La imagen de la divinidad y la emancipación del ser humano en la filosofía
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1.2 La imagen de la divinidad
En el politeísmo grecorromano, los dioses se parecían a los seres humanos y su comportamiento reflejaba las maldades y virtudes humanas. Por el contrario, el cristianismo creía en un dios espiritual, todopoderoso y dotado de perfección, que había creado al hombre a su imagen y semejanza. Este dios se encarnó en Jesucristo y moriría y viviría humanamente para traer un mensaje de salvador.
El cristiano incorpora el concepto de un dios personal, con el que el hombre puede mantener una relación a través de la oración. A causa del pecado original de Adán y Eva, por desobedecer la voluntad de Dios, todo ser humano nace con una mancha que deberá limpiar a través del bautismo. De este modo, se compromete a hacer un buen uso de la libertad que le ha sido otorgada por Dios, siguiendo los mandamientos y llevando a cabo una vida inspirada en el amor al prójimo.
Este sentimiento de amor universal hacia el resto de los seres humanos dará lugar a una idea novedosa: la necesidad de saber perdonar a quien nos ofende, de la misma manera que el hombre reconoce su imperfección. Durante la Edad Media, grandes teólogos como Aquino y Agustín de Hipona destacaron en la elaboración de una filosofía cristiana. El objetivo era hacer más comprensibles cuestiones controvertidas como, por ejemplo, de qué manera había que entender la relación entre razón y fe. En esta época, según expresión de Juan Damasceno, la filosofía tiene como función estar al servicio de la teología.
1.4 La emancipación del ser humano (Ilustración)
Los ilustrados afirmaban que todo el saber heredado de la tradición debe someterse a la crítica de la razón, que pasa a constituirse en el tribunal que establece qué creencias se mantendrían y cuáles no. Su lema era "sapere aude": atrévete a saber, piensa por ti mismo y utiliza tu razón para llegar a tus propias conclusiones.
Esta confianza en las posibilidades del ser humano alimentó la idea de que la humanidad se habría situado en la vía de un progreso que prometía ser ilimitado. De este modo, las reivindicaciones políticas forman parte de la lucha por la emancipación humana al ponerse en cuestión la legitimidad del Antiguo Régimen en el orden sociopolítico vigente hasta entonces.