Influencia de la religión y la moral en la sexualidad: Una perspectiva sociológica
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Sexualidad, Religión y Moralidad
Muchos hombres de la época victoriana, en apariencia ciudadanos juiciosos de comportamiento irreprochable y solícitos maridos para con sus esposas, visitaban regularmente los prostíbulos o tenían amantes. Mientras que las mujeres respetables que tenían amantes eran tachadas de escandalosas y la buena sociedad les daba la espalda si sus actividades salían a la luz. Las actitudes divergentes hacia el comportamiento sexual de hombres y mujeres crearon un doble estándar que ha durado a lo largo del tiempo.
En la actualidad, las actitudes tradicionales conviven con actitudes mucho más liberales hacia el sexo y la sexualidad. Por ejemplo, en películas y obras de teatro se muestran escenas que antes se habrían considerado inaceptables, y la mayoría de los adultos que lo desean pueden disponer fácilmente de material pornográfico. A pesar de que algunas personas, con fuertes convicciones religiosas, no aprueban las relaciones prematrimoniales, otras permiten o promueven activamente el sexo prematrimonial y tienen actitudes muy liberales hacia las prácticas sexuales.
Funcionalismo
Las perspectivas de género funcionalistas intentan mostrar que las diferencias de género contribuyen a la integración de la sociedad. Algunos autores suelen argumentar que la división del trabajo entre hombres y mujeres tiene una base biológica: que realizan las labores para las que están mejor dotados desde el punto de vista biológico.
Murdock (1949) llegó a la conclusión de que en todas las culturas aparece la división sexual del trabajo. Aunque este hecho no proceda de una programación biológica, sí es la base más lógica para organizar la sociedad.
A Parsons le preocupaba el papel de la familia en las sociedades industriales y tenía interés en que la familia operara de manera más eficiente si hay una división sexual del trabajo en la que las mujeres tienen roles expresos, proporcionando cuidados y seguridad a los niños y ofreciéndoles apoyo estacional, y que los hombres han de sustentar a la familia. Esta división garantizaría la solidaridad de la familia.
Las feministas han criticado con dureza las afirmaciones que vinculan la división sexual, señalando que no hay nada natural en la distribución de las tareas dentro de la sociedad. A las mujeres no se les impide tener ocupaciones por ningún rasgo biológico; en realidad, a los humanos se les socializa en los roles que una cultura espera de ellos.