Iglesia Católica y Nazismo: Del Concordato de 1933 a la Encíclica Mit brennender Sorge

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Los Católicos Alemanes y la Relación con el Nazismo

La Constitución de la República de Weimar había establecido la separación entre la Iglesia y el Estado. El ascenso de los nazis al poder en 1933 provocó la inmediata protesta de los obispos alemanes contra el programa del nacionalsocialismo. Sin embargo, los nuevos gobernantes trataron de pacificar los ánimos con el fin de ganar un tiempo que les era necesario para consolidarse en el poder.

El Concordato de 1933

Se llegó a un Concordato en 1933 entre la Santa Sede y el Reich alemán. Según el acuerdo:

  • El Estado alemán permitía el ejercicio público de la religión católica.
  • Se reconocía a la Iglesia la independencia para dirigir y administrar con libertad los asuntos de su competencia.
  • Se garantizaba a la Santa Sede la comunicación con sus obispos.
  • Se le reconocía libertad en el nombramiento de cargos eclesiásticos.
  • Se daba entrada a la enseñanza de la religión en la escuela primaria.
  • Se autorizaba a la Iglesia para establecer facultades de Teología en todas las Universidades alemanas.

Por su parte, el Estado podría ejercer el veto sobre el nombramiento de obispos por motivos políticos, y los obispos electos debían prestar juramento de lealtad al Reich y al Führer.

No ha faltado quien en la interpretación de estos acuerdos ha querido ver una aprobación encubierta del nacionalsocialismo por la Santa Sede, conclusión a la que solo es posible llegar desfigurando los hechos. Conviene recordar que fue el Gobierno alemán quien tomó la iniciativa. Por tanto, como manifestó públicamente el propio Pío XI, de haberse negado a conversar, hubiera recaído sobre la Santa Sede la responsabilidad de abandonar a los católicos alemanes a su suerte.

La Condena del Nazismo: Mit brennender Sorge

En 1937, el Papa Pío XI condenaba abiertamente al nazismo por su ideología pagana y anticristiana mediante la encíclica Mit brennender Sorge ('Con ardiente preocupación'). Fue introducida clandestinamente en Alemania y, de este modo, el Domingo de Ramos (21 de marzo de 1937) se pudo leer en todas las iglesias católicas del país.

La reacción por parte del régimen nazi no se hizo esperar: en las semanas siguientes, fueron encarcelados más de mil católicos. También fueron disueltas las organizaciones juveniles católicas y, en 1939, se prohibió la enseñanza religiosa en las escuelas.

La Expansión Nazi

Objetivos Ideológicos: Mein Kampf y Lebensraum

En su obra Mein Kampf ('Mi Lucha'), Adolf Hitler ya se proponía congregar a todos los alemanes en un único Reich, para lo que creyó necesario encontrar el Lebensraum (espacio vital) en el que asentarse, principalmente a costa de los territorios del Este de Europa. Tal objetivo era solo la primera parte de un proyecto que se remataba con la búsqueda de la hegemonía mundial. Era evidente que dichos objetivos no podrían llevarse a cabo sin perturbar gravemente el orden internacional establecido tras la Primera Guerra Mundial.

Primeros Pasos y Ruptura del Orden Internacional

La colaboración inicial de Stalin (Pacto Ribbentrop-Mólotov en 1939) y la política de apaciguamiento seguida por las democracias occidentales (Gran Bretaña y Francia) facilitaron los planes del Führer en la creación de la 'Gran Alemania'. Esto se materializó entre 1938 y 1939 con la anexión de Austria (Anschluss), los Sudetes de Checoslovaquia (Acuerdos de Múnich) y, finalmente, la invasión de Polonia, que desencadenó la Segunda Guerra Mundial.

Asentado en Alemania el régimen totalitario, en el verano de 1933, las apariencias parecían indicar que Hitler se aproximaba temporalmente a los planteamientos internacionales aceptados por Gran Bretaña, Francia e Italia. Al amparo de la Sociedad de Naciones, los cuatro ratificaron el Pacto de Locarno y los acuerdos Briand-Kellogg. Pero, además de su escasa credibilidad, el buen entendimiento fue muy efímero, pues en octubre de ese mismo año, Alemania se retiró de la Conferencia de Desarme y de la Sociedad de Naciones.

Reconfiguración de Alianzas

Por otra parte, la firma del pacto de no agresión germano-polaco en enero de 1934 (que rompía la tradicional alianza franco-polaca) llevó a Francia a reforzar sus relaciones diplomáticas y militares con Yugoslavia y Checoslovaquia (la Pequeña Entente), y también a aproximarse a la URSS, nación que ingresaría en la Sociedad de Naciones en 1934 gracias, en parte, al apoyo francés.

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