Juan Ramón Jiménez y la Generación del 27
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Juan Ramón Jiménez (1881-1958)
Es paradigma del poeta entregado a la poesía. El propio autor describió la evolución de su obra en tres etapas:
Etapa sensitiva: 1900-1915
Sus primeros libros tienen una clara influencia del simbolismo francés. En este grupo se incluyen Arias tristes, Jardines lejanos, La soledad sonora. Todas estas obras son ejemplos del modernismo intimista. Los temas más frecuentes de esta etapa son la soledad, el paso del tiempo, la muerte, los recuerdos, los paisajes otoñales… En estos libros Juan Ramón Jiménez oscila entre los versos sencillos y la poesía musical y colorista. El acento becqueriano es evidente. La versificación (predominio de octosílabos y asonancias), la tenue musicalidad y el lenguaje sobrio (adjetivación matizada) sitúan a esta poesía al margen del Modernismo sonoro y ornamental. A esta época pertenece Platero y yo (1914 y 1917), auténticos poemas en prosa, en el que junto a evidentes rasgos modernistas, hay indicios de una voluntad de pureza.
Etapa intelectual: 1916-1936
Esta etapa comienza con la publicación de su libro Diario de un poeta recién casado, publicado a raíz de su boda con Zenobia Camprubí, su compañera y colaboradora a partir de entonces. Con esta obra rompe con el Modernismo y simpatiza con las novedades vanguardistas: uso del verso libre, poemas en prosa, collage… Persigue en esta etapa una poesía esencial, pura o desnuda, libre de ornamentos, fuera de escuelas o tendencias; deja paso a la concentración conceptual y emotiva. Llega, en esta etapa, a coronar su visión de la poesía con el libro La estación total (1946), donde se ve la obsesión del poeta: el anhelo de abolir el tiempo y de llegar a una posesión total de la belleza, de la realidad y del propio ser -”Solo en lo eterno podría / yo realizar este ansia / de la belleza completa”. Anuncia su siguiente etapa.
Etapa suficiente o verdadera
Se corresponde con la poesía escrita en el exilio. Publica En el otro costado (1936-42), Dios deseado y deseante (1948-49), Animal de fondo (1949)... El anhelo de perfección, de belleza, de eternidad, le lleva a una poesía de cierto aliento místico. El poeta, el creador, en su propio universo de eternidad y belleza llega incluso a identificarse poéticamente con Dios, un dios interior que es su propia conciencia creadora. Bajo el título En el otro costado, aparece su poema “Espacio”, iniciado en 1941 y terminado en 1954; es la cima de su creación, del que la profesora Aurora de Albornoz dirá que es “una extensión difusa de recuerdos e introspecciones que salen a flote en la técnica de la asociación libre”. En esta etapa, formalmente domina absolutamente el verso libre y el lenguaje acendrado (depurado, exquisito), profundo, de hermetismo sustancial, dando fe de una tensión creadora que Juan Ramón Jiménez no abandona hasta el final. Su mayor presencia se aprecia en los miembros de la Generación del 27.
La Generación del 27
La Generación del 27 se forma y se desarrolla como tal, hasta su disgregación como consecuencia de la Guerra Civil, durante los años veinte y treinta del siglo XX. Los integrantes de la generación del 27 son: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Algunos críticos incluyen a Miguel Hernández, pero la mayoría lo sitúan dentro de la Generación del 36. Durante un tiempo se ha discutido sobre si los poetas del 27 forman o no un grupo o generación. Lo cierto es que los miembros del 27 tuvieron conciencia de grupo generacional y son incuestionables una serie de puntos en común: amigos, de edades parecidas, de familias burguesas, de cuidada formación intelectual, vinculados a la Residencia de Estudiantes, publicación en las mismas revistas, mismas afinidades estéticas (tradición, vanguardismo…), actitudes liberales y progresistas en lo político y el deseo de modernizar la poesía española. El nombre de Generación del 27 procede de un homenaje realizado en 1927 para conmemorar el tricentenario de la muerte de Góngora. A esta reunión asistieron un grupo de autores que lo admiraban y que forman parte de la Generación del 27. Todos los integrantes de la Generación del 27 fueron poetas y algunos, como Alberti o Lorca, fueron también dramaturgos. Se pueden resumir las características de su poesía de la siguiente manera:
- Los poetas utilizan una lengua muy elaborada;
- Buscan una poesía “pura”, intelectual, alejada de todo sentimentalismo;
- Buscan la belleza, el juego poético, y cultivan la metáfora y otros recursos literarios;
- Hacen uso de abundante número de imágenes irracionales
La g.27 no rompió con el pasado sino que busco integrar sus elementos valioso con las exigencias de la poesía moderna.