Jacint Verdaguer: Vida y Obra del Poeta Catalán

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Poeta y Sacerdote

En 1870, Jacint Verdaguer es ordenado sacerdote y, desde entonces, compagina su obra literaria con la actividad eclesiástica. Entre la patria y la religión, a la hora de recuperar las señas de identidad catalanas, Verdaguer se siente influido por la leyenda cristiana y otras tradiciones míticas que no pueden ser ignoradas por su temperamento poético. En 1874, Verdaguer ya está en tratamiento médico. Se le ofrece la posibilidad de ejercer de capellán de barco en la Compañía Transatlántica, que hacía la ruta de las Antillas, Cuba y Puerto Rico. Esto le brinda opciones de primera mano para el poema que pule, junto con la continuación de sus inicios literarios: La Atlántida, que acaba en 1876.

El Éxito Literario y Social

La Atlántida es la epopeya de Verdaguer sobre el famoso mito del continente desaparecido. El verso largo del alejandrino permite incorporar el tono narrativo y la descripción de los detalles contrastados del maravilloso mundo del pasado y de la triste realidad del presente. En los versos de este poema épico, hay una seguridad y fuerza de una lengua que, a través de la eficacia literaria, se trata de una elaboración de poemas largos que, sin dejar de contar una historia, tienen una incorporación importante de elementos líricos. En 1877, La Atlántida obtiene el premio extraordinario de los Juegos Florales. En esta época, viaja mucho y refleja sus impresiones en textos en prosa muy valiosos. Se puede apreciar el interés de contribuir a su poesía religiosa. Este tipo de poesía no pierde nunca el sentido del lenguaje y resulta accesible a todas las capas sociales.

Canigó (1886)

En este tiempo, Verdaguer trabaja con intensidad en su poema épico Canigó. Se aprecia un ritmo narrativo de la cuenca de gesta y el romance, el encanto fresco y musical de la canción popular, una unidad estructural cerrada y monotemática. Incorpora ingredientes diversos con la interesante aportación de la adaptación moderna del poema épico. Al final, acaba con un planteamiento alegórico que manifiesta la victoria de la religión cristiana sobre el mundo fantástico y encantador de las hadas, que son expulsadas de la cima del Canigó.

El Eco de Verdaguer entre los Modernistas

Continúa escribiendo y se habla de su proximidad estética al Modernismo, reflejada en algunos poemas en prosa. En muchos textos, encontramos que el poeta nos dice que en los últimos años de su vida había perdido la fe en la literatura. Un caso es el poema "La Pomerola" (1896). Todos los conflictos le persiguieron hasta la muerte. Tuvo una popularidad considerable, que se manifestó por la cantidad de gente que le despidió en su entierro en 1902. Este poeta, para bien, tiene su representatividad, el reconocimiento de todo aquello que hizo y, para mal, tiene su lejanía, la reverencia excesiva. Es un clásico de la literatura y de la lengua catalana.

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