Influencia de la cultura griega en la civilización romana
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De la utilidad a la herencia cultural
A diferencia de las construcciones griegas, divididas entre edificios de ocio y construcciones utilitarias, Roma heredó de Grecia un legado que se extendió a la civilización occidental, especialmente a través del derecho civil y la compleja administración imperial.
La Diosa Afrodita
Afrodita, la Venus romana, surgió de la espuma del mar tras la castración de Urano. Tras ser llevada por Céfiro a una isla de Chipre, donde las Horas la vistieron, fue recibida en el Olimpo como diosa de la belleza, el amor y la atracción sexual. Sus acompañantes eran Eros, las tres Gracias y su animal predilecto, la paloma.
Afrodita poseía un ceñidor mágico que la hacía irresistible, causando que incluso dioses como Zeus se enamoraran de mujeres mortales. Esta influencia provocó la enemistad de Hera, diosa del matrimonio y esposa de Zeus; Artemisa, la casta deidad dedicada a la caza; y Atenea, diosa de la sabiduría.
Helenización de Roma
Muchos esclavos griegos sirvieron como preceptores para los hijos de familias ricas romanas, lo que llevó al griego a convertirse en una lengua esencial para cualquier romano. Incluso se propuso expulsar a una embajada de filósofos atenienses debido al temor al impacto de sus doctrinas en el pensamiento sencillo y práctico del hombre romano.
Consecuencias de la conquista
La conquista militar de la península griega proporcionó a Roma enormes recursos. El general romano Emilio Paulo vendió a muchas personas tras la ocupación de la región del Epiro. La destrucción de Corinto marcó el fin de la libertad griega y el inicio de su conversión en territorio romano, dividido en las provincias de Macedonia y Acaya. Numerosas obras de arte y libros griegos fueron llevados a Roma.
Sometimiento de Grecia
El contacto con el mundo griego se intensificó con la incorporación de territorios griegos en Italia, proceso que culminó con la toma de Tarento en el 272 a. C. A la conquista de la Magna Grecia le siguió la de la Grecia peninsular en el siglo II a. C., donde el reino más destacado era Macedonia. La decadencia de este reino marcó el inicio de la hegemonía romana en la península griega. La derrota de Macedonia a manos del ejército romano en Cinoscéfalas fue presentada por Roma como la recuperación de la libertad griega.