Impresionismo y Postromanticismo: Características y Compositores Clave
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Impresionismo: Luz y Color en el Arte
El Impresionismo es una corriente artística que surgió en París, en la segunda mitad del siglo XIX.
La Pintura Impresionista
- Se preocupa más por captar la incidencia de la luz sobre los objetos que por la exacta representación de sus formas.
- Elimina los detalles minuciosos y tan sólo sugiere las formas.
- Ofrece una “ilusión” de la realidad.
- Trata temas de la vida cotidiana.
- Hace una representación del mundo espontánea y directa, por eso predomina la pintura al aire libre.
Innovaciones de Debussy en la Música Impresionista
- Incorporación constante de séptimas y novenas como recurso colorista, creando una ambigüedad que no permite distinguir claramente entre tensión y reposo.
- Uso de escalas de 5 y 6 tonos (de origen oriental).
- No se ata a ninguna estructura ni forma clásica (formas libres).
Postromanticismo: Tradición y Grandilocuencia
El Postromanticismo no se desarrolla en un lugar específico, sino que responde a una forma más conservadora de componer.
Características del Postromanticismo
- Defensa de la tradición tonal en oposición a las corrientes vanguardistas.
- Grandes orquestas, coros, órgano (grandilocuencia).
- Exageración de los contrastes.
- Incorporación de disonancias, no con el fin de provocar ambigüedad sino tensión.
- Influenciado por el nuevo estilo de composición de Chopin y Liszt y por la generación de Franck, Bruckner y Brahms.
- La última época del periodo romántico presenta características formales y estilísticas más acordes con el clasicismo, con líneas más marcadas y definidas.
Destacan compositores como Strauss, Puccini, Mahler, Ravel, Satie, Fauré, Glazunov, Scriabin, Rachmaninov, Sibelius, entre otros.
Gustav Mahler: Un Exponente del Postromanticismo
Gustav Mahler fue un compositor y director de orquesta de Bohemia, que vivió en Viena la mayor parte de su vida. Estudió en Viena.
Tras dirigir orquestas de operetas, consiguió subir a los escenarios más destacados de Leipzig, Budapest y Hamburgo, llegando al Teatro de Ópera de Viena, donde fue objeto de animadversión por su ascendencia.
Después de un tiempo a cargo de esa institución, viajó a Estados Unidos para presentar algunas de las obras maestras del repertorio wagneriano.
Fue uno de los exponentes por excelencia de la sinfonía postromántica.
Se destacan sus 10 sinfonías y los ciclos Das Klagende Lied (La canción del lamento), Canciones del caminante, El maravilloso cuerno del muchacho, Canciones para los niños muertos y La canción de la tierra.