Juan Ramón Fernández: Dramaturgia, Estilo y la Tragedia Rural en 'La Tierra'

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Juan Ramón Fernández: Trayectoria y Reconocimiento

Nació en Madrid en 1962. Su carrera ha sido ampliamente reconocida, destacando los siguientes premios:

  • En 1993 recibió el Premio Calderón de la Barca por la obra “Para quemar la memoria”.
  • En 1998 fue finalista del Premio Tirso de Molina por “La Tierra”.
  • En 2003 recibió el Premio Nacional de Literatura por “La colmena científica”.

Ha estrenado y publicado treinta obras y ha estrenado cerca de veinte versiones de textos ajenos. Sus obras han sido traducidas a muchos idiomas. Es licenciado en Filología por la UC.

Como consecuencia de su trayectoria, ha sido invitado a impartir clases de dramaturgia en instituciones destacadas como el Laboratorio Layton, Cuarta Pared, la RESAD, la Escuela de Teatro de Canarias y la UC de Madrid. En la actualidad, imparte clases de adaptación narrativa a teatro en el Máster de Estudios Avanzados de Teatro en la Universidad Internacional de La Rioja.

Estilo, Estética y Sentido de Autor

Es uno de los dramaturgos españoles con más proyección en los últimos años. Su adscripción al Teatro del Astillero supuso un cambio significativo en su dramaturgia. Su compromiso con el tiempo en el que vive y la historia reciente española son elementos fundamentales de su obra.

Se desprende un fuerte compromiso con la problemática social del mundo contemporáneo. La relevancia de este autor se hace patente por los estrenos constantes de sus textos.

En su dramaturgia, es crucial analizar varios aspectos:

  • La autoría en solitario.
  • La autoría en colectividad.
  • El trabajo experimental con directores y actores.
  • Dramaturgias elaboradas expresamente para itinerarios dramáticos en torno a un paisaje.

Su máxima reivindicación es la del retorno al texto como núcleo fundamental del hecho teatral.

La Tierra: Crimen, Silencio y Paisaje Desolado

La Tierra es la historia de un crimen sin criminales, un crimen que “se nos fue de las manos”. Es la historia del silencio que ha escondido ese crimen de la gente que miró hacia otro lado. María regresa a su casa diez años después y encuentra que el silencio ha sido peor que todos los castigos.

Se trata de un drama oscuro y rural que no bebe de las fuentes cristalinas de la tragedia mediterránea lorquiana, sino de aquellas aguas, mucho más revueltas y ponzoñosas, que afloraron en nuestra escena al comienzo del pasado siglo y se perpetuaron en el cine de realizadores como Florián Rey, Nieves Conde, Juan Antonio Bardem o Mario Camus.

Influencia Cinematográfica y Estructura

Hay mucho de guion cinematográfico, donde las acotaciones escénicas y las intervenciones de los personajes forman un conjunto continuo que se manifiesta en escena mediante un encadenamiento de secuencias. Esto recuerda la manera de contar del cine en blanco y negro de los años cincuenta, técnicas de flash-back incluidas.

El autor concibe su obra como una cinta de celuloide que se proyecta en su cabeza y desea trasladar esa proyección al imaginario del lector sin tener que esperar al azar de un presupuesto para ponerla en escena.

Temática y Personajes

Se describe una tierra y un cielo siempre a la greña, una pidiendo agua y el otro mudo, encapotado por esas nubes negras de sequía. Entre el cielo y la tierra, los hombres solos. Este es el desolado paisaje del solar patrio que, tras Don Francisco de Goya y Lucientes, nos legaron la retina, la pluma y el pincel de los escritores y artistas del 98.

Los personajes de La Tierra intentan sobrevivir en ese áspero pueblo de la mitad meridional de España:

  • Pilar, la madre.
  • Miguel, el hijo que quiso ser torero y salió cojo.
  • María, la hija que vuelve de Madrid.
  • La prima Mercedes, casada con Miguel.
  • El padre, Juan, ya muerto, que viene por las tardes.
  • El “santo inocente”, retrasado y ciclópeo, que es el Pozo.

Estos personajes se encuentran a gusto en esta tierra de toros, ceremonias, guardias civiles y cadáveres por enterrar como Dios manda. Campos cubiertos de encinares, almendros, viñedos y olivares donde conviven muertos y vivos, fantoches y fantasmas que no nos dejan descansar. Como el de Juan, que cruzaba la comarcal un tanto ido y lo atropelló un coche que no se paró.

En La Tierra, la didascalia no solo acompaña al texto, sino que forma parte de él, aportando un aliento poético muy marcado por las propias acotaciones.

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