Importancia de la Educación Universal y la Diversidad Cultural
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La Educación Universal y la Diversidad Cultural
El desafío de la exclusión en la educación
En las sociedades democráticas más desarrolladas, la educación básica suele estar garantizada para todos. Sin embargo, la exclusión por origen intenta afirmarse de una manera más "científica", argumentando que las disposiciones científicas y la herencia biológica condicionan los resultados escolares. Algunos estudios en Estados Unidos, basados en test de inteligencia, sugieren un abismo genético creciente entre la "élite cognitiva" y los estratos inferiores. Estas ideas se insinúan cada vez más en países con gobiernos y opinión pública de derecha.
Es difícil imaginar una doctrina más inhumana y repelente. No existe un mecanismo fiable para medir la inteligencia humana, que no es una disposición única, sino un conjunto de capacidades. La educación se encarga de potenciar las disposiciones de cada individuo. En la mayoría de los casos, la circunstancia social es la herencia más determinante. La educación democrática intenta auxiliar las deficiencias del medio familiar y social, no refrendarlas como pretexto de exclusión.
El valor de las raíces culturales
Otra vía universalizadora de la educación consiste en ayudar a cada persona a conectar con sus raíces. La única universalidad que admite este planteamiento es la universalidad de las raíces: todos tenemos las nuestras, que nos sujetan a lo propio. La diversidad cultural es la forma en que se expresa la raíz humana, su riqueza y generosidad. Sin embargo, no debemos olvidar la semejanza esencial que une el sentido común de tanta pluralidad. En momentos cruciales, cuando la convivencia entre grupos culturalmente distintos se haga imposible, solo volviendo a la raíz común podremos convivir.
Nuestra humanidad común es necesaria para caracterizar lo único e irrepetible de nuestra condición, mientras que nuestra diversidad cultural es accidental. El intercambio entre culturas es lo que se llama civilización, y es la civilización, no solo la cultura, lo que la educación debe transmitir. La universalidad no es exclusiva de ninguna cultura, sino una tendencia presente en todas. Potenciar esa tendencia común y amenazada es la tarea educativa más importante para nuestro mundo.
El auge de las actitudes antiuniversalistas
La tendencia actual no apunta al triunfo del universalismo. Las actitudes antiuniversalistas, que recurren al origen como condicionamiento inexorable de la forma de pensar, están en alza. Se promueve la idea de que cada tribu debe permanecer cerrada y, por tanto, debe haber una educación diferente para cada grupo, confirmando sus prejuicios y evitando la apertura a otras culturas.
La neutralidad en la educación
Es comprensible el temor ante una enseñanza sobrecargada de ideología. Cierta neutralidad escolar es deseable, pero debe ser relativa, ya que no puede rehuir la crítica de temas importantes. No puede haber neutralidad en el rechazo de la tortura, el racismo, el terrorismo, la pena de muerte o la prevaricación de los jueces. No se trata de opiniones partidistas, sino de logros de la civilización a los que no podemos renunciar.
El sistema democrático no es algo natural, sino una conquista. No puede darse por supuesto, sino que debe ser enseñado con persuasión didáctica y espíritu de autonomía crítica.