido por la clase media.

Ficticias o no, las memorias fueron un muy buen vehículo literario donde hacer aparecer personajes de dudosa reputación. Destaca *Memorias de una cortesana* de John Cleland (hacia 1750), novela escrita con prosa elegante, en la que los personajes femeninos son provocativos e inocentes.

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