Historia del Teatro Romano: Orígenes y Géneros
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Aspectos Generales
El teatro era para los romanos un espectáculo más en los días de juegos públicos: los Ludi Megalenses, los Ludi Apollinares y los Ludi Romani. Hasta el 55 a. C. Roma no tuvo locales permanentes para las representaciones teatrales, al principio eran al aire libre. Luego se hicieron de madera, y en el 55 a. C. Pompeyo hizo construir el primer teatro de piedra en Roma. La organización recaía en los ediles que pagaban de sus bolsillos todo lo necesario para la obra. Las representaciones se hacían por la tarde, la entrada era gratuita y los espectadores debían dejar mucho que desear en su comportamiento.
Orígenes del Teatro Latino
La primera representación dramática tuvo lugar en el 240 a. C. a cargo de Livio Andrónico, y era una imitación del teatro griego. Pero antes de esto los romanos habían conocido otras representaciones cómicas, un teatro indígena que tenía su origen en las ceremonias de culto y además de ritual estaba basado en la improvisación. Se trata de los “versos fesceninos”, llevados a las celebraciones nupciales en forma de chistes jocosos. También estaban las “sátiras” (una especie de diálogos en los que al ritmo de la música se mezclaban distintos temas y versos), y “las atelanas” en las que los actores representaban con máscaras: el tonto, el bocazas, el abuelo, el jorobado, el truhán… Con Livio Andrónico, estas representaciones son sustituidas por las obras de los griegos que empleaban el procedimiento de la “contaminatio”, que consistía en introducir en la trama de la obra escenas tomadas de otras obras griegas.
Clasificación de los Géneros
Los antiguos llamaban “fábula” a toda pieza teatral. La tragedia tiene como protagonistas a dioses o héroes, su tono es solemne, su lenguaje elevado; la comedia se ocupa del hombre de la calle, su lenguaje es desenfadado, grosero y vulgar con frecuencia. La tragedia con personajes griegos se llama entre los latinos “fabula cothurnata”, la comedia con personajes griegos se llama “fabula palliata”. Más tarde surgen las obras con personajes romanos, a las que se llama “fabula praetextae”, cuando son tragedias, y “fabula togata” cuando son comedias. Se conservan las comedias de Plauto y Terencio (fabula palliata).