Impacto de la Proliferación de Residuos Sólidos y Sustancias Tóxicas en la Salud Pública

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La Proliferación de Residuos Sólidos y la Crisis del Reciclaje

La explosión de los residuos sólidos, tanto urbanos (domésticos, industriales y terciarios) como agroindustriales, muchos de ellos de muy difícil reciclaje y de carácter tóxico, se aceleró en la segunda mitad del siglo XX.

Este fenómeno fue impulsado, primero, por la intensificación de los procesos de metropolización, pero también por el fuerte incremento de la producción industrial. Los residuos de muchos sectores de la actividad terciaria son indudablemente menores, pero esta actividad no es en absoluto inocua a este respecto.

El Impacto del Consumo y la Distribución

De hecho, la importante expansión que experimentó la gran distribución comercial en las últimas décadas del siglo XX ha contribuido decisivamente a la proliferación de residuos sólidos. Esto se debe al sobreembalado y sobreempaquetado de los alimentos preparados industrialmente y transportados a larga distancia.

Igualmente, el fuerte crecimiento de la producción y distribución a gran escala ha hecho inviable (por falta de rentabilidad) la retornabilidad y reutilización de los envases, que anteriormente eran de vidrio y recorrían distancias cortas. Esto ha provocado una evolución espectacular en el uso de envases de plástico, no retornables y difícilmente reciclables.

Todo lo cual ha comportado ahorros considerables para el productor y el distribuidor, pero ha cargado las cuentas del coste de la recogida de unos residuos urbanos en ascenso imparable sobre los contribuyentes, mientras que grandes actores empresariales hacen negocio con su recolección y tratamiento. Una actividad que antes se realizaba por pequeños actores, que ayudaban al reciclaje y al cierre, en gran medida, de los ciclos de materiales.

Consecuencias de la Expansión Metropolitana

El hecho de que los kilómetros recorridos por los residuos sean crecientes, debido a la expansión de las metrópolis, es otro factor más que contribuye al encarecimiento de la recogida y tratamiento de los mismos. Los vertederos cercanos se colmatan o dejan de ser asumibles por la “opinión pública”, mientras que se acometen programas de incineración de residuos con el fin de reducir fuertemente su volumen y, de paso, ayudar a su “valorización” energética; el nuevo eufemismo que implica, además, aporte energético fósil para llevarlo a cabo.

Lo cual transforma el grueso de esos residuos sólidos en residuos gaseosos, algunos altamente peligrosos (dioxinas, furanos), pero invisibles. En suma, se renuncia en gran medida al reciclaje, al tiempo que se incrementa la contaminación. Incluso la muy “ecológica” UE promueve ya descaradamente esta “solución” (González, 2008).

La Expansión de la Industria Química y sus Consecuencias para la Salud

Por otro lado, en los últimos 50 años del siglo XX, asistimos a una expansión verdaderamente impresionante de la industria química, que ha generado, aparte de un estallido de la producción de plásticos (petroquímica), muy difíciles, como decimos, de tratar y reciclar, una enorme variedad de sustancias sintéticas de carácter tóxico y persistente.

En la actualidad, podemos decir que circulan libremente por el mundo unas 140.000 sustancias químicas de carácter más o menos nocivo. Sustancias que se han sacado al mercado y se han comercializado sin ninguna, o mínimas, medidas de seguridad. El principio de precaución brilla por su ausencia.

Riesgos para la Salud por Exposición Ambiental

De esta forma, se desconoce la peligrosidad de muchas sustancias químicas existentes. Y ello ha provocado que las enfermedades por exposición ambiental a las sustancias químicas se hayan disparado. Esto incluye:

  • El cáncer, muy especialmente.
  • Enfermedades de índole reproductiva (infertilidad, malformaciones, etc.).
  • Alteraciones hormonales (diabetes, problemas tiroideos).
  • Disfunciones inmunológicas (alergias, dermatitis).
  • Problemas neurológicos (de aprendizaje, autismo, hiperactividad, Alzheimer, Parkinson, etc.).

Algunas de ellas han alcanzado ya cifras epidémicas, siendo los niños y las niñas los más especialmente vulnerables a la exposición a dichas sustancias tóxicas, sobre todo a este cóctel de miles de sustancias químicas cuyos efectos nocivos vamos conociendo ya desde hace años (Romano, 2009). La primera voz de alarma la dio Rachel Carson, en su libro...

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