El Imperio Romano: Auge y Caída de una Civilización

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Orígenes de Roma

La civilización romana (Antigua Roma) surgió de una pequeña comunidad agrícola fundada en la península italiana, en la ciudad de Roma, en el siglo X a. C. (según la tradición en 753 a. C.), situada a orillas del mar Mediterráneo. Se convirtió en uno de los mayores imperios del mundo antiguo.

Roma fue fundada en el año 753 a. C. Según los relatos, los orígenes de Roma se vinculan a la monarquía de siete reyes que habrían reinado durante el siglo VIII a. C. Época en la que la economía prosperó y el comercio también. Aparecieron en la sociedad los patricios y los plebeyos. Tras la monarquía, se estableció la República, que implantó la igualdad jurídica y legislativa entre patricios y plebeyos (Ley de las Doce Tablas). La República se dotó de un noble lema: SPQR (El Senado y el Pueblo Romano).

El Auge del Imperio Romano

La creación del Imperio Romano (30 a. C. - 476 d. C.) por Octavio Augusto dio paso a un periodo brillante. Al periodo de mayor esplendor de la cultura romana se le conoce como Pax Romana, debido al relativo estado de armonía que prevaleció en las regiones que estaban bajo el dominio romano. Este periodo duró aproximadamente 200 años.

En este periodo se impuso el culto al emperador, aumentando sus poderes. Aumentó también la expansión territorial, el desarrollo de la agricultura, la minería, el comercio terrestre y marítimo. El auge del comercio se reflejó en el poderoso ejército, la literatura, la ciencia, la arquitectura, la escritura y el mosaico.

Decadencia y Caída del Imperio

Este esplendor tuvo su declive hacia el siglo III d. C. por la peste, las revueltas de campesinos y esclavos, y las quiebras en la industria, que provocaron la decadencia de la vida urbana. Se incrementaron los impuestos debido a la crisis.

Así apareció el Bajo Imperio, época que contribuyó a la difusión del cristianismo. No fue posible evitar la decadencia imperial. Diocleciano instauró la tetrarquía, Constantino legalizó el cristianismo y Teodosio convirtió la religión cristiana en la oficial del Estado. Tras su muerte, el imperio se dividió en dos: el Imperio de Oriente, con capital en Constantinopla, que sobrevivió con el nombre de Imperio Bizantino hasta la invasión de los turcos en 1453; y el Imperio de Occidente, que sucumbió a las invasiones bárbaras.

Legado Romano

Roma se caracterizó por la asimilación de otras civilizaciones, como la griega, e influencias que potenciaron su cultura. La presencia romana se prolongó durante siglos.

En cuanto a la herencia de arte e infraestructuras, destacan numerosas calzadas, acueductos, teatros, anfiteatros, termas, saunas o baños de vapor, sistemas de alcantarillado como el de Sevilla. Además de escritores y emperadores como Séneca, Marcial o Trajano. El Imperio Romano fue también la cuna del cristianismo y el derecho civil. Su máxima figura era el emperador. Eran célebres sus espectáculos como las luchas de gladiadores o las carreras de cuadrigas.

El idioma latín fue extendido por el Mediterráneo por medio de soldados, mercaderes y funcionarios.

El Fin del Imperio

El fin del Imperio Romano de Occidente llegó en el siglo V d. C., cuando los hérulos depusieron al último de sus emperadores, Rómulo Augústulo.

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