Hume: Inferencia Causal, Percepción y los Límites del Conocimiento
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Límites de la Inferencia Causal y la Naturaleza de la Realidad en Hume
Nuestra certeza sobre hechos no observados no se apoya en un conocimiento directo de estos, sino en la creencia. Pero, ¿hasta dónde es posible extender esta certeza y esta creencia basadas en la inferencia causal?
La inferencia causal solamente es aceptable entre impresiones. Podemos pasar de una impresión a otra, pero no de una impresión a algo de lo cual nunca ha habido impresión o experiencia.
La Realidad Exterior
La inferencia de la existencia de los cuerpos como una realidad distinta y exterior a las impresiones, justificada por una inferencia causal (como en Locke), es inválida. Esto se debe a que no va de una impresión a otra, sino de las impresiones a una realidad más allá de ellas, de la que no tenemos experiencia. La creencia en la existencia de una realidad distinta de nuestras impresiones es injustificable apelando a la idea de causa.
La Existencia de Dios
A juicio de Hume, esta inferencia es injustificada por la misma razón: porque va de nuestras impresiones a Dios. No sabemos de dónde vienen nuestras impresiones, ni podemos saberlo; pretender contestar a esta pregunta es ir más allá de las impresiones, y estas constituyen el límite de nuestro conocimiento.
El Yo y la Identidad Personal
La existencia del yo como sustancia no puede justificarse apelando a una pretendida intuición, sino que las impresiones se suceden unas a otras de manera ininterrumpida. Si alguna impresión originara la idea del yo, tal impresión habría de permanecer invariable; sin embargo, no hay impresiones constantes e invariables.
Para explicar la conciencia de la propia identidad, Hume recurre a la memoria: gracias a ella reconocemos la conexión existente entre las distintas impresiones que se suceden.
Fenomenismo y Escepticismo Humeano
Las impresiones aisladas son datos primitivos a los cuales no cabe buscar justificación alguna; son los elementos últimos que constituyen un punto de partida absoluto. Las percepciones aparecen asociadas entre sí, sin que sea posible descubrir conexiones reales entre ellas, sino solo su contigüidad.
No es posible, pues, encontrar un fundamento real de la conexión de las percepciones: no conocemos una realidad exterior distinta de las percepciones, ni tampoco conocemos una sustancia pensante o yo como sujeto de las mismas. Solo conocemos las percepciones, los fenómenos.