Juan Ramón Jiménez: Biografía, Estética de la Perfección y Legado Poético

Juan Ramón Jiménez: Vida, Estética y Legado Poético

Trayectoria Personal y Contexto Histórico

Nace en Moguer (Huelva) en 1881. Pertenece, pues, por edad, al grupo denominado del Novecentismo, aunque él por sí mismo traspasa cualquier intento de incluirlo en alguna generación o grupo. De temperamento extremadamente sensible, sufrió continuas crisis nerviosas.

Fuertemente influido por el Modernismo de principios de siglo, pero también por el espíritu regeneracionista de Giner de los Ríos, participa del talante liberal que animó a aquellos hombres; su especial personalidad le llevaba a alejarse de todo cuanto significase militar en doctrinas y capillas.

Vivió en la Residencia de Estudiantes, por donde luego pasarían Lorca, Alberti o Dalí. En 1916 se casa con Zenobia Camprubí. Esta época coincide con el comienzo de una continua depuración en su obra poética, a la que revisa de continuo.

En 1936, con el inicio de la Guerra Civil, abandona España para no regresar jamás a ella. Se instaló en EE. UU., Cuba y Puerto Rico, donde impartió clases y conferencias mientras proseguía gestando su obra. En 1956 le fue concedido el Premio Nobel. Días después moriría su esposa. Él lo haría en 1958 en Puerto Rico.

La Estética de Juan Ramón Jiménez: Compromiso y Perfección

Para Juan Ramón Jiménez, la ética del poeta era el compromiso total con la obra. Todo lo demás cobraba un segundo plano del que podría prescindirse. Toda su vida giró en torno a una sola idea: la consecución de la Perfección a través de la Belleza: «Ni un día sin romper una línea», dijo en una ocasión.

En realidad, para él la Poesía será la única manera de poder llegar a la Verdad, al centro de las cosas y las realidades. Pero para ello, dice Juan Ramón, se habrá de ir despojando al poema de todo aquello que le sea innecesario, tanto formalmente como en lo relativo a su contenido. De ahí su afán por corregir de continuo poemas que nunca daba por concluidos del todo.

Principios Clave de su Poética

Una constante interesante de observar es su necesidad de alejamiento del mundo sensible (la Naturaleza, los sentidos...) y, en consecuencia, un ensimismamiento, lo que acaba llevándole a un verdadero proceso de divinización, de sacralización del mundo.

• Depuración Constante: Revisión continua de la obra para eliminar lo superfluo y alcanzar la forma pura.
• Alejamiento Sensible: Distanciamiento del mundo físico y sensorial.
• Ensimismamiento y Sacralización: Búsqueda de la verdad a través de la introspección, llevando a la divinización del arte.