La influencia de Rodin en la escultura del siglo XX

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RODIN

La personalidad de Rodin desborda los límites del impresionismo. Su obra fue rechazada por sus contemporáneos a excepción del Beso que disfrutó de aceptación popular. Fue en un viaje que realizó a Bruselas en 1871 cuando descubre los efectos del Barroco Flamenco, la vida que bulle en las obras de Rubens. En 1875 viajó a Italia y quedó seducido por el sentimiento de terribilitá de Miguel Ángel. A partir de entonces su arte rompió con todos los cánones académicos. Gozó del favor de los críticos e incluso del arte oficial ya que realizó varios encargos para el Estado, sin embargo, el gran público no entendió su arte y se burlaban de sus obras. En esta segunda fase se incluyen obras como El beso y El pensador, donde el deterioro de las anatomías anuncia las deformaciones del Expresionismo. El principal componente en la escultura de Rodín es el movimiento y después la luz. En él se funde una técnica impresionista que, con la rugosidad de las superficies y la multiplicación de planos causada por el movimiento, obtiene efectos de luz cambiante. En El pensador se refleja notablemente su influencia Miguelangelesca.


2 La escultura del siglo XX

2.1 La primera mitad del siglo XIX.

La escultura contemporánea es el arte que experimenta una revolución más radical en el siglo XX. El Cubismo supone la ruptura definitiva con la tradición. La figura humana deja paso a las formas geométricas. La otra gran característica de la escultura contemporánea es una cierta propensión al patetismo y que convierte al lenguaje escultórico en otro medio de expresión de la angustia del hombre actual. Estas dos líneas, la geometrización, la abstracción y la inclusión de espacios por un lado y el expresionismo y la trascendentalización de las formas por otro, son las dos grandes líneas de la escultura, al igual que pasó en la pintura. Brancusi es el más grande de los innovadores del lenguaje escultórico. En sus obras hasta 1910 se acerca al Cubismo. Pero poco a poco va uniendo formas cubistas con enfoques expresionistas, creando obras como el Beso, donde insufla un aliento espiritual, un ritmo dinámico, vertical. De momento Brancusi no acepta el arte no figurativo y el punto de partida es siempre algo real, así como tampoco acepta la escultura abierta y sus volúmenes son siempre cerrados. El expresionismo es, lo mismo que en pintura, una constante del lenguaje escultórico, los artistas descubren pronto la intensidad expresiva de las deformaciones y el vitalismo de los gestos crispados. La tragedia de la Segunda Guerra Mundial provoca una vuelta al expresionismo. Los escultores insisten en las deformaciones y en los gestos de angustia. Alberto Giacometti investiga en las metamorfosis expresionistas, como en su Figura Alta. En esos años adquiere gran difusión la obra de una figura cumbre, el inglés Henry Moore. Influido por todas las vanguardias, su obra alcanza madurez a partir de 1935. Su humanismo se concreta en una serie de temas recurrentes: grupo familiar, la maternidad, el guerrero herido, personas echadas. La figura es tratada como si fuera arquitectura, adquiere un aire monumental, incluso cuando es de pequeño tamaño. Su arte se mueve entre la abstracción, la figuración y la semifiguración. Es un artista original, difícilmente encajable, aislado de cualquier escuela. Una de las obras más conocidas de Moore, junto con La familia, es esta Figura Reclinada, donde se observa una evolución hacia formas cada vez más abstractas. Las deformaciones de los miembros y la potencia sugestiva de los espacios vacíos que separan las figuras anticipa los huecos o espacios internos de la escultura posterior.

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