Influencia del clima, terreno y vid en la producción de vino

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Clima

El cultivo de la vid es propicio en climas templados o subtropicales. Al igual que en el suelo, el clima influye en el sabor del vino por su incidencia sobre el cultivo. La influencia geográfica, como la latitud, altitud, proximidad a ríos o masas de agua y bosques, marcará el carácter del vino.

Factores determinantes son las horas de insolación y el índice de lluvias. Lo ideal sería que la climatología acompañara al ciclo de la vid con temperaturas y lluvias de 350-600mm, ausencia de heladas en primavera y lluvias tormentosas después del envero.

Terreno

El terreno tiene una función fundamental, aporta nutrientes y humedad necesaria para la vid. Los suelos ricos y fértiles producen viñas prolíficas (mayor cantidad, menor calidad). Se producen mejores vinos en suelos pobres. La composición ideal del suelo es poca materia orgánica, rica en fósforo y potasio, el hierro en exceso es malo para los vinos blancos, a diferencia del calcio. Los suelos calizos y arenosos son propicios, mientras que los arcillosos no lo son. Un clima seco es útil y necesario para que los suelos sean profundos y formados por margas blandas. La humedad es un gran enemigo de la vid. Se hace idóneo el cultivo en laderas o lomas, ya que facilitan el drenaje y favorecen una mejor aireación e insolación. La orientación geográfica también es un factor a considerar.

Tabla de suelos

  • Arcillas ferruginosas: Vinos alcohólicos y de color.
  • Arcilla caliza: Vinos finos, con bouquet, no muy alcohólicos.
  • Arenas: Vinos brillantes, ligeros, alcohólicos.
  • Arena caliza: Vinos secos, alcohólicos.
  • Caliza: Vinos de gran cuerpo, aptos para crianza.
  • Arcillas: Vinos poco finos.
  • Suelos fértiles y compactos: Vinos poco finos, de mala conservación.
  • Humíferos: No vegeta la vid.
  • Suelos húmedos o de regadío: Produce gran cantidad y, si no se cuida mucho, la calidad de los vinos puede ser baja.

La vid

Sólo la especie vitis vinífera produce uvas aptas para hacer vino. Hasta que la filoxera (pulgón que se nutre del jugo de las raíces) hizo aparición a mitad del siglo XIX, las viñas se plantaban sin injerto. La vid es una planta trepadora de fuerte tallo, prolongación aérea de la raíz que se ramifica en varios brazos de donde parten los sarmientos, su prolongación son los zarcillos. Las hojas cumplen la función clorofílica, regulando los niveles de temperatura y humedad. Las flores se convierten más tarde en frutos hasta formar los racimos. El racimo de uvas tiene dos partes: parte leñosa o raspón y los granos, llamados bayas o uvas. El grano de uva se constituye por hollejos o pieles, pulpa y pepita. Los hollejos contienen y aportan la mayor parte del color y sabor del vino.

Los principales componentes del mosto son agua y azúcar y se encuentran en la pulpa, las pepitas o semillas ceden en la vinificación una pequeña proporción de taninos.

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