Historia de una escalera: Realismo crítico en la posguerra española
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Historia de una escalera es una obra dramática escrita por Antonio Buero Vallejo. Fue una obra teatral que se enmarcó en la década de los 50, en la corriente conocida como Realismo crítico, de carácter social y con un compromiso ideológico y político ocultado por símbolos, que se plasman en dicha obra. Fue representada por primera vez en el año 1949 en el Teatro Español de Madrid y estuvo marcada por el final de la Guerra Civil
La obra se divide en 3 actos, cada uno dividido por 10 años en los que muestra y analiza la realidad social española de la posguerra. En ella plasma la frustración de la clase social trabajadora que no es capaz de alcanzar sus sueños e ideales. Se caracteriza por sus símbolos y metáforas, como podemos apreciar en el tema central de la obra, que es ese inmovilismo mencionado que se representa a través de la escalera de un bloque de vecinos por la cual los personajes suben y bajan sin conseguir salir de ella. Este símbolo va acompañado de la barandilla a la que hacen referencia en determinadas ocasiones y a la que se agarran dando a entender también esa falta de movilidad. Dentro del tema central, subyace el tema de la frustración amorosa, que se ve reflejada en las relaciones fallidas de los personajes principales como Fernando y Elvira o Urbano y Carmina. Además encontramos otras metáforas o símbolos significativos como es el derramamiento de la leche, que hace referencia a al cuento de la lechera y da a entender al público que cuando esta se derrama, como por ejemplo lo hace Fernando cuando esta con Carmina, que las cosas no saldrán como se espera.
En cuanto a los personajes, el autor utiliza un lenguaje acorde a la clase social a la que pertenecen los personajes, llamada “decoro” y a través de él consigue crear personalidades distintas y características como la de Urbano, optimista y trabajador o la de Fernando, vago y embaucador. Así mismo, destacan el hecho de que, como hay altos temporales, los hijos de los personajes con los que comienza la obra, repiten la misma historia que sus padres volviendo a simbolizar ese inmovilismo donde ni los hijos pueden escapar de ese ciclo sin fin; y la importancia de las apariencias para los personajes que tratan de evitar que el rostro se les vea a través de las mirillas de la puerta o del hueco de la escalera.
En conclusión, la obra se basa en un ciclo que se repite y del que no se puede escapar así como la de una escalera metafórica de la que tampoco pueden huir, que el autor utiliza para agitar al espectador y transformar el panorama social y promover ideas para un cambio.