Historia de España: Crisis del Siglo XVII y la Guerra de Sucesión Borbónica
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La Crisis del Siglo XVII en España: Factores Demográficos y Económicos
El siglo XVII fue un periodo de profunda crisis económica en Europa, con especial incidencia en Castilla y el Mediterráneo. Durante la primera mitad del siglo, España enfrentó serios problemas demográficos, cuyas causas principales fueron:
- La peste y otras epidemias.
- La expulsión de los moriscos, que supuso una pérdida significativa de población y mano de obra cualificada.
- Las frecuentes guerras, que diezmaban la población y generaban inestabilidad.
- El incremento del clero, que restaba efectivos a la población productiva.
En la segunda mitad del siglo, la crisis se agudizó con el estancamiento de la agricultura, la ganadería lanar y la artesanía. Sectores clave como la metalurgia vasca y la industria naval también se encontraban en una profunda crisis. El comercio decayó drásticamente debido al agotamiento de las minas americanas y al creciente contrabando en las Indias. En consecuencia, disminuyó la circulación monetaria, se devaluó la moneda y aumentaron los impuestos, asfixiando aún más la economía.
La estructura social de la época seguía siendo predominantemente medieval, caracterizada por una marcada división estamental:
- Dos estamentos privilegiados: la nobleza y el clero, cuyo número creció considerablemente.
- Un tercer estamento, los plebeyos, que abarcaba a la mayoría de la población.
La burguesía, en su afán de ascenso social, intentaba ennoblecerse, mientras que la situación de los campesinos empeoró drásticamente, lo que provocó frecuentes revueltas y una notable emigración hacia Madrid o la periferia peninsular. En los márgenes de esta sociedad, proliferaban mendigos, pobres y maleantes, reflejo de la precariedad generalizada.
La Guerra de Sucesión Española y el Sistema de Utrecht
A finales del siglo XVII, la cuestión sucesoria de la Corona española se convirtió en un conflicto de alcance europeo. Carlos II, el último monarca de la Casa de Austria en España, eligió como heredero a Felipe de Anjou (futuro Felipe V), nieto de Luis XIV de Francia, frente al archiduque Carlos de Austria. Esta decisión se basó en la consideración de que una alianza con Francia sería más beneficiosa para los intereses españoles. Finalmente, Felipe de Anjou fue coronado rey de España en 1701.
A pesar de su coronación, Inglaterra y Holanda, temiendo la formación de una poderosa alianza borbónica entre España y Francia, declararon la guerra. En España, esta disputa dinástica desembocó en una cruenta guerra civil: Felipe V fue apoyado por la Corona de Castilla, mientras que el archiduque Carlos fue ayudado por la Corona de Aragón. La guerra en la península terminó siendo favorable para el Borbón.
En el ámbito europeo, Felipe V, con el apoyo de Francia, se enfrentó a Carlos de Austria, quien contaba con el respaldo de la Gran Alianza de La Haya (formada por Inglaterra, Holanda y el Sacro Imperio Romano Germánico, entre otros). Inicialmente, la guerra fue favorable para los Austrias, pero un giro inesperado cambió el curso de los acontecimientos: la muerte del padre de Carlos de Austria lo convirtió en emperador del Sacro Imperio (Carlos VI). Ante la perspectiva de una unión de las coronas española y austriaca bajo una misma persona, lo que recrearía el vasto imperio de Carlos V, los aliados de Carlos se retiraron, buscando una paz que equilibrara el poder en Europa.
Así, se firmó el Tratado de Utrecht (1713-1715), un conjunto de acuerdos que reconfiguraron el mapa político europeo. Por este tratado, Felipe V fue reconocido como rey de España, pero a cambio, España cedió importantes territorios a Austria (Países Bajos españoles, Nápoles, Cerdeña y el Ducado de Milán) e Inglaterra (Gibraltar y Menorca, además de privilegios comerciales como el asiento de negros y el navío de permiso). Este acontecimiento es considerado el punto culminante del declive imperial español en Europa, marcando el fin de su hegemonía y el inicio de un nuevo equilibrio de poder en el continente.