Jean-Paul Sartre: Existencialismo, Fenomenología y la Esencia de la Libertad Humana
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Jean-Paul Sartre: Fenomenología, Existencialismo y la Condena a la Libertad
Jean-Paul Sartre desarrolla su propia visión de la fenomenología y el existencialismo en su obra cumbre, El ser y la nada: Ensayo de una ontología fenomenológica (1944). A lo largo de su trayectoria, trató de conjugar su pensamiento, defendiendo al partido comunista y realizando una síntesis entre el existencialismo y el socialismo. Sus obras, ligadas a la fenomenología, giran principalmente sobre los temas de la libertad y la individualidad. En El ser y la nada, obra fundamental basada en la teoría fenomenológica, Sartre define dos conceptos clave para entender su filosofía: el ser-en-sí y el ser-para-sí.
El Ser-en-sí: La Existencia Opaca de las Cosas
El ser-en-sí es el ser de las cosas, la existencia bruta y pasiva. Simplemente son y no poseen nada más allá de su facticidad. Se refiere a las cosas que no tienen conciencia de su propia existencia y, por ende, carecen de apertura al mundo o a sí mismas. El ser-en-sí existe, pero está replegado sobre sí mismo; es la existencia más simple y opaca: no es lo que es, está totalmente determinado, factificado y carece de sentido intrínseco.
El Ser-para-sí: Conciencia, Libertad y Proyecto
En contraste, el ser-para-sí posee libertad de existencia; es el sí de la conciencia. Solo el individuo es el espectador de lo que ocurre en su propia conciencia, y cada conciencia solo posee un espectador: el individuo mismo. Aunque todo ocurre en la conciencia, estas son referencias a objetos fuera de ella, lo que subraya su naturaleza intencional.
El ser-para-sí está fundamentalmente indeterminado. Aunque es una pura intencionalidad, la conciencia tiene todas las posibilidades abiertas precisamente porque está indeterminada y vacía; es decir, incompleta. El ser-para-sí, a través de su libertad, adquiere sentido para sí mismo y para el mundo. El sentido del mundo, por tanto, adquiere significado desde la perspectiva del ser-para-sí.
Una de las afirmaciones más célebres de Sartre es que el ser-para-sí no tiene esencia predefinida, sino que es pura libertad. No tiene un fin per se; primero existe, y su existencia va dando sentido a su esencia, a lo que es. De aquí se deriva su famosa máxima:
La existencia precede a la esencia.
La Condena a la Libertad y la Angustia Existencial
Para Sartre, el ser humano está "condenado a ser libre". Esta libertad no es únicamente positiva, pues provoca una profunda sensación de angustia al tener que elegir constantemente. Al no haber valores absolutos preestablecidos, el ser humano tiene que ser quien construya esos valores. Las cosas son valiosas precisamente porque las elegimos y les otorgamos significado.
Frente a la angustia inherente a la libertad y a la propia existencia, Sartre identifica dos opciones fundamentales:
La Mala Fe
Es el autoengaño de todos aquellos que tratan de eludir su propia libertad y responsabilidad. Se manifiestan poniendo excusas y justificando sus acciones por las circunstancias externas o por la presión de la sociedad, negando así su capacidad de elección.
Asumir la Libertad
Implica la responsabilidad absoluta sobre nuestras decisiones. Significa aceptar que somos nosotros quienes debemos decidir cómo afrontar cualquier situación y, consecuentemente, responsabilizarnos plenamente de cada acción y sus consecuencias.
Tensión entre Existencialismo y Compromiso Político
Finalmente, cabe destacar que existe una cierta tensión entre la vertiente comunista y existencialista de Sartre. La primera postura exige la consideración de "los otros" y un compromiso colectivo, mientras que la segunda es esencialmente individualista, centrada en la subjetividad y la libertad personal. Esta dualidad marcó gran parte de su pensamiento y acción.