Hobbes vs. Locke: Visiones del Contrato Social y el Estado de Naturaleza
Clasificado en Filosofía y ética
Escrito el en español con un tamaño de 2,88 KB
La Filosofía Política de Thomas Hobbes
Para Thomas Hobbes, toda realidad es materia en movimiento. En el caso del hombre, sus leyes psicológicas se reducen a leyes fisiológicas y mecánicas. El instinto de autoconservación y el poder, como medio de satisfacer las necesidades y pasiones, mueven al hombre.
Cuando las pasiones chocan con las de otros seres humanos y no hay ningún poder que las limite, se produce la guerra de todos contra todos. Tal es el estado de naturaleza (E.N.), en el cual el deseo del hombre, que cree tener derecho a todo, choca con otros hombres en posesión de igual derecho.
Las pasiones vienen definidas por la parcialidad, y contra ellas nada pueden los preceptos de la razón. El precepto natural de acuerdo y entendimiento entre hombres no está garantizado ni se cumple; se hace necesario un poder superior que lo imponga.
El Estado viene requerido desde esa necesidad de erigir un poder común y superior que ponga paz a la guerra de todos contra todos mediante un contrato social. Cada individuo entrega y enajena su poder, eligiendo a uno que representa a todos y en quien se aúnan todas las voluntades. Se le reconoce todo el poder. Este pacto es de cada hombre con cada hombre, y así aparece el absolutismo y el poder absoluto del soberano y del Estado, ese Leviatán. El resto de los hombres son solo súbditos.
La Filosofía Política de John Locke
John Locke estima que el hombre es social por naturaleza. Esta naturalidad de la sociedad no impide que el hombre posea una serie de derechos que le son propios por naturaleza. El hombre está en posesión de derechos naturales y anteriores a la sociedad y al Estado.
El estado de naturaleza en el que el hombre vive es de completa libertad e igualdad. En tal estado, el hombre tiene unos derechos; los más importantes son el derecho de seguridad para su existencia y el derecho de propiedad. Los hombres se dan un intercambio de bienes entre ellos de acuerdo con sus derechos y bajo esa ley natural.
Sin embargo, el excesivo interés propio ocasiona una inseguridad que pone en peligro sus vidas y propiedades. Un cálculo racional, en vista al interés propio, reclama un Estado que garantice la vida y los bienes de los hombres al reunirse en estados o comunidades, sometiéndose a un gobierno que es la salvaguarda de sus bienes.
El contrato social por el que se constituye el Estado no es ni un pacto de enajenación de derechos ni de sumisión. El Estado resultante es un estado liberal que permitiría a los individuos hacer uso de sus derechos inalienables.