Inmunidad Adaptativa y Diagnóstico de Enfermedades Bacterianas
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Las infecciones bacterianas son causadas por diversos tipos de microorganismos, los cuales desencadenan una respuesta inflamatoria e inmunitaria adaptativa. A través de sus factores de virulencia, las bacterias inducen diferentes síntomas generales como la fiebre, anorexia, astenia y adinamia; y específicos que van en relación al sitio anatómico de infección como vómito y diarrea, entre otros.
Las bacterias entran al cuerpo por diversas vías naturales como las mucosas o piel. Posterior a la infección, diversos niveles de defensa del hospedero se desencadenan según el número de microorganismos que ingresan y su virulencia. Si la cantidad del inóculo y la virulencia son bajos, los fagocitos tisulares localizados en el sitio pueden ser capaces de eliminar a las bacterias. Los inóculos de mayor cantidad y los microorganismos con mayor virulencia tienden a inducir una reacción inmunitaria innata y adaptativa.
La inmunidad adaptativa humoral es la más efectiva contra las infecciones bacterianas, a menos que las bacterias sean capaces de proliferar dentro de las células, la inmunidad celular es indispensable, en particular la respuesta de linfocitos TCD4, TCD8 y los macrófagos (hipersensibilidad tipo IV).
Reacciones Febriles como Herramienta Diagnóstica
Las reacciones febriles son un conjunto de pruebas inmunológicas, auxiliares en el diagnóstico, pronóstico y evolución de enfermedades bacterianas que cursan con fiebre, por ejemplo:
- La fiebre tifoidea, causada por Salmonella typhi y Salmonella enteritidis
- La fiebre paratifoidea causada por Salmonella paratyphi A y B
- El tifo causado por diferentes especies del género Rickettsia
Debido a la dificultad que existe para el aislamiento de las Rickettsia sp, generalmente se emplea el antígeno Proteus OX-19, el cual presenta una reacción cruzada con las bacterias del género Rickettsia. Mediante estas pruebas, también se pueden detectar anticuerpos contra Brucella abortus, Brucella mellitensis y Brucella suis, agentes causales de la brucelosis; también conocida como fiebre de Malta o fiebre ondulante por el cuadro febril característico que se presenta.
Mediante las reacciones febriles, se detecta la presencia de anticuerpos contra antígenos H (flagelar) u O (somático) de la Salmonella typhi en el suero de los pacientes con fiebre tifoidea. Los anticuerpos contra el antígeno O aparecen de 6 a 8 días después de iniciada la enfermedad y disminuyen a partir de 3 a 6 meses. Los anticuerpos contra el antígeno H aparecen alrededor de 8 a 12 días, alcanzando títulos más elevados con respecto a los Ab's anti-O y pueden persistir por más de un año. Esto obedece a la naturaleza química de los antígenos flagelar (proteína) y somático (LPS).
Para que los resultados tengan un valor diagnóstico, el título de Ab's debe aumentar, siendo necesario comparar 2 muestras separadas por un período de tiempo de 4 semanas. En estas pruebas, pueden presentarse reacciones cruzadas con otras bacterias (principalmente enterobacterias, incluyendo Salmonellas no typhi), parásitos, virus, hongos y en procesos no infecciosos, como enfermedades autoinmunitarias (artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico, etc.,) y hepatopatías crónicas (cirrosis).