Historia Antigua de la Península Ibérica: Pueblos, Colonizaciones y la Conquista Islámica

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Los Pueblos Prerromanos en la Península Ibérica

En sentido estricto, el periodo prerromano abarca todo lo anterior a la llegada de los romanos a la Península Ibérica en el año 218 a.C. Sin embargo, la historiografía suele limitar este concepto a los pueblos indígenas citados por los historiadores griegos y romanos.

Pueblos Ibéricos: El Este y Sur Peninsular

En el Este y Sur de la Península se asentaban los pueblos ibéricos, como los layetanos, edetanos y contestanos. Poseían una cierta homogeneidad cultural, con fuertes influencias mediterráneas y una lengua común. También desarrollaron un sistema de escritura propio, con variedades regionales. Su economía se basaba en la agricultura y la ganadería, aunque la minería también fue importante. Habitaban pequeñas ciudades en zonas fácilmente defendibles y su sociedad estaba muy jerarquizada, gobernada por reyezuelos que controlaban una o varias ciudades. A juzgar por los hallazgos arqueológicos, la guerra debía ser constante y otorgaba prestigio a la clase dirigente. Se conservan numerosas muestras de orfebrería, cerámica y escultura, destacando las famosas Damas.

Pueblos del Norte: Influencia Celta

En el Norte vivían diversos pueblos de influencia celta, como los galaicos, astures y cántabros. Eran pueblos con un desarrollo económico más limitado, basado principalmente en la ganadería, la recolección y la pesca, con escaso peso de la agricultura. Los galaicos y astures solían habitar en castros fortificados, poblados de viviendas circulares, como el conocido Castro de Coaña.

Pueblos del Centro y Oeste: Los Celtíberos

En el Centro y Oeste de la Península disminuye la influencia mediterránea y se observa un mayor influjo de culturas originarias de Europa, como la celta. Los pueblos que habitaban estas zonas eran diversos y se les denominó celtíberos, incluyendo a los ilergetes, carpetanos y lusitanos. Su actividad económica fundamental era en unos casos agrícola y en otros ganadera. La artesanía y el comercio eran muy precarios, pero la minería del hierro estaba bastante avanzada. Su sociedad mantenía una fuerte cohesión tribal, un marcado carácter guerrero y una fuerte jerarquización, habitando poblados fortificados. Fueron los que más resistieron la aculturación y la conquista romanas.

La Civilización Tartésica

La civilización tartésica se desarrolló en torno al bajo valle del Guadalquivir, alcanzando su mayor esplendor entre los siglos IX y VII a.C. Es citada en la Biblia y en fuentes griegas y romanas, todas las cuales destacan su riqueza. Su economía se basaba en la agricultura y la ganadería, con una estructura monárquica y leyes propias. Su esplendor se debió a la explotación de minas de oro, plata y cobre, así como al comercio de estaño procedente del Atlántico.

Las Colonizaciones Históricas

Las colonizaciones históricas fundaron ciudades en la costa mediterránea que servían de base comercial, ejerciendo una gran influencia cultural y económica sobre su entorno.

Los Fenicios

Los fenicios fundaron la ciudad de Gades (actual Cádiz) en torno al 1000 a.C. Desde allí, establecieron intensos contactos comerciales con Tartessos y otros pueblos del sur y oeste de la Península. Eran grandes navegantes y comerciantes que llegaron con intenciones exclusivamente mercantiles. Fundaron importantes colonias o factorías como Cádiz y Málaga, introduciendo el vidrio, la púrpura y la escritura.

Los Griegos

Los griegos, procedentes de Marsella, llegaron en el siglo VII a.C. Además de comerciar, buscaban asentamientos estables. Introdujeron la moneda, la vid, el olivo y nuevos animales domésticos, así como elementos de su cultura. Sus principales fundaciones fueron Ampurias y Denia. Al ser derrotados por los cartagineses en la batalla de Alalia, les cedieron su hegemonía en el Mediterráneo occidental.

Los Cartagineses o Púnicos

Los cartagineses o púnicos, herederos de los fenicios, eran comerciantes y guerreros. Tomaron las riendas de las colonizaciones fenicias cuando sus metrópolis cayeron bajo el poder asirio. Su objetivo era controlar las rutas del Mediterráneo, lo que provocó enfrentamientos con los romanos, dando lugar a las Guerras Púnicas. Fundaron ciudades como Cartago Nova (actual Cartagena) y Ebussus (actual Ibiza).

El legado de estas colonizaciones fue importante, aunque solo afectó a la costa mediterránea y al valle del Guadalquivir. Entre sus aportaciones destacan:

  • Nuevos cultivos como el olivo y el esparto.
  • El desarrollo de la cerámica con el torno alfarero.
  • La acuñación de monedas, clave para el desarrollo comercial.
  • La introducción del alfabeto fenicio-griego.

La Conquista del Emirato y Califato de Córdoba

La conquista de Hispania forma parte de la rápida expansión islámica que comenzó tras la muerte de Mahoma, impulsada por la idea de difundir la nueva doctrina, recurriendo si era preciso a la guerra santa. A finales del siglo VII, dominaban todo el territorio que había pertenecido al Imperio Romano en el Norte de África. El salto a Hispania constituía la siguiente etapa de su fulminante expansión.

A este lado del estrecho, la monarquía visigoda estaba sumida en la última de sus luchas sucesorias: Don Rodrigo pugnaba por la corona contra los hijos del rey Witiza. Esa división facilitó la entrada de los ejércitos musulmanes en la Península. En el 711, el general Tariq desembarcó en Gibraltar al frente de un ejército de 9.000 hombres, la mayoría bereberes. Derrotaron a Don Rodrigo en la Batalla del Guadalete y el reino visigodo se derrumbó. Poco después, llegaron más tropas musulmanas al mando de Musa y procedieron a la ocupación de la mayor parte de la Península.

La conquista se llevó a cabo rápidamente y sin apenas resistencia, gracias a los pactos con la nobleza goda, al apoyo de las comunidades hebreas y a la indiferencia del grueso de la población. En el 722, la Batalla de Covadonga supuso el inicio de la resistencia cristiana. En el 732, la penetración de los musulmanes por Europa fue frenada por los francos, por lo que el dominio musulmán se limitó a la Península Ibérica. Hispania, que recibió el nombre de Al-Ándalus, pasó a ser un territorio islámico.

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