Historia de Hispania: De la Conquista Romana al Reino Visigodo de Toledo
Clasificado en Historia
Escrito el en español con un tamaño de 4,54 KB
La Hispania Romana: Conquista y Romanización
La conquista romana de la Península Ibérica se produjo entre los años 218 y 19 a.C., y fue un proceso largo debido a la fuerte resistencia de los pueblos indígenas y a la ausencia de un plan de conquista claro por parte de Roma. Por primera vez, la Península quedó unificada política y culturalmente.
Fases de la Conquista Romana
Primera fase (218-197 a.C.)
Los romanos conquistaron el Levante y el valle del Guadalquivir durante la Segunda Guerra Púnica, al intervenir para arrebatar a los cartagineses sus bases de aprovisionamiento.
Segunda fase (157-133 a.C.)
Roma continuó la conquista hacia la Meseta y Lusitania, en busca de tierras, metales y esclavos, enfrentándose a la fuerte resistencia de lusitanos y celtíberos.
Tercera fase (29-27 a.C.)
Se desarrollaron las Guerras Cántabras, cuyo objetivo fue controlar la riqueza metalúrgica del norte y frenar las incursiones de cántabros y vascones sobre la Meseta.
La Romanización de Hispania
La romanización fue el proceso mediante el cual los pueblos hispanos adoptaron las costumbres, instituciones y cultura romanas. Fue más intensa en el sur, Levante y en las ciudades, y más débil en el norte y en zonas rurales. Importantes figuras del Imperio, como Trajano, Adriano, Séneca o Marcial, nacieron en Hispania.
Principales Aportaciones Romanas
- Económicas: Hispania se integró en el comercio romano; se desarrollaron los latifundios trabajados por esclavos y se impulsó la minería.
- Sociales: Se adoptó el derecho romano y la sociedad se dividió en hombres libres y esclavos. Se implantó una civilización urbana, con ciudades bien organizadas y conectadas mediante calzadas y puentes.
- Culturales: El latín se impuso sobre las lenguas prerromanas (salvo el euskera) y la religión romana, que luego dio paso al cristianismo, sustituyó a los cultos locales.
La Monarquía Visigoda en Hispania
El reino visigodo tuvo su origen en el Reino de Tolosa (415-507), cuando los visigodos, un pueblo germánico, se asentaron en el sur de las Galias como federados del Imperio Romano, con Tolosa como capital. En el año 415, a petición de Roma, los visigodos entraron en la Península para expulsar a otros pueblos germánicos que la saqueaban desde 409. Tras ser derrotados por los francos en la Batalla de Vouillé (507), los visigodos perdieron sus territorios galos y establecieron su capital en Toledo, dando origen al Reino visigodo de Toledo (507-711). A partir de ese momento, la Península Ibérica se convirtió en un estado independiente, y los reyes visigodos impulsaron una triple política de unificación:
La Triple Política de Unificación Visigoda
Unificación territorial
Completada a inicios del siglo VII, con la conquista del Reino Suevo de Galicia, la expulsión de los bizantinos y la pacificación de los vascones.
Integración social
Se logró mediante la conversión de los visigodos al catolicismo y la aprobación del Liber Iudiciorum, que unificó las leyes para hispanorromanos y visigodos.
Estabilidad política
El rey Leovigildo intentó implantar una monarquía hereditaria para fortalecer el poder real, aunque la nobleza lo rechazó, impidiendo su consolidación.
Organización Política de la Monarquía Visigoda
La monarquía visigoda era electiva, lo que generó inestabilidad, ya que muchos reyes fueron depuestos o asesinados (fenómeno conocido como Morbus Gothorum). Para gobernar, el rey contaba con el Officium Palatinum, compuesto por:
- La Aula Regia: un órgano de asesoramiento formado por nobles.
- Los concilios: asambleas presididas por el rey con participación de nobleza e Iglesia. Aunque inicialmente eran eclesiásticos, desde la conversión de Recaredo al catolicismo también actuaron como órganos políticos.