La igualdad en la educación: de la homogeneidad a la diversidad

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Pedagogía

La escuela y la igualdad: La escuela que conocemos se organizó como un medio de distribuir conocimientos a todos, y de producir una cultura común que garantizara la inclusión en una sociedad integrada.

La idea de 'escuela pública' como un espacio común proponía una igualdad en el trato a cada uno de sus alumnos/as.

Igualdad moderna, el establecimiento de la igualdad ante la ley, fue un paso importante para instituir una necesidad basada en principios igualitarios: todos los seres humanos nacen iguales y tienen iguales derechos.

La afirmación de la igualdad como principio constitutivo de la sociedad es uno de los principios de las repúblicas modernas, un principio que no siempre se ha cumplido pero que actúa como horizonte orientador de las prácticas, y como un sentido de lo que es una 'vida buena' para todos.

La escuela sarmentiana: igualar es lo mismo que homogeneizar

Recordar que la igualdad no es un concepto unívoco resulta útil para pensar la forma en que procesamos esta voluntad de igualar desde el sistema educativo. La escuela fue un medio importantísimo para conformar una ciudadanía letrada que se sintió parte de una comunidad inclusiva. La igualdad se volvió equivalente a la homogeneidad, a la inclusión indistinta en una identidad común, que garantizara la libertad y la prosperidad general. El problema radicó en que quienes persistían en afirmar su diversidad fueron muchas veces percibidos como un peligro para esta identidad colectiva, o como sujetos inferiores que aún no habían alcanzado el mismo grado de civilización. El problema puede empezar a aclararse si cuestionamos esa equivalencia entre igualdad y homogeneidad, desigualdad y heterogeneidad.

El desplazamiento de la igualdad a la diversidad

Este consenso sobre la necesidad pedagógica homogeneizante como la vía hacia la igualdad comenzó a quebrarse en la posdictadura, cuando se hicieron más visibles las marcas autoritarias de esta forma escolar. Políticas educativas se han ejecutado con la premisa de atender a la diversidad, partiendo del supuesto de que es necesario realizar una desigualdad provisoria o un trato diferenciado para lograr más tarde una igualdad en el punto de llegada.

La aparición de la noción de diversidad en un contexto fuertemente desigualador permite interrogarnos sobre cómo se procesa la igualdad en nuestro país y cómo se está pensando hoy. En Argentina la 'diversidad' es leída, a veces, como un indicador de extrema pobreza o de discapacidad manifiesta; lejos de ser un valor afirmativo sobre el que lo enuncia parece referir a una desigualdad total sobre la que hay poco por hacer. La escuela siempre trabajó con la diversidad. El problema puede empezar a aclararse si cuestionamos esa equivalencia entre igualdad y homogeneidad, y desigualdad y heterogeneidad.

Igualdad, diversidad y fracaso escolar

Uno de los ámbitos en que se manifiestan estas tensiones es en la cuestión del fracaso escolar. El mirar lo que aprenden los chicos, desde una u otra óptica determina pronósticos acerca del éxito o fracaso en los aprendizajes, y por lo tanto en el futuro que se les augura. Una diferencia es significada como un retraso no deseable.

La igualdad como punto de partida: condiciones para la escuela

Que haya sujetos que pueden educarse depende de lo que hagamos con ellos en la escuela, no solo lo que haga la familia o la sociedad: depende de cómo los recibimos y los alojamos en una institución que los consideró iguales, con iguales derechos a ser educados y a aprender.

Pensar a los niños y adolescentes desde un lugar de iguales no significa considerar los iguales. Es considerarlos tan iguales que creemos que vale la pena prepararlos para esa tarea de renovar el mundo común. Considerarlos iguales es no renunciar a enseñar, es enseñar mejor, poniendo a los chicos en contacto con mundos a los que no accederían si no fuera por la escuela, a mundos de conocimientos, de lenguajes disciplinarios y de culturas diferentes; es confiar en que ellos pueden pero que solos no pueden. Los creemos iguales, capaces, valiosos para nuestras vidas y para la sociedad toda.

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