Historia de la Península Ibérica: De los Pueblos Prerromanos a la Conquista Romana

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Pueblos Prerromanos de la Península Ibérica

Diversos pueblos prerromanos habitaban la Península Ibérica antes del contacto con Roma. Entre estas culturas, ya desaparecidas, destaca Tartessos. Su desarrollo se dio durante la Edad del Hierro, con influencias mediterráneas de las colonizaciones fenicia, griega y cartaginesa. Habitaban en poblados fortificados. Muchos de sus rasgos nos son conocidos gracias a historiadores como Plinio.

Pueblos del Sur y del Levante

Autóctonos, pero muy influenciados por los colonizadores griegos y fenicio-púnicos, desarrollaron la llamada cultura castreña. Presentaban una planificación urbanística avanzada, con escritura y moneda propias. Entre los siglos V y III a.C. alcanzaron un gran desarrollo sociopolítico, con élites que actuaban como monarcas. Destacan sus tumbas y ajuares, como la Dama de Elche. Cayeron en el siglo III a.C., primero ante los cartagineses y luego ante los romanos.

Pueblos de la Meseta

Con una marcada influencia indoeuropea y céltica en el interior de la Meseta, e ibérica en el curso alto del río Duero, se desarrolló la cultura celtibérica. Se instalaron en poblados fortificados y practicaban la agricultura de cereal y la ganadería ovina. Dominaban la metalurgia del hierro y elaboraban cerámica pintada con variadas escenas, aunque su escultura era poco realista.

Pueblos del Norte y del Occidente

En el norte, destacaban los cántabros, ástures y vascones. Estos últimos eran un pueblo aislado geográfica y culturalmente, con una lengua propia. En el noroeste se desarrolló la cultura castreña. Habitaban en castros, poblados fortificados, generalmente de planta circular, rodeados de fosos y murallas, y situados en lugares estratégicos. No conocían la escritura. Su economía era agraria y ganadera, con un buen desarrollo de la metalurgia y la minería. Su variada orfebrería en oro (pendientes, diademas...) contrasta con su escultura en piedra. Esta cultura castreña evolucionará al contacto con la cultura galaicorromana.

La Conquista Romana de la Península Ibérica y la Romanización

La conquista romana de la Península Ibérica (finales del siglo III a.C. - siglo I a.C.) fue paralela a la romanización. Se pueden distinguir las siguientes etapas en la conquista:

  • 218-206 a.C.: Ocupación de la franja mediterránea y el valle del Guadalquivir.
  • 197-177 a.C.: Ampliación del área hacia el interior peninsular, con las campañas de Catón y Sempronio Graco.
  • 154-133 a.C.: Avance sobre la Meseta y el litoral atlántico. Resistencia de los lusitanos, con Viriato, y de los celtíberos en Numancia. Décimo Junio Bruto atraviesa el río Limia (137-136 a.C.). Julio César dirige una expedición desde Gades hasta Brigantium (actual Coruña, 61-60 a.C.).
  • 29-19 a.C.: Derrota de cántabros, astures y galaicos en las guerras cántabras dirigidas por Octavio Augusto, lo que supone el fin de la conquista.

La romanización no fue uniforme, siendo más intensa en las primeras zonas conquistadas.

Organización Político-Administrativa del Territorio

Para asegurar el control del territorio, recaudar impuestos y administrar justicia, los romanos establecieron unidades político-administrativas. Las provincias englobaban a varios conventus y civitates. El número de provincias varió desde las dos iniciales (Ulterior y Citerior) hasta seis en el siglo IV (Baetica, Lusitania, Tarraconensis, Carthaginensis, Gallaecia y Balearica), que formaron la Diócesis de las Hispanias. Los conventus eran demarcaciones jurídicas, administrativas y religiosas dentro de una provincia.

Las civitates eran unidades básicas del sistema romano, formadas por un núcleo urbano y el territorio circundante. Podían ser de varios tipos según su estatuto jurídico.

Lengua y Cultura

Se impuso el latín sobre las lenguas autóctonas, de las que surgirán las lenguas románicas. La religión oficial y el cristianismo se extendieron rápidamente en la Península, a pesar de la aparición de las primeras herejías (priscilianistas) y de las persecuciones ordenadas por algunos monarcas.

Obras Públicas

Se construyeron calzadas, acueductos (como el de Segovia), puentes, teatros y anfiteatros (como el de Mérida), murallas (como la de Lugo) y faros (como la Torre de Hércules).

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