Historia del Estatuto Vasco de Autonomía y la Guerra Civil en el País Vasco

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1. El Estatuto Vasco de Autonomía

1.1. Historia del Estatuto

El nacimiento del régimen republicano en España trajo consigo la oportunidad de cambiar el marco político existente. Los nacionalistas vascos vieron en este cambio la posibilidad de reivindicar su derecho a la autonomía y adquirir una entidad institucional propia. Esta decisión suponía una ruptura con la causa foral, ya que la autonomía implicaba un poder dependiente y otorgado por el Estado con libertad de acción en áreas delimitadas por el Estatuto. Los derechos forales, por otro lado, eran un reconocimiento por parte del poder central de las peculiaridades de la sociedad vasca. El Estatuto buscaba uniformar todo el territorio por igual, a diferencia de los fueros.

Aunque los nacionalistas se habían excluido de la conspiración republicana reunida en el Pacto de San Sebastián, y los carlistas se encontraban en el régimen instaurado, esto no impidió el reconocimiento de las aspiraciones autonómicas por parte de la proyectada república.

El Estatuto de Estella

José Antonio Aguirre encabezó un movimiento de ayuntamientos a favor de la autonomía con el apoyo de nacionalistas y carlistas. Se aprobó un proyecto de Estatuto (Estatuto de Estella), cuya redacción se había encargado a la Sociedad de Estudios Vascos/Eusko Ikaskuntza. La izquierda priorizaba la consolidación de la república y relegaba la reivindicación autonómica a un segundo plano. Nacionalistas y carlistas, por su parte, optaban por el Estatuto con la esperanza de convertir al País Vasco-Navarro en un territorio a salvo de la legislación anticlerical republicana. El artículo más conflictivo del Estatuto era aquel en el que el poder autonómico se reservaba la facultad de negociar concordatos con la Santa Sede.

Este primer proyecto del Estatuto de Estella fue aprobado por la mayoría de los alcaldes gracias al apoyo de nacionalistas, carlistas y católicos independientes. Sin embargo, quedó en suspenso por considerarse anticonstitucional.

El Estatuto de 1932

En diciembre de 1931 se encargó la elaboración de un nuevo proyecto de Estatuto para asegurarse un texto de espíritu laico y republicano, en consonancia con la Constitución. La izquierda republicana y socialista apoyó el proyecto, y los nacionalistas lo aceptaron con agrado. Los carlistas y el resto de fuerzas católicas lo rechazaron por su carácter antirreligioso. Comparado con el de Estella, el nuevo Estatuto recortaba las facultades autonómicas vascas, aunque era más democrático.

En las elecciones al futuro parlamento vasco, el espíritu del Estatuto se adaptaba a la Constitución de 1931. El 19 de junio de 1932, en la asamblea de alcaldes reunidos en Pamplona, se aceptó el Estatuto por la conjunción de la izquierda republicana y los nacionalistas. Navarra, sin embargo, rechazó el proyecto por la oposición de la izquierda de la Ribera y el carlismo.

En febrero de 1933, los ayuntamientos vascos aceptaron el nuevo proyecto que excluía a Navarra del Estatuto. Este fue contemplado con recelo por la izquierda y con entusiasmo por el nacionalismo. La aprobación requería la convocatoria de un referéndum que se fijó en noviembre. En Bizkaia y Gipuzkoa el proyecto fue aprobado por mayoría, mientras que en Álava solo votó un 47% del censo.

El Estatuto durante el bienio radical-cedista y el Frente Popular

Durante el bienio radical-cedista (1933-1936), el proyecto quedó congelado por la oposición del centro-derecha. En las elecciones de 1936, el Frente Popular incluyó la reivindicación del Estatuto en su programa. Su triunfo electoral significó la reactivación del Estatuto en las Cortes. Indalecio Prieto permitió la formación de una comisión para el Estatuto, la cual presidió.

Aprobación del Estatuto y entrada en vigor

El estallido de la Guerra Civil no paralizó el proceso estatutario. El Estatuto fue aprobado el 4 de octubre de 1936 por unas Cortes reducidas. El texto aprobado, redactado por Indalecio Prieto, era breve y simple para facilitar su rápida aprobación. Estuvo en vigor durante 9 meses y solo fue efectivo en Bizkaia, ya que esta provincia cayó en manos de las fuerzas navarras en junio de 1937.

2. La Guerra Civil en el País Vasco

2.1. La sublevación militar

El 18 de julio de 1936, el País Vasco quedó dividido geográficamente tras la sublevación militar:

  • Álava, excepto el valle de Ayala, quedó en el bando nacional junto con Castilla y León. Tanto en Álava como en Navarra, la actuación masiva del Requeté (milicia carlista) fue decisiva.
  • Bizkaia y Gipuzkoa se mantuvieron leales a la República junto con Santander y Asturias. En Gipuzkoa, algunos militares derechistas junto a la guarnición de los cuarteles de Loyola se sublevaron, pero fueron sofocados por las milicias. En Bizkaia, el gobernador civil logró mantener la tranquilidad en la provincia.

El nacionalismo vasco, a través de las juntas de Navarra y Álava, se mantuvo de forma mayoritaria fiel a la República. De acuerdo con la tradición foral, se constituyó la Junta de Defensa de Gipuzkoa, formada por el PNV y la CNT. Los desacuerdos entre ambos partidos, especialmente entre los anarquistas y los nacionalistas, provocaban frecuentes disputas.

2.2. El avance franquista en Gipuzkoa

A finales de agosto de 1936, el coronel insurgente Beorlegui, al mando de voluntarios navarros y fugitivos guipuzcoanos, emprendió una ofensiva sobre Irún. El 4 de septiembre, la ciudad caía en manos franquistas. La conquista de Irún significó el aislamiento de Francia de la zona norte republicana.

En San Sebastián, los anarquistas estaban decididos a defender la ciudad casa por casa, pero los nacionalistas eran partidarios de abandonarla ante la imposibilidad de defenderla con éxito. Tras la conquista de San Sebastián, Gipuzkoa quedaba a merced de los nacionales. Cincuenta mil refugiados se vieron obligados a huir a Bizkaia.

2.3. La Junta de Defensa de Bizkaia y el Gobierno Vasco

El 12 de agosto se había formado la Junta de Defensa en Bizkaia. El 7 de octubre, las principales competencias pasaron al recién creado Gobierno Vasco, tras la aprobación del Estatuto por las Cortes. Manuel de Irujo se convertía en el primer nacionalista vasco que entraba a formar parte de un gobierno español.

Ese mismo día 7 de octubre, en el salón de actos de la Casa de Juntas de Gernika, se formó el primer Gobierno Autónomo Vasco. Los alcaldes de los municipios vascos bajo control de la República votaron la elección del primer lehendakari, cargo que recayó en José Antonio Aguirre. La composición del gabinete dio primacía al PNV y al PSOE.

El aislamiento del territorio permitió una independencia de facto del Gobierno Vasco. Se adoptó la ikurriña como bandera autonómica, se desarrolló una política internacional propia y se formó el ejército vasco o Eusko Gudarostea, compuesto por 25 batallones de anarquistas y del Frente Popular, y 20 batallones nacionalistas o gudaris.

2.4. La ofensiva fallida sobre Villarreal

En noviembre de 1936, el Gobierno Vasco emprendió una ofensiva contra Villarreal, buscando aliviar la presión sobre Madrid. De haber tenido éxito, la ofensiva habría significado la caída de Vitoria. Sin embargo, la dura resistencia de los pocos defensores franquistas y la llegada de refuerzos convirtieron el avance republicano en una derrota.

2.5. El Cinturón de Hierro y la caída de Bizkaia

La derrota de Villarreal obligó al Gobierno Vasco a tomar posiciones defensivas y a preparar un cinturón defensivo, conocido como Cinturón de Hierro, que protegiera Bizkaia. Ante la carencia de medios, se decidió que el cinturón cubriera la mayor parte de la zona industrial y solo la ciudad de Bilbao.

El general Mola, al mando del ejército del Norte formado en su mayoría por navarros, se decidió por la conquista de Bizkaia para obtener la riqueza industrial que la España nacional necesitaba para ganar la guerra. Si en la conquista de Gipuzkoa participaron 3.000 hombres, para la ofensiva sobre Bizkaia se reunieron 40.000 soldados: navarros en la vanguardia, italianos en la retaguardia y con la protección de una aviación superior formada por italianos y alemanes de la Legión Cóndor.

El avance franquista fue imparable, tomando posiciones estratégicas como Otxandio, Durango y Gernika. El 26 de abril de 1937, la villa foral de Gernika fue bombardeada por la aviación alemana, causando un centenar y medio de muertos. El bombardeo fue aprovechado por la propaganda republicana para denunciar los horrores de la guerra. Pablo Picasso, con su célebre cuadro, convirtió a Gernika en la ciudad víctima por excelencia de la Guerra Civil.

La muerte del general Mola en un accidente de aviación no trastocó los planes de los nacionales. El general Dávila reemplazó a Mola y emprendió el ataque contra el Cinturón de Hierro, que resultó ineficaz. Los nacionales se acercaban a Bilbao y, tras tomar el monte Artxanda, entraron en la importante ciudad portuaria el 19 de junio de 1937.

2.6. El Pacto de Santoña y el fin de la experiencia autonómica vasca

Tras la caída de Bilbao, el ejército vasco abandonó Bizkaia y se refugió en Santoña (Cantabria). Los soldados izquierdistas querían seguir luchando mientras quedase territorio republicano en el norte, pero los nacionalistas, hundidos por la pérdida de la última provincia vasca, decidieron deponer las armas ante los voluntarios italianos. Este acuerdo, conocido como Pacto de Santoña, supuso el fin de la experiencia autonómica vasca y la integración de sus territorios en la zona controlada por los franquistas.

La Guerra Civil continuaría durante casi dos años más, dejando tras de sí un país devastado y dividido.

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