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10.1. La oposición al sistema liberal: las guerras carlistas. La cuestión foral. Antecedentes
Durante los últimos años de vida de Fernando VII ya se planteó un problema por la sucesión al trono, que tras la muerte del rey, contribuyó a desencadenar una guerra civil en España. En octubre de 1830 nació la princesa Isabel, primera hija de Fernando VII y su cuarta esposa María Cristina de Nápoles. Por la Ley Sálica aprobada por Felipe V en 1713 la corona sólo podía transmitirse entre varones, de tal forma que las mujeres quedaban excluidas y únicamente podían
hacer valer sus derechos al trono en caso de faltar heredero varón en línea directa o colateral. La ley fue derogada por Fernando VII antes del nacimiento de su hija lo que anulaba las aspiraciones del hermano del rey, el infante Carlos María Isidro, respaldado por los absolutistas más intransigentes. Además a fines de 1832 y para evitar males peores el rey Fernando VII tomó tres decisiones: obligó a don Carlos a marchar a Portugal por negarse a reconocer a su sobrina como heredera del trono, destituyó de sus cargos militares a partidarios del infante y ordenó amnistía política para los presos liberales o exiliados. Al fallecer Fernando VII en septiembre de 1833, su hermano reclamó los derechos a la corona en contra de la princesa Isabel de tan solo tres años de edad. Así dará comienzo una cruenta guerra civil que se prolongó hasta 1839 enfrentándose dos posturas opuestas: el carlismo hizo bandera del tradicionalismo absolutista y del mantenimiento de los Fueros tradicionales, de ahí el gran apoyo entre la población vasca y navarra. Los isabelinos eran los abanderados del liberalismo.
Bandos enfrentados:
- Bando isabelino: apoyo de las clases medias urbanas y funcionarios, así como de casi todos los individuos de las elites económicas, políticas y eclesiásticas. Los liberales se hicieron defensores de la causa de Isabel Por tanto apoyaron a la regente, la reina viuda María Cristina de Nápoles.
- Bando carlista: recibió el apoyo de los sectores más tradicionalistas de la sociedad: pequeña nobleza rural, bajo clero, oficiales reaccionarios del Ejército y pequeños propietarios de tierras. El carlismo encontró mayor implantación en navarra, las tres provincias vascas, en la zona norte del río Ebro y en la región castellonense del Maestrazgo. Su ejército estaba integrado casi en su totalidad por voluntarios que procedían del mundo rural.
Sus valores y principios ideológicos eran:
- Defensa del absolutismo regio de origen divino
- Mantenimiento de la sociedad estamental
- Integrismo religioso y defensa de todos los intereses de la Iglesia
- Mantenimiento de los fueros vascos y navarros amenazados por las propuestas igualitarias del liberalismo centralista.
- Inmovilismo ante cualquier tipo de reformas considerando a los liberales enemigos de Dios y del rey.
- Fidelidad a la patria entendida como un conjunto de tradiciones, normas, costumbres y creencias seculares heredadas. Rechazaban las novedades del mundo moderno y se resistían al avance de la industrialización y del capitalismo que, según ellos, ponían en peligro los fundamentos de la sociedad tradicional y rural. El símbolo que adoptaron los partidarios de don Carlos fue la bandera blanca con la Cruz roja de Borgoña o de san Andrés, vieja insignia real utilizada por las tropas de los Habsburgo en el siglo XVI.
Primera Guerra Carlista. Etapas:
1ª etapa: 1833-35
El general carlista Tomás Zumalacárregui dirigió las tropas carlistas utilizando la táctica de guerrillas para controlar espacios rurales aunque falleció en el intento de tomar Bilbao. Nunca consiguieron conquistar grandes ciudades y apenas hubo combates en la mitad sur peninsular. La represión en ambos bandos fue feroz.
2ª etapa: 1836-37
El general liberal Baldomero Espartero lideró el ejército isabelino haciendo fracasar las incursiones carlistas en Castilla, Andalucía, Santander, Asturias y Galicia con el fin de extender los combates a otros territorios y atenuar las consecuencias en territorio vasco-navarro. Los carlistas no encontraron nuevos respaldos entre las poblaciones del centro y sur peninsular.
3ª etapa: 1838-1840
El bando carlista, muy debilitado, y con enfrentamientos internos sufrió continuas derrotas. Los carlistas moderados se mostraron favorables a cualquier intento de solución pacífica del conflicto a cambio de mantener sus fueros frente a los intransigentes que negaban cualquier solución pacífica. La guerra concluyó con la firma del Convenio de Vergara en 1839 suscrito por los generales Maroto y Espartero. Fue un compromiso para buscar la reconciliación de ambos bandos intentando integrar a los derrotados carlistas en el nuevo sistema político creado por los liberales. Los isabelinos reconocieron los grados de oficiales y mandos que habían servido en filas carlistas para facilitar su reinserción en el Ejército regular español. Además incluía una promesa de mantenimiento de los privilegios forales. Sin embargo, en 1841 se aprobaron varias leyes por las cuales Navarra perdía sus aduanas, privilegios fiscales, exenciones militares e instituciones propias como las Cortes, pero a cambio, consiguieron un sistema fiscal muy beneficioso consistente en el pago de un cupo contributivo único anual a la Hacienda estatal. En 1841 las tres provincias vascas también perdieron parte de sus privilegios forales, conservando la excepción del servicio militar. En 1846 se produjo un nuevo recorte de los Fueros vascos con la introducción del “concierto económico” por el que se pactaba la cantidad anual con la que los ciudadanos vascos contribuían a la Hacienda del estado.
10.2. Isabel II: la organización del régimen liberal
Las Regencias (1833-1843)
Al morir Fernando VII en 1833, la princesa Isabel tiene tres años de edad. Asumió la regencia su madre María Cristina de Nápoles entre 1833-1840 apoyándose en los liberales, que son la única fuerza política capaz de sostener los derechos al trono de la princesa Isabel frente a los carlistas.
El primer jefe del gobierno Cea Bermúdez, no estaba dispuesto a realizar mas reformas que las administrativas, con lo que excluía a los más reformistas que, en plena guerra civil, dejaba al régimen sin el apoyo de las ciudades , desuniendo al bando cristino. La presión de los mandos liberales del ejército y de los embajadores de los gobiernos de Francia y Gran Bretaña hacen que en enero de 1834 se nombre jefe de Gobierno a Francisco Martínez de la Rosa , liberal moderado, iniciandose un a tímida apertura política, aunque sin abordar las reformas para sanear la Hacienda, relanzar la actividad económica, democratizar el régimen y ganar la guerra. El cambio más importante fue la aprobación del Estatuto Real que trató de conciliar la tradición absolutista y elementos del constitucionalismo. El Estatuto fue sancionado y firmado por la reina regente quién fijó por escrito el deseo de una transición entre el Antiguo Régimen y el nuevo que no resultara demasiado traumática.
El Estatuto Real era una “carta otorgada” en la que la reina consentía a su lado otros poderes del estado, excluía la soberanía nacional, no regulaba los poderes del rey ni del gobierno ni recogía declaración de derechos. Incorporó un sistema bicameral: Cámara Alta de Próceres
y Cámara Baja de Procuradores que solo podían discutir aquello que se les consultaba, y el Rey podía disolverla a su voluntad. Con la entrada del prestigioso financiero Mendizabal como Secretario de Estado se inició propiamente la revolución liberal Estas medidas no siempre apoyadas por las Cortes, que le obligaron a dimitir. Durante estos años, con la guerra carlista como fondo, se produjo la división del liberalismo español en dos tendencias: moderados y progresistas, aunque ambos grupos colaboraron en la lucha contra el carlismo, mantenían importantes diferencias ideológicas y competían electoralmente. En poco tiempo se inició una práctica que sería habitual en todo el siglo XIX, consistente en que cualquiera de las opciones políticas se atribuía en realidad el monopolio del poder político, de tal modo que en las elecciones imponía un resultado por completo favorable a ella misma.
Los moderados sus propuestas ideológicas más importantes eran:
- Defensa de una autoridad fuerte - Oposición a la democracia y al sufragio universal - Propósito de conjugar la tradición y el progreso - Rechazo de la subversión revolucionaria - Mantenimiento del orden público y la seguridad - Mejorar las relaciones con la Iglesia católica
Los progresistas componían el ala izquierda del liberalismo y sus postulados eran más avanzados:
- Ampliar el derecho a voto - Realizar reformas profundas y rápidas con la intención de ampliar las libertades - Limitación de los poderes y atribuciones del monarca - Desconfianza hacia el clero católico - Reforzamiento de la Milicia Nacional como garantía de las libertades - Compartían con los moderados la aversión a la democracia pues consideraban un peligro integrar a las clases obreras en la vida política por miedo al radicalismo revolucionario.
La incierta evolución de la guerra carlista y la mala situación de la Hacienda pública provocaron un clima de crispación creciente que desembocó en julio de 1836 en rebeliones extendidas por gran parte del estado cuya culminación es la sublevación “motín de los Sargentos de La Granja” en agosto de 1836 que obligó a la regente a restablecer la Constitución de 1812 y entregar el gobierno a los progresistas. Las Cortes Constituyentes decidieron elaborar una nueva Constitución aprobada el 18-VI-1837 con consenso entre moderados y progresistas. Tras el fin de la primera guerra carlista en 1839, desapareció la ultima razón de consenso entre moderados y progresistas, mientras aumentó el prestigio del general progresista Espartero, que aumentó al apoyar los alzamientos de las provincias en 1840 contra el proyecto de Ley de Ayuntamientos que defendían los moderados . La regente María Cristina firmó en julio dicha ley pero el inicio de nuevos desórdenes, insurrección de la Milicia Nacional y la presión progresista la llevan a renunciar a la regencia y marcha al exilio. Se formó un ministerio-regencia presidido por el General Espartero y en 1841 las Cortes lo eligieron Regente. El general Espartero, de talante militarista y personalista, gobernó entre 1841-43 de forma autoritaria, aislándose del progresismo apoyado por algunos altos mandos militares. Además las razones de su fracaso se encuentran el la división del partido progresista, entre los más radicales, partidarios de una mayor democratización del régimen y del acercamiento a sectores populares, y moderados que preferían consolidar el dominio de los sectores de clase media y propietarios, otra causa fue la política económica, al ampliar la desamortización en beneficio de los propietarios se alejó del apoyo popular y su orientación hacia el libre comercio le enfrentó a la industria catalana. La represión brutal contra los barrios obreros de Barcelona en 1842 es la causa directa del pronunciamiento del General Narváez en 1843 y el exilio del general Espartero en Londres. Isabel II es proclamada reina con 13 años de edad, en 1843. La reina era una mujer piadosa y extrovertida, pero carente de la madurez y de la formación necesarias para gobernar al asumir el trono a edad tan temprana.
Década Moderada (1844-54) Ya en los últimos meses de 1843 los moderados habían comenzado a desplazar a los progresistas del poder. Creció la opinión de que era necesario asentar el estado sobre bases firmes, reformando la Constitución de 1837, en vigor. Ramón Mª Narváez, líder del moderantismo isabelino ocupará la presidencia de Gobierno en mayo de 1844 y se mantuvo en el poder hasta 1851 con breves paréntesis (1846-47). Inició una serie de reformas que limitaban las libertades propuestas por los progresistas robusteciendo el poder de la Corona y organizando una administración centralista. Las actuaciones más relevantes que llevaron a cabo los moderados desde el poder fueron:
- 1843 supresión de la Milicia Nacional, sustituida por un nuevo cuerpo de orden público, la Guardia Civil, creada en 1844 con estatus militar y encargada de salvaguardar el orden público y la propiedad privada. - 1845 una ley suprimió el carácter electivo de los Alcaldes, siendo elegidos directamente por el Gobierno. - 1845 control directo por parte del gobierno de la imprenta y la prensa - Aprobación de una nueva Constitución el 23 de mayo de 1845 de carácter moderado sustituyendo el principio de soberanía nacional por la soberanía compartida, limitando el poder de las Cortes y ampliando las prerrogativas reales.- La nueva Constitución declaraba que la religión de la Nación española era la católica, apostólica y romana, frente a la de 1837 que se limitaba a enunciar el hecho de que la religión católica era la que profesaban los españoles. Por entonces, los moderados intentaban restablecer las relaciones con el Papa tras la ruptura provocada por la desamortización de Mendizábal. Se firmó un Concordato en 1851 por el cual el gobierno se comprometió a paralizar las ventas de bienes desamortizados, permitió el regreso de órdenes religiosas suprimidas y cedió al clero el control sobre la enseñanza. A cambio Roma consintió las ventas de bienes desamortizados realizadas y renovó el derecho de presentación de obispos del anterior Concordato de 1753. - Para reorganizar la Administración los moderados se fijaron tres objetivos: crear un orden jurídico unitario , crear una administración centralizada y unificar la Hacienda para lo cual se impusieron nuevas contribuciones directas pero la falta de catastros hizo que fuera elevado el fraude y la evasión fiscal. - 1845 decreto para centralizar la instrucción pública organizando la enseñanza en niveles según el modelo francés.
Bienio Progresista (1854-56)
El escandaloso favoritismo en todos los campos de la vida social y la generalizada corrupción existente en la política económica y financiera de los gobiernos moderados provocaron reacciones y movimientos subversivos en amplios sectores de la opinión liberal que llevaron a la calle a las clases populares. La revolución de 1854 utilizó un pronunciamiento militar para conseguir un cambio en la orientación política. En julio de 1854 un sector del ejército encabezado por el general moderado O`Donnell se pronunció en Vicálvaro, enfrentándose a tropas gubernamentales. El resultado de la acción quedó indeciso y O´Donnell se retiró camino de Andalucía. En Manzanares se le unió el general Serrano y ambos lanzaron un Manifiesto al País con promesas progresistas. Al difundirse las agitaciones proliferan en toda España y el pronunciamiento se convirtió en un movimiento popular y progresista. Antonio Cánovas del Castillo, ante el temor de que volviera a repetirse la represión del final de la Década moderada, consiguió que la reina Isabel II volviera a llamar a Espartero, viejo general progresista, para hacerse cargo del nuevo Gabinete.
Reformas progresistas del bienio:
- Elaboración de una nueva Constitución que no fue promulgada que reflejaba el ideario progresista. - La política económica tuvo como eje la desamortización civil dirigida por el ministro Pascual Madoz que afectaba al 20% del suelo español. La venta de tierras municipales arruinó a muchos ayuntamientos, no solucionó el problema de la deuda pública y perjudicó a los vecinos más pobres que perdieron la utilización de tierras comunales. Así, el intento de obtener fondos públicos para financiar el proceso de industrialización fracasó. - Leyes económicas para atraer capitales extranjeros relanzar la actividad crediticia de los bancos y fomentar el ferrocarril, símbolo de la industrialización y progreso. Creación del Banco de España en 1855.
La preocupación por liberalizar los derechos individuales y el mecanismo electoral, ensanchando la base de los votantes, facilitó que salieran a la luz nuevas corrientes políticas reprimidas en la etapa anterior. A la izquierda del progresismo se consolidaron las opciones demócrata y republicana; ésta recogía a su vez corrientes como el socialismo y el federalismo. También crecieron las esperanzas de un incipiente movimiento obrero que ensayó como formula de acción la huelga general. A la vez, el carlismo volvió a dar señales de vida, promoviendo partidas armadas en el campo. Durante estos dos años la presión sobre el gobierno progresista fue creciendo, aumentó la inseguridad y la conflictividad por las acciones reivindicativas de obreros y campesinos. La crisis se produjo en julio de 1856. O`Donnel dio un golpe de estado contra la mayoría parlamentaria, desplazó del poder al general Espartero y al partido progresista.
Unión liberal y retorno del moderantismo: 1856-1868
Es el último período del reinado de Isabel II y el de más larga duración y el de mayor estabilidad política. Durante este período hubo catorce gobiernos, entre los cuales, Leopoldo O'Donnell y Jornis presidió cuatro gobiernos y Ramón María Narváez presidió tres gobiernos. El general Leopoldo O`Donnell asumió la presidencia de Gobierno con el respaldo de su nuevo partido: la Unión Liberal. Estos gobiernos moderados diagnosticaron el exceso de apertura como la razón causante de todos los males del régimen y acabaron por volver a la Constitución de 1845, con un Acta adicional que reconocía algunos principios progresistas, suprimió la Milicia Nacional y reorganizó los ayuntamientos. Su gobierno fue breve y Ramón Narváez retornó a la jefatura de gobierno hasta 1858 rodeándose del moderantismo más conservador y con el apoyo decidido de la reina. Entre 1858-1863 retornó al gobierno la Unión Liberal, que aprovechó los buenos años de expansión económica para lanzarse a una política de intervenciones internacionales para recuperar prestigio y reconocimiento internacional . En estas intervenciones alcanzó gran popularidad y reconocimiento el general Prim, líder progresista y convencido defensor de la monarquía constitucional. En 1864 volvió Narváez al gobierno y con él, una política conservadora y de represión de las libertades públicas . Esta actitud gubernamental contribuyó a incrementar el aislamiento tanto del partido moderado como de la misma reina, la cual fue perdiendo cada vez más apoyos sociales y políticos. En un amplio grupo político, la actitud moderada provocó la primera idea de marginación respecto a la monarquía de Isabel II. La situación se agravó con la crisis económica general desde 1866 y la feroz represión contra la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil Prim urdió hasta siete planes basados en el sistema de pronunciamiento, pero tras el fracaso del cuartel de San Gil activó una alianza con el partido demócrata a través del Pacto de Ostende sobre dos bases: destrucción de todo lo existente políticamente hablando, y construcción de un orden nuevo por medio de Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal. En septiembre de 1868 se produjo una sublevación militar triunfante que provocó el derrocamiento de Isabel II.
Durante los últimos años de vida de Fernando VII ya se planteó un problema por la sucesión al trono, que tras la muerte del rey, contribuyó a desencadenar una guerra civil en España. En octubre de 1830 nació la princesa Isabel, primera hija de Fernando VII y su cuarta esposa María Cristina de Nápoles. Por la Ley Sálica aprobada por Felipe V en 1713 la corona sólo podía transmitirse entre varones, de tal forma que las mujeres quedaban excluidas y únicamente podían
hacer valer sus derechos al trono en caso de faltar heredero varón en línea directa o colateral. La ley fue derogada por Fernando VII antes del nacimiento de su hija lo que anulaba las aspiraciones del hermano del rey, el infante Carlos María Isidro, respaldado por los absolutistas más intransigentes. Además a fines de 1832 y para evitar males peores el rey Fernando VII tomó tres decisiones: obligó a don Carlos a marchar a Portugal por negarse a reconocer a su sobrina como heredera del trono, destituyó de sus cargos militares a partidarios del infante y ordenó amnistía política para los presos liberales o exiliados. Al fallecer Fernando VII en septiembre de 1833, su hermano reclamó los derechos a la corona en contra de la princesa Isabel de tan solo tres años de edad. Así dará comienzo una cruenta guerra civil que se prolongó hasta 1839 enfrentándose dos posturas opuestas: el carlismo hizo bandera del tradicionalismo absolutista y del mantenimiento de los Fueros tradicionales, de ahí el gran apoyo entre la población vasca y navarra. Los isabelinos eran los abanderados del liberalismo.
Bandos enfrentados:
- Bando isabelino: apoyo de las clases medias urbanas y funcionarios, así como de casi todos los individuos de las elites económicas, políticas y eclesiásticas. Los liberales se hicieron defensores de la causa de Isabel Por tanto apoyaron a la regente, la reina viuda María Cristina de Nápoles.
- Bando carlista: recibió el apoyo de los sectores más tradicionalistas de la sociedad: pequeña nobleza rural, bajo clero, oficiales reaccionarios del Ejército y pequeños propietarios de tierras. El carlismo encontró mayor implantación en navarra, las tres provincias vascas, en la zona norte del río Ebro y en la región castellonense del Maestrazgo. Su ejército estaba integrado casi en su totalidad por voluntarios que procedían del mundo rural.
Sus valores y principios ideológicos eran:
- Defensa del absolutismo regio de origen divino
- Mantenimiento de la sociedad estamental
- Integrismo religioso y defensa de todos los intereses de la Iglesia
- Mantenimiento de los fueros vascos y navarros amenazados por las propuestas igualitarias del liberalismo centralista.
- Inmovilismo ante cualquier tipo de reformas considerando a los liberales enemigos de Dios y del rey.
- Fidelidad a la patria entendida como un conjunto de tradiciones, normas, costumbres y creencias seculares heredadas. Rechazaban las novedades del mundo moderno y se resistían al avance de la industrialización y del capitalismo que, según ellos, ponían en peligro los fundamentos de la sociedad tradicional y rural. El símbolo que adoptaron los partidarios de don Carlos fue la bandera blanca con la Cruz roja de Borgoña o de san Andrés, vieja insignia real utilizada por las tropas de los Habsburgo en el siglo XVI.
Primera Guerra Carlista. Etapas:
1ª etapa: 1833-35
El general carlista Tomás Zumalacárregui dirigió las tropas carlistas utilizando la táctica de guerrillas para controlar espacios rurales aunque falleció en el intento de tomar Bilbao. Nunca consiguieron conquistar grandes ciudades y apenas hubo combates en la mitad sur peninsular. La represión en ambos bandos fue feroz.
2ª etapa: 1836-37
El general liberal Baldomero Espartero lideró el ejército isabelino haciendo fracasar las incursiones carlistas en Castilla, Andalucía, Santander, Asturias y Galicia con el fin de extender los combates a otros territorios y atenuar las consecuencias en territorio vasco-navarro. Los carlistas no encontraron nuevos respaldos entre las poblaciones del centro y sur peninsular.
3ª etapa: 1838-1840
El bando carlista, muy debilitado, y con enfrentamientos internos sufrió continuas derrotas. Los carlistas moderados se mostraron favorables a cualquier intento de solución pacífica del conflicto a cambio de mantener sus fueros frente a los intransigentes que negaban cualquier solución pacífica. La guerra concluyó con la firma del Convenio de Vergara en 1839 suscrito por los generales Maroto y Espartero. Fue un compromiso para buscar la reconciliación de ambos bandos intentando integrar a los derrotados carlistas en el nuevo sistema político creado por los liberales. Los isabelinos reconocieron los grados de oficiales y mandos que habían servido en filas carlistas para facilitar su reinserción en el Ejército regular español. Además incluía una promesa de mantenimiento de los privilegios forales. Sin embargo, en 1841 se aprobaron varias leyes por las cuales Navarra perdía sus aduanas, privilegios fiscales, exenciones militares e instituciones propias como las Cortes, pero a cambio, consiguieron un sistema fiscal muy beneficioso consistente en el pago de un cupo contributivo único anual a la Hacienda estatal. En 1841 las tres provincias vascas también perdieron parte de sus privilegios forales, conservando la excepción del servicio militar. En 1846 se produjo un nuevo recorte de los Fueros vascos con la introducción del “concierto económico” por el que se pactaba la cantidad anual con la que los ciudadanos vascos contribuían a la Hacienda del estado.
10.2. Isabel II: la organización del régimen liberal
Las Regencias (1833-1843)
Al morir Fernando VII en 1833, la princesa Isabel tiene tres años de edad. Asumió la regencia su madre María Cristina de Nápoles entre 1833-1840 apoyándose en los liberales, que son la única fuerza política capaz de sostener los derechos al trono de la princesa Isabel frente a los carlistas.
El primer jefe del gobierno Cea Bermúdez, no estaba dispuesto a realizar mas reformas que las administrativas, con lo que excluía a los más reformistas que, en plena guerra civil, dejaba al régimen sin el apoyo de las ciudades , desuniendo al bando cristino. La presión de los mandos liberales del ejército y de los embajadores de los gobiernos de Francia y Gran Bretaña hacen que en enero de 1834 se nombre jefe de Gobierno a Francisco Martínez de la Rosa , liberal moderado, iniciandose un a tímida apertura política, aunque sin abordar las reformas para sanear la Hacienda, relanzar la actividad económica, democratizar el régimen y ganar la guerra. El cambio más importante fue la aprobación del Estatuto Real que trató de conciliar la tradición absolutista y elementos del constitucionalismo. El Estatuto fue sancionado y firmado por la reina regente quién fijó por escrito el deseo de una transición entre el Antiguo Régimen y el nuevo que no resultara demasiado traumática.
El Estatuto Real era una “carta otorgada” en la que la reina consentía a su lado otros poderes del estado, excluía la soberanía nacional, no regulaba los poderes del rey ni del gobierno ni recogía declaración de derechos. Incorporó un sistema bicameral: Cámara Alta de Próceres
y Cámara Baja de Procuradores que solo podían discutir aquello que se les consultaba, y el Rey podía disolverla a su voluntad. Con la entrada del prestigioso financiero Mendizabal como Secretario de Estado se inició propiamente la revolución liberal Estas medidas no siempre apoyadas por las Cortes, que le obligaron a dimitir. Durante estos años, con la guerra carlista como fondo, se produjo la división del liberalismo español en dos tendencias: moderados y progresistas, aunque ambos grupos colaboraron en la lucha contra el carlismo, mantenían importantes diferencias ideológicas y competían electoralmente. En poco tiempo se inició una práctica que sería habitual en todo el siglo XIX, consistente en que cualquiera de las opciones políticas se atribuía en realidad el monopolio del poder político, de tal modo que en las elecciones imponía un resultado por completo favorable a ella misma.
Los moderados sus propuestas ideológicas más importantes eran:
- Defensa de una autoridad fuerte - Oposición a la democracia y al sufragio universal - Propósito de conjugar la tradición y el progreso - Rechazo de la subversión revolucionaria - Mantenimiento del orden público y la seguridad - Mejorar las relaciones con la Iglesia católica
Los progresistas componían el ala izquierda del liberalismo y sus postulados eran más avanzados:
- Ampliar el derecho a voto - Realizar reformas profundas y rápidas con la intención de ampliar las libertades - Limitación de los poderes y atribuciones del monarca - Desconfianza hacia el clero católico - Reforzamiento de la Milicia Nacional como garantía de las libertades - Compartían con los moderados la aversión a la democracia pues consideraban un peligro integrar a las clases obreras en la vida política por miedo al radicalismo revolucionario.
La incierta evolución de la guerra carlista y la mala situación de la Hacienda pública provocaron un clima de crispación creciente que desembocó en julio de 1836 en rebeliones extendidas por gran parte del estado cuya culminación es la sublevación “motín de los Sargentos de La Granja” en agosto de 1836 que obligó a la regente a restablecer la Constitución de 1812 y entregar el gobierno a los progresistas. Las Cortes Constituyentes decidieron elaborar una nueva Constitución aprobada el 18-VI-1837 con consenso entre moderados y progresistas. Tras el fin de la primera guerra carlista en 1839, desapareció la ultima razón de consenso entre moderados y progresistas, mientras aumentó el prestigio del general progresista Espartero, que aumentó al apoyar los alzamientos de las provincias en 1840 contra el proyecto de Ley de Ayuntamientos que defendían los moderados . La regente María Cristina firmó en julio dicha ley pero el inicio de nuevos desórdenes, insurrección de la Milicia Nacional y la presión progresista la llevan a renunciar a la regencia y marcha al exilio. Se formó un ministerio-regencia presidido por el General Espartero y en 1841 las Cortes lo eligieron Regente. El general Espartero, de talante militarista y personalista, gobernó entre 1841-43 de forma autoritaria, aislándose del progresismo apoyado por algunos altos mandos militares. Además las razones de su fracaso se encuentran el la división del partido progresista, entre los más radicales, partidarios de una mayor democratización del régimen y del acercamiento a sectores populares, y moderados que preferían consolidar el dominio de los sectores de clase media y propietarios, otra causa fue la política económica, al ampliar la desamortización en beneficio de los propietarios se alejó del apoyo popular y su orientación hacia el libre comercio le enfrentó a la industria catalana. La represión brutal contra los barrios obreros de Barcelona en 1842 es la causa directa del pronunciamiento del General Narváez en 1843 y el exilio del general Espartero en Londres. Isabel II es proclamada reina con 13 años de edad, en 1843. La reina era una mujer piadosa y extrovertida, pero carente de la madurez y de la formación necesarias para gobernar al asumir el trono a edad tan temprana.
Década Moderada (1844-54) Ya en los últimos meses de 1843 los moderados habían comenzado a desplazar a los progresistas del poder. Creció la opinión de que era necesario asentar el estado sobre bases firmes, reformando la Constitución de 1837, en vigor. Ramón Mª Narváez, líder del moderantismo isabelino ocupará la presidencia de Gobierno en mayo de 1844 y se mantuvo en el poder hasta 1851 con breves paréntesis (1846-47). Inició una serie de reformas que limitaban las libertades propuestas por los progresistas robusteciendo el poder de la Corona y organizando una administración centralista. Las actuaciones más relevantes que llevaron a cabo los moderados desde el poder fueron:
- 1843 supresión de la Milicia Nacional, sustituida por un nuevo cuerpo de orden público, la Guardia Civil, creada en 1844 con estatus militar y encargada de salvaguardar el orden público y la propiedad privada. - 1845 una ley suprimió el carácter electivo de los Alcaldes, siendo elegidos directamente por el Gobierno. - 1845 control directo por parte del gobierno de la imprenta y la prensa - Aprobación de una nueva Constitución el 23 de mayo de 1845 de carácter moderado sustituyendo el principio de soberanía nacional por la soberanía compartida, limitando el poder de las Cortes y ampliando las prerrogativas reales.- La nueva Constitución declaraba que la religión de la Nación española era la católica, apostólica y romana, frente a la de 1837 que se limitaba a enunciar el hecho de que la religión católica era la que profesaban los españoles. Por entonces, los moderados intentaban restablecer las relaciones con el Papa tras la ruptura provocada por la desamortización de Mendizábal. Se firmó un Concordato en 1851 por el cual el gobierno se comprometió a paralizar las ventas de bienes desamortizados, permitió el regreso de órdenes religiosas suprimidas y cedió al clero el control sobre la enseñanza. A cambio Roma consintió las ventas de bienes desamortizados realizadas y renovó el derecho de presentación de obispos del anterior Concordato de 1753. - Para reorganizar la Administración los moderados se fijaron tres objetivos: crear un orden jurídico unitario , crear una administración centralizada y unificar la Hacienda para lo cual se impusieron nuevas contribuciones directas pero la falta de catastros hizo que fuera elevado el fraude y la evasión fiscal. - 1845 decreto para centralizar la instrucción pública organizando la enseñanza en niveles según el modelo francés.
Bienio Progresista (1854-56)
El escandaloso favoritismo en todos los campos de la vida social y la generalizada corrupción existente en la política económica y financiera de los gobiernos moderados provocaron reacciones y movimientos subversivos en amplios sectores de la opinión liberal que llevaron a la calle a las clases populares. La revolución de 1854 utilizó un pronunciamiento militar para conseguir un cambio en la orientación política. En julio de 1854 un sector del ejército encabezado por el general moderado O`Donnell se pronunció en Vicálvaro, enfrentándose a tropas gubernamentales. El resultado de la acción quedó indeciso y O´Donnell se retiró camino de Andalucía. En Manzanares se le unió el general Serrano y ambos lanzaron un Manifiesto al País con promesas progresistas. Al difundirse las agitaciones proliferan en toda España y el pronunciamiento se convirtió en un movimiento popular y progresista. Antonio Cánovas del Castillo, ante el temor de que volviera a repetirse la represión del final de la Década moderada, consiguió que la reina Isabel II volviera a llamar a Espartero, viejo general progresista, para hacerse cargo del nuevo Gabinete.
Reformas progresistas del bienio:
- Elaboración de una nueva Constitución que no fue promulgada que reflejaba el ideario progresista. - La política económica tuvo como eje la desamortización civil dirigida por el ministro Pascual Madoz que afectaba al 20% del suelo español. La venta de tierras municipales arruinó a muchos ayuntamientos, no solucionó el problema de la deuda pública y perjudicó a los vecinos más pobres que perdieron la utilización de tierras comunales. Así, el intento de obtener fondos públicos para financiar el proceso de industrialización fracasó. - Leyes económicas para atraer capitales extranjeros relanzar la actividad crediticia de los bancos y fomentar el ferrocarril, símbolo de la industrialización y progreso. Creación del Banco de España en 1855.
La preocupación por liberalizar los derechos individuales y el mecanismo electoral, ensanchando la base de los votantes, facilitó que salieran a la luz nuevas corrientes políticas reprimidas en la etapa anterior. A la izquierda del progresismo se consolidaron las opciones demócrata y republicana; ésta recogía a su vez corrientes como el socialismo y el federalismo. También crecieron las esperanzas de un incipiente movimiento obrero que ensayó como formula de acción la huelga general. A la vez, el carlismo volvió a dar señales de vida, promoviendo partidas armadas en el campo. Durante estos dos años la presión sobre el gobierno progresista fue creciendo, aumentó la inseguridad y la conflictividad por las acciones reivindicativas de obreros y campesinos. La crisis se produjo en julio de 1856. O`Donnel dio un golpe de estado contra la mayoría parlamentaria, desplazó del poder al general Espartero y al partido progresista.
Unión liberal y retorno del moderantismo: 1856-1868
Es el último período del reinado de Isabel II y el de más larga duración y el de mayor estabilidad política. Durante este período hubo catorce gobiernos, entre los cuales, Leopoldo O'Donnell y Jornis presidió cuatro gobiernos y Ramón María Narváez presidió tres gobiernos. El general Leopoldo O`Donnell asumió la presidencia de Gobierno con el respaldo de su nuevo partido: la Unión Liberal. Estos gobiernos moderados diagnosticaron el exceso de apertura como la razón causante de todos los males del régimen y acabaron por volver a la Constitución de 1845, con un Acta adicional que reconocía algunos principios progresistas, suprimió la Milicia Nacional y reorganizó los ayuntamientos. Su gobierno fue breve y Ramón Narváez retornó a la jefatura de gobierno hasta 1858 rodeándose del moderantismo más conservador y con el apoyo decidido de la reina. Entre 1858-1863 retornó al gobierno la Unión Liberal, que aprovechó los buenos años de expansión económica para lanzarse a una política de intervenciones internacionales para recuperar prestigio y reconocimiento internacional . En estas intervenciones alcanzó gran popularidad y reconocimiento el general Prim, líder progresista y convencido defensor de la monarquía constitucional. En 1864 volvió Narváez al gobierno y con él, una política conservadora y de represión de las libertades públicas . Esta actitud gubernamental contribuyó a incrementar el aislamiento tanto del partido moderado como de la misma reina, la cual fue perdiendo cada vez más apoyos sociales y políticos. En un amplio grupo político, la actitud moderada provocó la primera idea de marginación respecto a la monarquía de Isabel II. La situación se agravó con la crisis económica general desde 1866 y la feroz represión contra la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil Prim urdió hasta siete planes basados en el sistema de pronunciamiento, pero tras el fracaso del cuartel de San Gil activó una alianza con el partido demócrata a través del Pacto de Ostende sobre dos bases: destrucción de todo lo existente políticamente hablando, y construcción de un orden nuevo por medio de Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal. En septiembre de 1868 se produjo una sublevación militar triunfante que provocó el derrocamiento de Isabel II.