Iglesia y Estado en la España del Siglo XIX: Reformas Liberales y Poder Eclesiástico

Clasificado en Historia

Escrito el en español con un tamaño de 7,94 KB

La Lucha entre Absolutismo y Liberalismo: El Papel de la Iglesia (1814-1823)

Tras la restauración del absolutismo en 1814, se produjeron diversos pronunciamientos militares en contra de esta forma de gobierno. Finalmente, en 1820, el pronunciamiento liderado por Rafael del Riego triunfó. Esto dio paso a la llegada al poder de los liberales, iniciando el periodo conocido como Trienio Liberal (1820-1823).

Durante este tiempo, el gobierno liberal emprendió una importante obra reformista destinada a abolir las estructuras del Antiguo Régimen. Se aprobó una reforma eclesiástica que incluía la supresión de numerosos conventos y la secularización de los frailes. Además, se llevó a cabo una desamortización de tierras pertenecientes al clero regular, las cuales pasaron a ser propiedad del Estado para su posterior venta a particulares. Con estas medidas se pretendía limitar el poder económico de la Iglesia, obtener recursos para la Hacienda pública y potenciar la producción agraria.

Sin embargo, este gobierno enfrentó una fuerte oposición, incluyendo revueltas contrarrevolucionarias apoyadas en parte por la Iglesia católica, la cual se veía perjudicada por medidas como la supresión del diezmo y la pérdida de privilegios. La intervención extranjera (los Cien Mil Hijos de San Luis) puso fin al Trienio Liberal, restaurando el absolutismo. La Iglesia recuperó parte de su poder tras la caída de los liberales.

Las Grandes Desamortizaciones y la Reacción Moderada (1833-1854)

No obstante, tras la muerte de Fernando VII y el estallido de la Primera Guerra Carlista, el bando liberal se consolidó. Durante la regencia de María Cristina, con el liberal progresista Juan Álvarez Mendizábal al frente del gobierno (1835-1836), se emprendió una profunda reforma agraria. Esta incluyó la aprobación de los decretos de desamortización de bienes eclesiásticos (primero los del clero regular) y la supresión de las congregaciones religiosas (excepto las dedicadas a la enseñanza y la asistencia hospitalaria).

Esta reforma privó a la Iglesia de una fuente fundamental de ingresos y propiedades, afectando primero a los bienes del clero regular (órdenes monásticas) y posteriormente, aunque con menor intensidad en esta fase, a los del clero secular (sacerdotes diocesanos).

Posteriormente, durante la Década Moderada (1844-1854), tras las elecciones de 1844 que llevaron a los moderados al poder, el Estado buscó recomponer las relaciones con la Iglesia, muy deterioradas por las desamortizaciones. Este acercamiento culminó con la firma del Concordato con la Santa Sede en 1851. Mediante este acuerdo, se suspendió la venta de los bienes eclesiásticos desamortizados que aún no se habían vendido, el Estado se comprometió al sostenimiento económico del culto y del clero, y se le otorgaron a la Iglesia amplias competencias en materia de educación y control de la moral pública.

Nuevas Reformas y la Persistencia de la Influencia Eclesiástica (1854-1874)

La Década Moderada fue sucedida por el Bienio Progresista (1854-1856). Durante este breve periodo, se retomó la política reformista. Las Cortes aprobaron una nueva Ley General de Desamortización (1855), impulsada por el ministro Pascual Madoz. Esta ley, conocida como Desamortización de Madoz, afectó no solo a los bienes eclesiásticos que quedaban sin vender, sino también, y principalmente, a los bienes civiles (propiedades de los municipios -propios y comunes- y del Estado).

A lo largo del siglo XIX, uno de los problemas crónicos de la Hacienda Pública española fue la dificultad para obtener ingresos suficientes para cubrir los gastos corrientes y pagar los intereses de la creciente deuda pública. Una de las causas que contribuían a este déficit era el mantenimiento de ciertos privilegios fiscales, aunque la exención total del clero fue progresivamente eliminada por las reformas liberales. La reforma tributaria de Mon-Santillán (1845), durante la Década Moderada, buscó racionalizar y modernizar el sistema fiscal, estableciendo impuestos directos e indirectos más homogéneos, lo que en principio afectaba a toda la población según su capacidad económica, aunque persistieron desigualdades.

La Iglesia durante la Restauración Borbónica (1874-Principios S.XX)

A pesar de la configuración del Estado liberal a lo largo del siglo XIX y las medidas que afectaron a la Iglesia (leyes desamortizadoras, supresión de conventos, eliminación del diezmo), esta institución mantuvo una considerable influencia. Si bien el cierre de conventos redujo drásticamente el número de miembros del clero regular y las desamortizaciones disminuyeron su poder económico directo (causando cierto empobrecimiento en el bajo clero), sus fuertes vínculos con la Corona y las clases altas le permitieron conservar e incluso recuperar influencia social. La Iglesia continuó dominando la enseñanza durante largos periodos y participando activamente en la vida política.

Asimismo, la Iglesia mantuvo un gran poder social e ideológico. Las prácticas religiosas (misas, procesiones, sacramentos como bodas y bautizos) seguían marcando el ritmo de la vida social en gran parte del país. Mientras tanto, las altas jerarquías del clero secular (obispos, arzobispos) lograron conservar en buena medida su estatus y riqueza.

Con la llegada de la Restauración borbónica (1874), la Iglesia católica vio reforzada su posición. La Constitución de 1876, aunque reconocía cierta tolerancia religiosa en el ámbito privado, declaró el catolicismo como la religión oficial del Estado. Este se comprometió a garantizar el sostenimiento del culto y del clero y otorgó nuevamente a la Iglesia un papel preponderante en el control de la educación.

Dentro del sistema del turno dinástico de la Restauración, existían matices en la relación Iglesia-Estado según gobernara el Partido Conservador de Antonio Cánovas del Castillo o el Partido Liberal de Práxedes Mateo Sagasta. Mientras Cánovas defendía un Estado confesional católico y mantenía una estrecha alianza con la jerarquía eclesiástica, Sagasta y los liberales, aunque sin romper con la Iglesia, se inclinaban más hacia una sociedad laica y eran partidarios de una mayor separación Iglesia-Estado y de restringir algunos privilegios eclesiásticos.

No obstante, durante todo este periodo, la Iglesia mantuvo un poder considerable gracias a sus estrechas relaciones con la Corona y las élites, y a su enorme influencia a través del sistema educativo. A principios del siglo XX, durante la crisis de la Restauración, el gobierno liberal de José Canalejas intentó limitar la influencia de las órdenes religiosas. En 1910 promovió la denominada Ley del Candado, que prohibía temporalmente el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España, aunque su efectividad fue limitada.

Hitos Clave en las Reformas Agrarias y Eclesiásticas

  • Periodo Pre-1833 (Trienio Liberal): Ley que incorpora al Estado los bienes de monasterios y conventos disueltos por las Cortes.
  • Regencias (1833-1843): Desamortización de Mendizábal (1836-1837), centrada en bienes del clero regular (disolución de órdenes religiosas, excepto algunas). Ley de Bienes Nacionales.
  • Década Moderada (1844-1854): Paralización de las ventas de bienes desamortizados no vendidos (Concordato de 1851). Reforma fiscal Mon-Santillán (1845).
  • Bienio Progresista (1854-1856): Ley General de Desamortización de Madoz (1855), afectando a bienes eclesiásticos restantes y, sobre todo, a bienes civiles (municipales).

Entradas relacionadas: