Impresionismo, Neoimpresionismo y Postimpresionismo: Revolución en el Arte del Siglo XIX

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Vanguardias: Impresionismo, Neoimpresionismo y Postimpresionismo (Siglo XIX)

El Impresionismo (1874)

Aunque algunos historiadores lo excluyen de las Vanguardias, el Impresionismo fue el primer movimiento que desafió abiertamente los cánones artísticos de la época. No buscaba activamente la controversia, sino que priorizaba una nueva forma de capturar la realidad, una visión que eventualmente sería reconocida y valorada.

Un precursor clave fue Édouard Manet. Su obra marca la transición entre la pintura tradicional y el estilo impresionista. Con el tiempo, Manet adoptó una pincelada directa y cargada, aunque no tan audaz como la de los impresionistas posteriores, quienes lo admiraban y estudiaban profundamente.

El núcleo del grupo impresionista lo conformaban Degas, Renoir, Monet, Pissarro, Sisley y Cézanne. Tras inicios inciertos, el Impresionismo se consolidó en una exposición conjunta de 39 pintores con ideas afines. Una obra de Monet, titulada Impresión, sol naciente, dio nombre al movimiento.

El enfoque principal del Impresionismo era capturar la realidad, el instante, la *impresión* efímera. Se caracterizaba por la pintura al aire libre, realizada directamente frente al motivo. Debido a la constante variación de la luz, se requería una pincelada rápida y directa, casi instantánea, similar a una fotografía. Los impresionistas se interesaban por la luz del amanecer, los reflejos en los edificios al atardecer, la luz sobre el agua al mediodía. Esta técnica, que a finales del siglo XIX se percibía como inacabada e imperfecta, fue inicialmente despreciada.

El Neoimpresionismo o Puntillismo (1884)

Con la aparición de la fotografía, surgió el Neoimpresionismo, también conocido como Puntillismo, liderado principalmente por Georges Seurat y Paul Signac. Estos artistas adoptaron las lecciones del Impresionismo, pero las aplicaron de forma más científica y controlada, menos espontánea.

La pincelada se volvió corta, precisa y deliberada. Los neoimpresionistas buscaban dar a la pintura una base científica, aplicando teorías de la óptica y las matemáticas en la composición y ejecución de sus obras.

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