Inglaterra Victoriana: Auge, Reformas y el Conflicto Irlandés
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La Inglaterra Victoriana: Auge, Reformas y el Conflicto Irlandés
El reinado de Victoria I comenzó en 1837 y se extendió hasta 1901. A esta etapa se la conoce como la Era Victoriana. En este periodo, el Reino Unido alcanzó su máxima expansión territorial, mejoró el desarrollo industrial y se consolidó la monarquía parlamentaria.
El desarrollo económico se vio afectado por una prolongada crisis que afectó a la agricultura, pero favoreció a los industriales. A pesar de este declive relativo, continuó siendo el principal centro financiero mundial. La expansión imperialista estaba muy unida al comercio, las finanzas y el control de las rutas de navegación.
Las sucesivas reformas presupuestarias aseguraron la primacía de la burguesía mercantil e industrial, denominada la Cámara de los Comunes, frente a la vieja aristocracia en la Cámara de los Lores.
Apertura Política y Reformismo
Desde mediados del siglo XIX, la vida política británica giraba en torno a dos partidos: los tories (conservadores) y los whigs (liberales).
Disraeli, un ministro conservador, llevó a cabo una reforma electoral en 1867, considerada la primera de carácter democrático. El triunfo liberal de Gladstone en 1868 potenció las reformas democráticas de la ley electoral de 1867.
Las reformas religiosas levantaron sospechas en la Iglesia anglicana. Se creó una nueva escuela con libertad confesional y, a comienzos del siglo XX, se alcanzaron las tasas de analfabetismo más bajas del mundo.
Otras reformas importantes en esa década fueron la nueva ley sindical y una nueva reforma electoral en 1884 que elevó el número de electores.
La Cuestión Irlandesa
Irlanda estaba bajo dominio británico desde finales de la Edad Media y se mantuvo como reino independiente hasta 1800, año en que se aprobó el Act of Union, que unificó Irlanda y Gran Bretaña en el Reino Unido.
Irlanda mantuvo un desafío constante contra su incorporación al Reino Unido. Estos hechos radicalizaron el movimiento nacionalista liderado desde 1879 por Charles S. Parnell. La violencia se intentó frenar mediante la realización de una reforma agraria y la firma de un acuerdo entre el Gobierno británico y el líder irlandés: el Pacto de Kilmainham.
Desde 1885, los nacionalistas irlandeses estuvieron presentes en el Parlamento británico. Un año después, Gladstone presentó la Home Rule. La Home Rule convertía a Irlanda en un territorio autónomo dentro del Reino Unido.
La cuestión irlandesa quedó sin resolver hasta la insurrección de 1916, que puso en marcha la partición de la isla entre el norte y el sur. Sin embargo, este hecho no terminó completamente con el problema irlandés. En el Ulster, la zona norte de la isla bajo soberanía británica, los enfrentamientos entre la mayoría protestante y la minoría católica continuaron durante todo el siglo XX.