La Institución Libre de Enseñanza: Renovación educativa en la España del siglo XIX

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La Institución Libre de Enseñanza surge en 1876, siendo uno de los impulsos renovadores en el ámbito educativo más importantes en los primeros años de la Restauración. Su base filosófica hay que buscarla en el filósofo alemán Kart Christian Krause, cuya obra se tradujo en España de la mano de Julián Sanz del Río.

El contenido idealista de la filosofía krausista, junto al planteamiento de la participación del hombre en la realidad del ideal de la humanidad, el derecho a la racionalidad y armonía interna, así como el principio de la ciencia como principio de toda realidad, despertó el interés en aquellos intelectuales que anhelaban la transformación de las instituciones españolas, para conseguir un mayor nivel cultural y moral del pueblo.

Los promotores de la ILE fueron un grupo de profesores universitarios que se agruparon en torno a Francisco Giner de los Ríos, principal valedor y fundador institucionista, y entre los que destacaron Azcárate, Cossío, Salmerón, Luzuriaga, etc. La ILE nacía como instrumento de reforma social a través de la educación, confiando plenamente en la pedagogía como disciplina que aseguraba al estado español la mejora cultural y moral de los individuos y de la comunidad.

Significó el esfuerzo más continuado y coherente llevado a cabo en nuestro país para reformar la educación en todos los niveles. Su causa no es otra que la postura crítica de algunos intelectuales del momento ante la decadencia política, económica y cultural de la nación y de la voluntad de ponerle remedio.

Estos intelectuales, cercanos a los planteamientos liberales de la España decimonónica, estaban convencidos de que el atraso del país era consecuencia directa del mantenimiento de la simbiosis iglesia-estado, de la injerencia eclesiástica en la investigación científica y en la enseñanza, y de la cerrazón para aceptar las ideas y las investigaciones que hacían progresar a las naciones europeas.

El método de la ILE estuvo influido, además de por los ideales krausistas, por cierta tradición educativa europea (Pestalozzi, Fröbel, etc.), además de por las corrientes vanguardistas de Escuela Nueva (Decroly, Montessori, Dewey, etc.). No es extraño, por tanto, que en la Institución se desarrollase la coeducación, los juegos, la educación física y los deportes, las clases prácticas, las excursiones y los paseos escolares, la ausencia de libros de textos, etc.

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