El Imperio Ruso antes de 1917: Sociedad, Economía y la Revolución de 1905

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Situación de Rusia antes de la Revolución

A lo largo del siglo XIX, la realidad de Rusia era muy compleja. A pesar de los intentos de modernización, el carácter arcaico y rural de la actividad económica predominaba. El fracaso en la Guerra de Crimea (1854-1856) puso de manifiesto esta realidad y la necesidad de adoptar medidas para modernizar el país.

La decisión del zar Alejandro II fue liberalizar la mano de obra mediante la abolición de la servidumbre y fomentar la creación de una clase media de campesinos. Sin embargo, la abolición de la servidumbre no tuvo los resultados deseados; muchos campesinos se empobrecieron y se vieron obligados a emigrar.

La actividad industrial se había iniciado más tarde y se había limitado principalmente a los sectores textil y minero-metalúrgico.

La estructura social presentaba un panorama intermedio entre el feudalismo y la sociedad industrial. Entre los grupos privilegiados se encontraban la aristocracia de sangre, la nobleza de servicios, la burguesía industrial y mercantil, los kulaks (campesinos ricos) y el clero.

La clase media, compuesta por comerciantes, industriales y profesionales liberales, era un grupo reducido pero influyente.

El grupo más numeroso era el campesinado, que constituía aproximadamente el 80% de la población.

Políticamente, Rusia era una autocracia bajo el poder del zar. Aunque Alejandro II inició una tímida liberalización con la creación de las dumas locales, su asesinato y la ascensión al trono de Alejandro III supusieron un retroceso hacia políticas más conservadoras.

En este contexto de descontento, fue clave el nacimiento del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) en 1898, de ideología marxista. Este partido pronto se dividió en dos facciones principales: los mencheviques y los bolcheviques.

La Revolución de 1905

El 22 de enero de 1905, en San Petersburgo, tuvo lugar un evento crucial conocido como el Domingo Sangriento. Una manifestación pacífica en demanda de mejoras sociales y políticas fue brutalmente reprimida por las tropas zaristas. Este hecho desencadenó una ola de protestas y disturbios por todo el país. A mediados del verano, se produjo el motín del acorazado Potemkin.

En octubre, una huelga general paralizó casi todas las ciudades del imperio. Ante la magnitud del levantamiento, el zar publicó el Manifiesto de Octubre. En este documento, se comprometía a conceder libertades políticas fundamentales, establecer una ley electoral más amplia y crear una Duma (parlamento) con poderes legislativos, aunque estos resultaron ser muy limitados en la práctica.

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