Impacto de la competencia en el sector hotelero
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Competencia en el sector hotelero
Una ciudad con dos establecimientos hoteleros de cuatro estrellas que se encuentran situados en el centro de una misma calle. No es sorprendente que el hecho de compartir localización y categoría implicará que los consumidores perciban el producto ofrecido por ambos competidores como altamente sustitutivo.
Como cualquier otra empresa, los hoteles tienen restricciones de capacidad. Concretamente, el hotel 1 dispone de cien habitaciones (q˜1 = 100) mientras que el hotel 2 dispone de doscientas habitaciones (q˜2 = 200).
Supongamos además que ambas empresas (i = 1, 2) se enfrentan a unos costes similares (expresado en euros) de Ci = 20qi, con lo que el coste marginal del uso de una habitación es igual a 20 euros. Consideremos una demanda para el mercado local Q = 2000 − 20P. Tal y como mostramos en el Cuadro 4.1, un precio de 85 euros por habitación implicaría una demanda de mercado de 300 habitaciones, que podría ser repartido entre ambas empresas según su capacidad. Podemos preguntarnos ahora si este es un equilibrio de Nash o, por el contrario, las empresas se encuentran incentivadas a recortar los precios de acuerdo a las predicciones del modelo de Bertrand.
Ajustes de precios y equilibrio de Nash
Supongamos que el hotel 1 reduce 5 euros el precio de las habitaciones. Las restricciones de capacidad de cada uno de los hoteles implicarían un exceso de demanda de mercado (Q > q˜1 + q˜2). En este caso la demanda residual para dicho hotel sería superior a su capacidad (q1 = 200 > q˜1) y, además, el beneficio se reduciría (a un nivel π1(P = 80) = 6000). La situación sería similar para el hotel 2 al reducir el precio de las habitaciones por la supuesta guerra de precios. Así pues, un precio de 85 euros corresponde a un equilibrio de Nash al no existir incentivo por parte de ninguna de las empresas a cambiar de precio. Este equilibrio tampoco será efectivo si, como suele ser habitual, las empresas venden productos con cierto grado de diferenciación.
Diferenciación y competencia
Así, por ejemplo, la diferenciación de uno de los hoteles podría consistir en su piscina climatizada y en la calidad de su gimnasio. El otro hotel podría ofrecer acceso a su spa y regalar al cliente una botella de cava a su llegada. Las empresas también pueden diferenciarse en su ubicación. En este sentido, un hotel podría situarse al principio de la calle, mientras que el otro podría situarse al final. Siguiendo a Hotelling (1929), la diferenciación espacial puede ayudarnos a entender cómo se alcanzará el equilibrio.
Prácticas colusorias y competencia
Los acuerdos colusivos se encuentran estrictamente prohibidos en gran parte de los países del mundo debido al efecto dañino sobre la sociedad. En efecto, como vimos en la Sección 1.4, el poder de monopolio tenderá a generar pérdidas sociales irrecuperables. Además, desde una perspectiva dinámica, la falta de competencia reducirá los incentivos para innovar en procesos de producción, en productos, y en mejorar la calidad de los mismos. Así pues, si se permiten los cárteles, nos acabaremos encontrando con situaciones en que se pagan precios elevados por los productos de escasa calidad.
Las prácticas colusorias se encuentran prohibidas en la UE y España por el artículo 1 de la Ley 15/2007 de Defensa de la Competencia respectivamente. Dicha normativa detalla las conductas perseguidas por la Comisión Europea y la CNMC. Concretamente, se persiguen prácticas tales como acuerdos sobre el precio final, sobre variaciones en precios, y sobre aplicación de comisiones o descuentos. También se investigan los acuerdos sobre precios de reventa (entre un productor y los distribuidores). Por otra parte, también se encuentran perseguidos los pactos de cuotas de producción para determinado mercado. Una conducta similar y más fácil de monitorizar por parte los participantes consiste en el simple reparto por territorio, de modo que cada empresa se compromete a limitar su producción a la demanda existente en una zona convirtiéndose, de esta manera, en un monopolio local. Algo parecido ocurre cuando las empresas se reparten los clientes por sectores económicos o tipología de los mismos.