Interdisciplinariedad en la Ciencia: Un Enfoque Filosófico
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Cuando hablamos de la autonomía de las ciencias, nos referimos a una pretensión que suele invocarse para aislar la actividad científica. Según esta idea, cada ciencia tiene su método y su objeto propio, de modo que no necesita de ningún conocimiento que provenga del exterior. En estos términos, se puede observar una diferencia entre ellas. Sin embargo, los científicos a cargo de la investigación tienden a trabajar en equipo y a invocar, poniendo en práctica la llamada interdisciplinariedad para resolver los problemas que les ocupan. Esta actitud trae consigo variaciones entre una ciencia y otra, pues existe un problema cultural que impide que los científicos reconozcan las aportaciones externas de otras ciencias. En este caso, el investigador asume una actitud en la cual está convencido de su modo de actuar, de tal forma que cualquier aportación de otra disciplina le suena como una invasión a lo que sus colegas tienen derecho a conocer. Cada investigador asume la posición más conveniente a su disciplina.
La Limitación de la Autonomía Científica
En primer lugar, el científico debe entender que ninguna ciencia puede agotar su objeto de estudio, puesto que las ciencias no son fijas y sus fronteras son muy débiles.
Filosofía Natural y Ciencias: Un Vínculo Necesario
La filosofía natural indagaba acerca de los principios de las realidades materiales. Las ciencias explican lo que vemos, pero sus explicaciones no son radicales. Por ello, en la actualidad, cuando las ciencias aún eran disciplinas, se podía aislar claramente su campo de estudio. La lógica y las ciencias matemáticas eran capaces de mantener su autonomía al margen de las ciencias primeras, porque no estudiaban los principios reales, sino las relaciones entre las captaciones de la mente. Las matemáticas son las ciencias abstractas por excelencia por el simple hecho de que la realidad de sus entes depende de una consideración parcial deprimente que abstrae determinadas propiedades y las objetiva al margen de su ser real.
La Revolución de las Ciencias Naturales y las Leyes Científicas
La gran revolución de las ciencias naturales consistió en la formulación matemática de su objeto de estudio y la enunciación de leyes. Lo que consideramos una ley es el enunciado de relaciones cuantitativas entre fenómenos, que consiste en aislar algunos aspectos de la realidad. A diferencia de otras leyes, la ley científica sirve para explicar cómo funciona la realidad, cuáles son algunos de sus nexos entre sus partes, y permite predecir el comportamiento de la realidad ante determinadas variaciones.
La Insuficiencia de las Leyes Matemáticas
La filosofía de la naturaleza es básicamente un intento de formular leyes que describan los fenómenos, lo cual no es suficiente para las ciencias, pues hace falta un método para avanzar en el conocimiento de la naturaleza, los límites que estos tienen y las realidades que lo confrontan.
De alguna forma, no es correcto explicar toda la realidad y sus fenómenos únicamente con las leyes matemáticas, puesto que estas dejan fuera gran parte de la realidad que explican. Nuestro conocimiento de la realidad es el que aportan las ciencias y también está sujeto a límites.
La Necesidad de una Formación Filosófica en la Ciencia
El científico debe asumir conscientemente su condición de filósofo natural, pues solo la formación filosófica del mismo y su aplicación a la actividad que ejercita puede sacar el diálogo de la filosofía y la ciencia del atasco en el que se encuentra, ya que se ha hecho añicos a causa de los especialistas que simplifican las afirmaciones científicas y su complicado sistema experimental.
Hacia una Unificación de las Disciplinas Científicas
Los científicos deben cultivar consciente y plenamente la filosofía y, por lo tanto, sentar las bases para lograr una unificación de las disciplinas científicas propias y otras ciencias con la realidad.