Inmersión Dramática en 'La Fundación': Técnicas y Efectos

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El Efecto de Inmersión en 'La Fundación'

Efecto de inmersión. La Fundación (1974) profundiza en las nuevas técnicas dramáticas que ya había utilizado en etapas anteriores. Una de estas técnicas es la que Ricardo Doménech llama “efecto de inmersión”, que consiste en sumergir al público en la obra permitiéndole “verla”, “oírla” y “sentirla” como uno de los personajes. Se trataría de que el público contemplara la obra desde la perspectiva de uno de los personajes.

Ejemplos del Efecto de Inmersión

Algunos de estos efectos son:

  • Tomás, en su locura, cree que el compañero muerto aún vive y que su novia Berta reside en otro pabellón de la Fundación, desde el que acude a visitarlo. No es extraño, por tanto, que crea oírlos; pero ambos supuestos son falsos y las palabras que imagina no han sido pronunciadas nunca, por mucho que el espectador también las escuche. El verdadero carácter de los diálogos con Berta no es descubierto por el público en el momento de producirse; para el espectador, Berta es un ser tan real como Tomás y su consistencia resulta semejante a la de los muebles que llenan el escenario, el paisaje que se vislumbra al fondo o la música de Rossini que suena.
  • Tomás no deja de captar la animadversión de Tulio y toma por burlas algunas de sus acciones, así ocurre cuando Tulio finge recoger unos inexistentes vasos de cristal, invisibles para todos, con excepción de Tomás; aquel sólo hace ademanes y su mímica resulta normal para los otros, pero Tomás ve que realmente no está cogiendo nada. Este incidente representa otro paso para la normalidad: Tomás no ve nada, porque no hay nada.
  • En el segundo cuadro, las disonancias se acentúan; ya al principio, dos de los sillones han sido sustituidos por petates enrollados y las sábanas de la cama se han evaporado. Tomás se equivoca al identificar el autor de un cuadro que supone estar viendo en un libro de reproducciones y acepta la rectificación que Tulio le propone.
  • Tomás, “angustiado”, no enciende lámpara, ni televisión, ni música. La desaparición de la máquina de fotos y su sustitución por “un vaso roñoso” le hacen deducir correctamente que algo le ocurre a él y no a los demás. De inmediato oye que Asel no es médico y se renueva su preocupación por el extraño “enfermo”: “¡No entiendo nada!”, exclama.
  • Una escena sumamente dramática en la obra es la que se desarrolla en el momento en que Tomás “oye” al “enfermo” pedir ayuda. Las palabras del enfermo martillean la mente de Tomás, pero proceden de ella; “Me muero”, dice el hombre. Pero inmediatamente entran los carceleros y se aclara que lleva muerto varios días.
  • La vajilla y cristalerías se tornan toscos platos, vasos y cucharas de metal; la puerta de fina madera pasa a ser de chapa, la nevera desaparece y la gran estantería es ocultada por un gris lienzo.
  • Al comenzar el primer cuadro de la segunda parte ya no hay ningún sillón, la mesa es ahora de hierro y está empotrada en el suelo, al igual que la cama en el muro.
  • A continuación resulta afectado el paisaje: parte de él, el que se veía desde la puerta, se trueca en el corredor de la prisión. El resto, que se percibe a través del gran ventanal, comienza por primera vez a oscurecerse.
  • El teléfono desaparece después de que Lino lo encare definitivamente con la verdad: “¡Lo van a matar, imbécil!” (refiriéndose a Tulio, a quien acaban de sacar de la celda).
  • El paisaje se oscurece y Tomás admite la desaparición de la Fundación: “Estamos... en la cárcel”.

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