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Clasificado en Español

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Esto es difícil de plantear ya que existe una desproporción en torno al estudio de algunos países americanos. Por tanto, no se ha hecho una clasificación satisfactoria de las áreas de América, pero ahora existe la intención de poder dividir en diferentes zonas. Sin embargo, las que se han aplicado no son eficaces por el desconocimiento y también porque los hispanohablante no hablan igual en todos los contextos. Hay una serie de variedades diafásicas y diastráticas que apenas se han contemplado.
La primera clasificaron es la que hizo Armas (1882) y hablaba de 4 zonas en el español de América: la zona de las Antillas, mitad de Centroamérica, Venezuela y Colombia, zona de Buenos Aires, zona pacífico y México y parte de Centroamérica. No se tuvo en cuenta la influencia de las lenguas indígenas en español hasta el sglo XIX. Este modelo es inservible.
A principio del Siglo XX, Henríquez Ureña nos plantea cinco zonas. Este hombre parte de que el Español de América ha evolucionado de manera
diferente al español peninsular y no tiene base andalucista ya que se plantea la base de las lenguas indígenas. La primera zona, regiones bilingues del sur EEUU, México, y repúblicas de A. Central, influidas por el náhuatl, segunda zona las 3 Antillas españolas, costa de Venezuela, parte de Colombia, influida por lenguas arahuacas, la tercera región andina de Venezuela, costa occ. De Colombia, Ecuador, Perú y mayor parte Bolivia por el quechua, cuarta mayor parte de Chile por el Araucano, y quinta Argentina, Uruguay y Paraguay por el guaraní. Estos bloques no son reales ya que las lenguas indígenas no se reducen a las mencionadas y tampoco se reducen a estos territorios. No nos sorprende ya que se da en 1921 y se ha quedado obsoleta y desfasada.
Asimismo, Juan Pedro Rona (1964) ya plantea una clasificación que se acerca más a la realidad. Esta clasificación establece 16 zonas. Pensemos en el error al pensar que el español en América se habla en un conjunto y no es así como estamos comprobando. Esto se amplía ya que para establecer esta división, Rona utiliza algunos rasgos fónicos como pueden ser el yeísmo y morfológico como es el voseo. Lo que ocurre es que estas zonas no son iguales en su tamaño, hay zonas extremadamente pequeñas y extremadamente grandes, nos hace plantearnos si en esta zona tan grande no hay variación. 
Otra división es la que hizo Zamora (1980). Los rasgos que se utilizan para crear esta división dialectal son también de carácter fónico y, en este caso se basa en la pronunciación que tiene la –s implosiva, de la j y también en el tipo de voseo. Esta ha sido, probablemente una de las clasificaciones más acertadas de las que se han podido establecer hasta ese momento. De hecho, estuvo vigente hasta finales de los años 90. A
esta clasificación se le puede acusar el hecho de que no tuviera en cuenta las variedades diastráticas y que tampoco se reflejara la influencia real de las lenguas indígenas.
Otra clasificación diferente fue la que hizo Cahuzac (1980) ya que el criterio que siguió fue léxico: estableció isoglosas con determinadas palabras a partir de las cuales se establecieron 4 zonas dialectales. Criterio es estrictamente léxico.
Además de estas clasificación que son las que se pueden utilizar dentro de la Historia de las áreas dialectales del español de América, hay otras con criterios diferentes a partir de los años 90, de hecho, Canfield se basó en un criterio diacrónico y estableció 3 ejes: 1550, 1650 y 1750. Estos tres momentos coinciden con todo el proceso de colonización: 1. Antillas y América central. 2. No se llega al cono sur. 3. Ya se llega al sur americano.
La última, de finales de los 90, es la clasificación de Lipski y fue novedosa al utilizar un criterio sociolingüístico y lo pudo usar porque es esta fecha surgió la sociolingüística y así se abrieron las perspectivas para estudiar el español en América.
Una clasificación de principios del Siglo XXI fue la que hizo Montes Giraldo que intenta ser rompedora aunque resulta poco práctica. Esto se debe a que une el español en toda su unidad, no diferencia el español del americano. De ese español se extrae un superdialecto A y un superdialecto B. El A se caracteriza por tener un criterio conservador y geográficamente se situaría en la zona central y norte de España, mientras que, por otro lado, habría un superdialecto B que tendría un carácter innovador, es decir, el criterio sería la innovación en todos los aspectos que comienza en el sur de España, sigue por las Islas Canarias y culmina en América.

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