Hume: Desmontando la Metafísica – Percepción, Sustancia y el Yo

Clasificado en Filosofía y ética

Escrito el en español con un tamaño de 4,49 KB

La Crítica Empirista de Hume a los Conceptos Metafísicos

David Hume, figura central del empirismo, se pregunta por la idea de sustancia recurriendo a su criterio de verdad para determinar la validez de una idea. Según Hume, una idea es verdadera si se corresponde con una impresión; si no, es falsa. Él postula solo dos tipos de impresiones:

  • Impresiones de sensación: Derivadas directamente de los sentidos (vista, oído, tacto, gusto, olfato).
  • Impresiones de reflexión: Derivadas de nuestras experiencias internas (emociones, pasiones).

La Refutación de la Idea de Sustancia

No existe ninguna impresión de sensación que se corresponda con la idea de sustancia, ya que esta no posee cualidades sensibles: no es un olor, un color, un sabor; no podemos verla, oírla ni tocarla. Lo que sí podemos oír, ver y tocar son los accidentes de la sustancia, pero no la sustancia misma. La idea de sustancia, al no tener ninguna impresión que la respalde, es considerada por Hume una idea falsa.

Según Hume, la idea de sustancia es una creación de la imaginación, una simple colección de ideas simples unidas por la imaginación, que se relacionan por principios de asociación, como la contigüidad y la causalidad (aunque el texto original menciona "acusación", se interpreta como una referencia a la asociación de ideas).

La Creencia en Objetos Externos y la Percepción

Tendemos a creer en la existencia de cuerpos externos, independientemente de nuestras percepciones. Esto ocurre ya sea porque consideramos que las percepciones y los objetos son idénticos, o porque pensamos que los objetos externos causan nuestras impresiones. Sin embargo, un análisis de esta cuestión revela que tal creencia es infundada.

La verdad es que estamos confinados a nuestras propias percepciones, ya que son lo único que nuestra mente nos muestra. Estas percepciones se dividen, como ya se mencionó, en:

  • Impresiones: Contenidos mentales vívidos y directos.
  • Ideas: Copias menos vívidas de las impresiones, formadas en nuestra mente.

Tanto las impresiones como las ideas son, en última instancia, meros contenidos mentales.

El Principio de Causalidad y su Aplicación Ilegítima

Si intentáramos aplicar el principio de causalidad para demostrar que las impresiones son causadas por objetos externos, esta aplicación sería ilegítima. Esto se debe a que solo tenemos constancia de nuestras propias impresiones, y no podemos "salir" de ellas para observar la conexión causal entre un objeto externo y nuestra percepción. Hume atribuye la creencia en la existencia de objetos externos a la imaginación, basándose en la coherencia y constancia de nuestras percepciones.

La razón, sin embargo, no puede ser el fundamento de esta creencia, ya que no se puede recurrir al principio de causalidad ni a la idea de sustancia para justificar la existencia de objetos externos. No hay ninguna justificación racional para esta creencia.

El Yo y la Identidad Personal

Al no haber justificación racional para la existencia de objetos externos, Hume se apoya en la imaginación. Para él, la imaginación había sido un pilar fundamental en el desarrollo de todas las actividades mentales. Aunque con el racionalismo de Descartes dejó de ser un principio vital, para Hume sigue siendo un principio de conocimiento fundamental en la vida cotidiana.

Rechazando la idea de sustancia, tampoco podemos sostener la idea de alma o de un yo sustancial. Esto se debe a que no existen impresiones invariables y constantes que correspondan a la idea del yo. Lo que nos lleva a atribuir identidad y simplicidad al yo es una confusión entre la identidad (permanencia) y la sucesión (cambio constante) de nuestras percepciones.

Conclusiones sobre la Causalidad y la Experiencia

En resumen, si la idea de sustancia es falsa (ya sea que se refiera a una sustancia externa o a una sustancia infinita), los argumentos basados en el principio de causalidad son ilegítimos cuando se aplican más allá de la experiencia. La causalidad, para Hume, es una expectativa basada en la costumbre y la repetición de eventos, no una conexión necesaria que podamos conocer racionalmente o que nos permita inferir la existencia de realidades metafísicas.

Entradas relacionadas: