Historia del Pueblo de Israel: La Promesa del Mesías
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La Promesa del Mesías en la Historia de Israel
Un Pueblo en Espera
La historia del pueblo de Israel está fundamentada en una promesa divina de tierra y descendencia, establecida en la alianza con Abraham. Sin embargo, su camino estuvo marcado por grandes dificultades:
- Injusticia social y opresión.
- Constantes guerras y conflictos.
- Alejamiento de Dios a causa del pecado, a pesar del anhelo divino por la felicidad de su pueblo.
A pesar de todo, un pequeño grupo, conocido como "el resto de Israel", que incluía a los profetas, mantuvo viva la esperanza. Nunca perdieron la confianza en que llegaría el Mesías y, con él, el anhelado Reino de Dios.
Recorrido Histórico del Pueblo Elegido
Los Patriarcas y la Promesa
La historia comienza con Abraham, quien recibe de Dios la promesa de una vasta descendencia y una tierra propia. Abraham tuvo dos hijos: Ismael, con su sierva Agar, e Isaac, nacido milagrosamente de su esposa Sara, que era estéril. Isaac, a su vez, tuvo dos hijos: Esaú y Jacob. Aunque Esaú era el primogénito, Jacob, con la ayuda de su madre, recibió la bendición de su padre Isaac mediante un engaño. Jacob tuvo doce hijos, quienes se convirtieron en los patriarcas de las doce tribus de Israel, asentadas inicialmente en la tierra prometida.
Esclavitud en Egipto y el Éxodo
José, el hijo predilecto de Jacob, fue vendido por sus hermanos envidiosos a unos mercaderes que lo llevaron a Egipto. Allí, gracias a su don, ascendió hasta convertirse en gobernador. Años más tarde, una gran hambruna obligó a su familia a trasladarse a Egipto, donde el pueblo de Israel creció y, con el tiempo, fue esclavizado. La liberación llegó a través de Moisés, quien guio a los israelitas fuera de Egipto en un viaje conocido como el Éxodo (que significa "salida"). Durante los 40 años que vagaron por el desierto, Dios entregó a Moisés los Diez Mandamientos en el monte Sinaí. Moisés murió antes de llegar a la tierra prometida, y Josué se convirtió en su sucesor.
La Época de los Jueces y los Reyes
Tras establecerse en la tierra, Israel fue gobernado por líderes carismáticos llamados jueces, como Sansón. Anhelando ser como las naciones vecinas, el pueblo pidió a Dios un rey. El rey David fue uno de los más importantes: unificó el poder militar y religioso, conquistó Jerusalén y la estableció como la capital del reino. Su hijo, el rey Salomón, construyó el majestuoso Templo de Jerusalén, donde se custodió el Arca de la Alianza, que contenía las tablas de los Diez Mandamientos.
El Exilio y el Regreso
Tiempo después, el reino fue conquistado por el Imperio Babilónico, bajo el reinado de Nabucodonosor. El Templo fue destruido y gran parte del pueblo fue deportado. Este período, conocido como el Exilio en Babilonia, fue un tiempo de profunda crisis y reflexión, donde surgieron figuras proféticas como Daniel. Posteriormente, el Imperio Persa, liderado por el rey Ciro, conquistó Babilonia y permitió a los israelitas regresar a Palestina y reconstruir el Templo de Jerusalén.
Bajo el Dominio Romano
Finalmente, Palestina cayó bajo el dominio del poderoso Imperio Romano. Fue en este contexto de ocupación y expectación que se produjo la llegada del Mesías, cumpliendo así la antigua promesa que había sostenido la fe del pueblo de Israel a lo largo de los siglos.